“¿Pero a quién le importa eso? Hay una pandemia, la gente está preocupada por el laburo, por la guita, por la salud. No, no: hablemos de coronavirus”. Mauro Viale se imponía cada día frente a algún tema propuesto por su producción que no tuviese que ver con el Covid-19. Se impuso mucho antes, cuando en marzo del año pasado alguien le sugirió que por ser persona en riesgo no debía presentarse a trabajar. Viale no sólo no dejó de ir, a pesar del miedo, sino que tampoco abandonó la costumbre de llegar dos horas antes del aire.
Había sido vacunado el jueves y se sintió mal el viernes. En un alto del programa de A24, Mauro, más que noticias, se sintió afiebrado. El sábado fue internado en Los Arcos y murió este domingo por un paro derivado de una neumonía producto del virus. Mauro fue uno de esos periodistas que sentía los estudios de radio o de tele como su casa. Los famosos, los políticos, “iban” a lo de Mauro. ¿En dónde estuvo tal personaje del momento? “En” lo de Mauro.
Había que probar con encender el televisor en algún momento de la tarde: Viale repartía el juego entre los panelistas con las lentes apoyadas en el arco de las cejas. Hizo programas maratónicos. El de los domingos, Mauro, la pura verdad, arrancaba a las 15 y terminaba cinco horas después. Hacía radio por la mañana en Rivadavia y Colonia. Trabajó durante los últimos años todos los días menos los sábados. Y nosotros y nosotras, en casa, “poníamos” a Mauro. Esa cercanía, una manera de compartir el living.
Mauro Viale no aparece en los libros que compilan entrevistas a periodistas de “renombre”. Su estilo periodístico fue soslayado por grasa, cirquero, amarillista, morboso... ¿Pero cómo se hubiese anclado en la memoria popular el Caso Coppola, por ejemplo, de no haber sido por aquel programa del mediodía? Un coro de marginales y sombríos sentado a la mesa, nuestra mesa: una farándula insular, la noche y la madrugada, y “la droga” a un toque de control remoto. Pero para eso faltaba mucho.
Primero egresó del Círculo de Periodistas en 1969 y construyó su nombre en el ámbito deportivo. Reportero, comentarista y relator, hizo tele, radio y redacción en El Gráfico. Él también relató el gol de Diego Maradona a los ingleses. Mientras en radio Víctor Hugo improvisó esa corrida con un “barrilete cósmico”, Viale eligió la palabra “notable” para la transmisión televisiva.
Alejado del deporte, en los tempranos noventa asumió como gerente del informativo de Radio Mitre. Lo recuerdan como un gran productor, el tipo que encontraba a la fuente: la fuente que sólo tira un dato y el tipo al que las fuentes atendían. Como Carlos Menem, fallecido el 14 de febrero, a punto de asumir por segunda vez la Presidencia: “¡Carlos! Estás al aire”, escucharon sus compañeros. Bajo su mando, Mitre derribó a la competencia.
En 1996 condujo Mediodía con Mauro. Las “chicas Coppola” hacían su teatro de revistas en el estudio de Viale. Natalia Denegri se defendió a las piñas de una acusación de Julieta La Valle y después besó en la boca a Samantha Farjat y después cantó “Quién me la puso”, un hit nacional. Día de semana, a la hora del almuerzo, en televisión abierta se gritaban las palabras “prostituta”, “sida”, “drogadicta de mierda”. Todo junto, de un tirón. Viale manejaba los tiempos: intercedía recién cuando el show estaba montado. Lo señalaron de hacer “telebasura”. Lo cierto es que eso nos hipnotizaba. La otra certeza es que la tele nacional nunca fue igual.
Al año siguiente le preguntó en vivo a Florencia de la V: “¿Sos un varón?”. No hacía falta la respuesta. ¿Hacía falta que personas que se definieran fuera de la heteronorma fueran visibilizadas? ¿Había que correrlas del lugar de objeto-del-espectáculo, del chiste fácil, del universo freak? Hoy, cuando son sujetos de derecho --y todavía falta tanto, como acceso al trabajo, la salud y la educación--, esa pregunta es inadmisible. Fue incómodo. Fue, también, un puntapié.
Mauro Viale ya era popular cuando se peleó con el matarife Alberto Samid en el programa que conducía, Impacto a las doce. Fue en 2002 y sigue siendo viral. Pero no sólo es imagen en video: es pin, ilustración y estampado en remeras. Un rato después de que se conociera la noticia, Samid dijo a Radio 10: “Es una noche muy triste. Nos cayó como una bomba atómica”. Las tarjetas personales del ex empresario de la carne, condenado por evasión fiscal y asociación ilícita, y en arresto domiciliario, dicen: “Le tengo bronca a Mauro Viale”.
Viale entrevistó a Juan Darthés luego de la denuncia que en 2018 hizo en su contra la actriz Thelma Fardin, por un abuso sexual que habría ocurrido en 2009 y que la Justicia todavía investiga. Lo hizo cuando Darthés era una mancha venenosa, el Lobo del cuento. Fue una bomba periodística, la que consigue un productor de raza. Y Viale pinchó y pinchó. Quizás la audiencia esperaba el degüelle, pero Viale usó el espacio que tenía, se permitió la duda, atinó a decirle “qué raro”. Dicen que los hijos del actor, presentes durante la entrevista, le pidieron a Viale que borrara la nota.
Mauro Viale tenía 73 años. Estaba casado con Leonor Schwadron, psicóloga, su pareja los últimos 50 años. A veces, ella participaba como columnista en sus programas. Tuvieron dos hijos, Jonatan e Ivana. A las 22.10 del domingo, el zócalo de A24 decía: “Hacía 150 abdominales por mañana, iba al gym y comía sano”. No alcanzó. No alcanza.
VDM