Juan Diego Benítez ha jugado con orcas en el mar. Lleva trabajando de buzo en Barbate (Cádiz) 30 años. Ata las redes de la almadraba, ayuda a pescar atunes y también repara barcos mientras está sumergido. Un día las vio acercarse y decidió lanzarse al agua. Y se puso a nadar con ellas. “Es que no son agresivas”.
Desde 2020 a algunas de las orcas que surcan la costa atlántica de la Península Ibérica en busca de atunes les ha dado por chocar con los veleros que se encuentran. Benítez ya ha reparado en lo que va de año seis catamaranes golpeados por orcas. Hay constancia de 26 “interacciones” entre cetáceos y embarcaciones entre enero y mayo. Solo contra veleros. ¿Por qué lo hacen? Es un misterio aún sin resolver.
Alfredo López, doctor en Biología, investigador y especialista en cetáceos de Galicia, no había reparado mucho en las orcas hasta que se conoció el ataque contra varios veleros por estos cetáceos en la costa gallega y el estrecho de Gibraltar.
Ese fenómeno inédito provocó que se creara un equipo científico reunido bajo el nombre Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA) (www.orcaiberica.org). Cuenta con una web donde se marcan todos los contactos entre orcas y veleros desde 2020, hay un mapa de riesgo con semáforos para evitar esas zonas en un determinado período, incluye consejos para saber cómo actuar y dispone de un catálogo actualizado de ejemplares. Según esta información, hay una población de 35 orcas ibéricas, de las que 16 son las llamadas Gladis, aquellas que se han aficionado a chocarse contra los barcos.
En esta web se distingue entre avistamiento, cuando navegan sin prestar atención a su entorno, e interacción, cuando las orcas se fijan en la embarcación, la observan y llegan a tocarla. “No hablamos de ataques”, explica López, defensor de que estas orcas no son violentas, a pesar de haber llegado a hundir varios veleros. El último conocido fue el Alborán Cognac, que tuvo que ser rescatado por Salvamento Marítimo en el estrecho de Gibraltar el pasado domingo.
“Para los que trabajamos en Galicia, la orca es una especie poco frecuente. Apenas registrábamos unos varamientos, pero ni teníamos un gran conocimiento sobre ellas ni era nuestro objetivo”. Todo cambió en 2020. Fue entonces cuando las orcas empezaron a golpear veleros. Se empezaron a convertir en noticia cuando hundían los barcos, provocaban rescates y empezó a generarse cierto temor en torno a este comportamiento animal. “Fue cuando empezamos a recopilar información”.
Cuenta López que las orcas sí se acercaban antes a los barcos, pero no llegaban a chocar físicamente contra ellos. “No sabemos cuál es el caso cero. Pero sí que todo empezó en 2020”, detalla. Así que para aclarar el origen de estas “interacciones” trabajan con dos hipótesis: una es que fuera un comportamiento autoinducido, que han inventado ese comportamiento y se dedican a repetirlo. La otra es que sufrieran o vieran alguna adversidad con un velero y actúen así para evitar que suceda otra vez. Eso explicaría por qué actúan contra los veleros y no contra ningún otro tipo de barcos.
Hay quien piensa que algún velero hizo daño a alguna orca y ahora se están vengando contra ellos. López rechaza la peliculera idea de unas orcas con sed de justicia. “La venganza es un sentimiento primate o humano, pero eso no existe en los cetáceos. Por eso creemos que se trata de una medida de precaución. Chocan contra el velero para evitar que algo malo vuelva a repetirse”. El investigador destierra la imagen de los cetáceos vengativos al recordar que muchas veces los palangreros han ahuyentado a las orcas con piedras para evitar que se comieran los atunes que estaban a punto de pescar. Y, aún así, las orcas no han atacado hasta ahora los pescadores.
Es algo que sabe bien Juan Diego Benítez, quien tras finalizar una jornada en la almadraba en 2022, se lanzó al mar al ver un grupo de orcas cerca. Nadó junto a ellas, ellas jugaron con él y se marcharon tan campantes cuando se cansaron. Todo se grabó en un vídeo que se convirtió en viral al desterrar la imagen que ya entonces se daba de unas orcas asesinas hambrientas de veleros. “No son animales agresivos, porque ya nos hubieran hecho algo en todo este tiempo. Creo que con el confinamiento ellas ocuparon un espacio y, al volver los veleros, puede ser que actuaran por eso. Porque antes de la pandemia nunca había ocurrido esto”. El GTOA no ha encontrado vinculación directa entre confinamiento y los golpes a los veleros y solo lo atribuye a una coincidencia temporal.
Benítez explica que las orcas no muerden los veleros, sino que los golpean con el morro. Lo hacen varias veces hasta que doblan el timón y eso les impide seguir navegando. Lo sabe bien porque esta misma semana ha reparado el sexto catamarán averiado por las orcas. “Hasta que no parten el timón no se van”. El buzo explica que las orcas son “listas”, ya que han elegido golpear barcos donde el timón está alejado de las hélices, por lo que saben que no les van a hacer el daño que sí les pondría provocar un barco de motor.
El grupo de trabajo ha contabilizado en lo que va de año 26 interacciones entre orcas y veleros. El año pasado por esta fecha ya eran 60. Así que, de momento, parece registrarse un descenso en estos incidentes, aunque el del pasado domingo ha vuelto a incrementar la mirada sobre ellas. Alfredo López insiste en su reclamación de que la orca sea declarada animal en peligro de extinción, consideración que ya tiene en Portugal, frente a la calificación como especie vulnerable que se le da en España. El Gobierno ha actualizado esta semana sus recomendaciones y ha reclamado extremar las precauciones en la zona del Golfo de Cádiz y el estrecho de Gibraltar entre abril y agosto (MITECO y MITMA ofrecen recomendaciones a los navegantes en caso de avistamientos e interacciones con orcas en el Atlántico). Son consejos a los que dio el visto bueno el Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), tras un taller científico especialista en orcas celebrado en febrero, cuyo informe de conclusiones se dará a conocer a finales de este mes de mayo. Hasta entonces el misterio continúa.
DM