Uno. Ana María Shua escribió en La Nación una despedida hermosa –y arrasadora también: no hay belleza sin algún tipo de demolición– para Inés Fernández Moreno, una escritora singularísima y entrañable que murió en estos días (si no la leyeron y me preguntan, arrancaría con los cuentos de La vida en la cornisa, como para ir entrando en un universo plagado de humor, de espanto y amparo al mismo tiempo). Subrayo un fragmento del texto de Shua en el que se refiere, justamente, a la obra de su amiga: “Entrar a un libro tuyo es toparse en primer lugar con tu prosa y eso es como entrar a un jardín encantado. Vas tocando por aquí y por allá la realidad con una especie de varita mágica que la transforma. Y que al mismo tiempo nos permite volver a verla como si fuera la primera vez. Siempre te leo con admiración y un poco de envidia. Es algo comparable a lo que pasa cuando se escucha a un gran cantante. Cualquiera canta en la ducha y se pone contenta cuando no desafina tanto y le acierta a las notas. Y de pronto escuchás a un cantante de verdad y te das cuenta de que acertar con las notas no es nada, de que la música es otra cosa, te das cuenta de que hay matices, florituras, intensidad, juegos, un gran cantante hace lo que se le da la gana con las notas… Como hacés vos, Inés, con las palabras. Y no es una cuestión de sonidos sino de significados profundos. Es una prosa tan inteligente, tan sutil, tan reveladora que logra dar a las cosas más sencillas y cotidianas todo el temblor de lo inesperado”. El texto completo se lee por acá.
Dos. Pienso en esos temblores y en el jardín encantado que conforman los textos de los otros. Pienso en la potencia radiante que pueden llegar a tener para quienes leemos e intentamos escribir. Pienso también, en algo que me dijo hace poquito Fabián Casas en una entrevista (se puede leer por acá): “Para mí la literatura es colectiva y no es individual. Porque siempre trabajás con un montón de gente o le afanás a un montón de gente o mucha gente te da un montón de cosas. No sé, no me imagino escribiendo solo (...). Yo siento que son muy colectivos la poesía, algunas formas de habitar el mundo y los actos de emancipación. ¡Vos no te emancipás solo, te emancipás porque hay alguien que te emancipa!”.
Tres. Me lo dijo hace algunos años, como les conté por acá, pero cada tanto, como me pasa hoy, vuelvo a esta imagen del maestro Mauricio Kartun: el surtidor ajeno. “Es que todos somos resultado del deseo. Todos los seres humanos somos resultado del deseo del otro. El otro es el que de alguna manera establece una demanda. El otro, como interlocutor, es el que pide, el que demanda, el que crea una vía para que hagas y también el que te propone una forma. Yo creo mucho en la energía de la interlocución. ¿Para quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? (...) Uno con el tiempo descubre que es una energía salvadora. Que cada vez que uno está bajoneado, decepcionado, con poca energía para crear, el surtidor al que debe ir a cargar combustible es el deseo del otro. Nunca dentro de uno. Dentro de uno las cosas siempre están un poco mezcladas (...) Todas esas posibilidades del otro demandando son una generación, en principio, de un canal de energía y después también de una forma”.
Cuatro. Fui hasta el cuaderno donde suelo transcribir citas y subrayados de textos que leí. Me doy cuenta de que uno de los últimos que anoté es, en realidad, un subrayado ajeno. En Diario de una mudanza (hablamos de ese libro con la autora por acá) Inés Garland subraya a John Berger en su libro de ensayos Esa belleza. Para referirse, justamente, al deseo, el autor habla de “un complot de dos personas que se hace frente al resto de los complots que hay en el mundo”. “Es una conspiración de a dos (...). En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea la proporción, las dos cosas se ensartan juntas. El deseo es inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin heridas en este mundo, viviría sin deseo (...). La conspiración consiste en deslizarse al interior del otro, allí donde no se lo pueda encontrar. El deseo es un intercambio de escondites”, dice Berger.
Repleta de temblores inesperados, esta edición de Mil lianas se esconde en jardines y surtidores ajenos; en subrayados y palabras resplandecientes de otros. Por acá, como todos los viernes.
1. Un movimiento extraño, de Francisco Lezama. Después de ganar en el prestigioso Festival de Cine de Berlín el premio mayor en la categoría “cortometraje” y de su estreno en el auditorio del Malba, esta curiosa y sorprendente producción argentina que dura 23 minutos llegó por estas horas a la plataforma Mubi.
Un movimiento extraño sigue los pasos, o mejor, la mirada celeste y profunda de Lucrecia (Laila Maltz), una joven que trabaja como guardia de seguridad en un museo. Sus horas, un poco tediosas, son una sucesión de caminatas linterna en mano por los pasillos del lugar entre obras de arte, de charlas con una compañera con la que deciden “leer” el futuro usando como péndulo un saquito de té y de conversaciones calientes a través de un handy con un compañero de trabajo. Una noche, por error, el intercambio de palabras queda registrado y las autoridades convocan a la joven para hacerle saber que tienen que sancionarla. Entre quedarse y huir con algo de dinero de indemnización, Lucrecia opta por lo segundo y empieza a deambular, entonces, por una ciudad como Buenos Aires que se mueve al ritmo frenético de la cotización del dólar. Así conocerá a otro joven, que trabaja como “arbolito” en el centro porteño y así, también, empezará otra serie de intercambios. Precariedad (emocional, laboral: ese otro péndulo), dólar y sexo serán las claves para una historia breve, armada a partir de diálogos que por momentos se asemejan al tono despojado del cineasta Martín Rejtman, con escenas cómicas y también filosas.
Un movimiento extraño, de Francisco Lezama, está disponible en Mubi.
2. Selección de CineAR. Se aproxima en Argentina un fin de semana largo y tal vez más de uno tenga la oportunidad de descansar o, al menos, algún rato disponible para mirar películas en formato hogareño de manera gratuita o por poquísimo dinero. Si es así (y sino, vale igual para otro momento), estuve dando vueltas por el menú de la plataforma gratuita CineAR Play y me encontré con algunos materiales que les quería comentar.
Por un lado, subieron hace poquito a la plataforma un capítulo extraordinario de Magazine For Fai, con Mex Urtizberea al mando, un elenco de niños increíble y la realización en manos de Lucrecia Martel. También pude ver que hay algunos documentales que destacamos en los últimos años en Mil lianas cuando se estrenaron en salas: Las cercanas, de María Álvarez (la comentamos acá); Rancho, de Pedro Speroni (más sobre la película, por acá) y Mixtape La Pampa, de Andrés Di Tella (se alquila en la plataforma por 400 pesos, por acá la reseña).
Por mi parte me anoté para ver dos películas que en su momento me perdí en el cine: La muerte no existe y el amor tampoco, de Fernando Salem, basada en una novela de Romina Paula; y Rojo, de Benjamín Naishtat.
3. La carta de Adriano. Hablábamos arriba de lecturas y subrayados ajenos y fui a buscar de inmediato algo que comentó por estas horas el escritor Horacio Convertini en su cuenta de Twitter con las siguientes palabras: “La carta de Adriano es pura literatura. Tendría que leerse en los talleres literarios” (ya que estamos: Convertini publicó este año la novela La exactitud del dolor, que es tremenda, pueden leer un poco más sobre ese libro por acá).
Vuelvo: Convertini se refiere a un texto del célebre futbolista brasileño Adriano Leite Ribeiro –conocido simplemente como Adriano y apodado, claro, Emperador– que apareció esta semana en The Players Tribune (se lee por acá en inglés, acompañado por fotos increíbles, y en este enlace está la traducción completa al español). Bajo el título “Carta a mi favela”, es un adelanto de su libro de memorias y es, a la vez, un relato impactante y, sí, literario, de un hombre que llegó a la cima de su carrera y que, con el tiempo, se vio ante un abismo.
“El mayor desperdicio del fútbol: Yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No sólo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un frenético desperdicio. Disfruto con este estigma. No me drogo, como intentan demostrar. No estoy metido en el crimen, pero, por supuesto, podría haberlo estado. No me gustan las discotecas. Siempre voy al mismo sitio en mi barrio, el quiosco de Naná. Si quieres conocerme, pásate por allí. Bebo cada dos días, sí. (Y los demás días, también.). ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás. Pero aquí va una. Bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y es aún peor a mi edad”, se lee en un tramo de la carta.
4. Apostilla. Un plan para quienes estén en Buenos Aires y tengan interés por el diseño gráfico, el cine y el teatro. Con entrada libre y gratuita, hasta el 15 de diciembre se puede visitar en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985, CABA) la muestra ¡Hoy en cartelera! diálogos del cine y el teatro en 101 afiches. Se trata de una exposición organizada por el Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA) pensada para rendirle homenaje “al diseño gráfico argentino y a la transformación de la comunicación visual de nuestras artes escénicas y cinematográficas, evocando momentos que se han vuelto emblemáticos de nuestra cultura”, informaron los organizadores en un comunicado. Ojo que, además de los afiches expuestos, hay varias actividades con diseñadores, artistas visuales y dibujantes entre otros. Pueden leer un poco más por acá.
Banda sonora. Esta semana estuve como invitada en Cuino y sus amigos, el programa de radio que conduce Cuino Scornik, un compositor admirable de buena parte de algunos himnos eternos del cancionero argentino –sí, esos que sabemos todos y otros que ni siquiera imaginamos pasaron por sus manos–. Por supuesto que estuvimos hablando de algunas de sus canciones y de otras del rock argentino que forman parte de Quién es la chica, un libro que escribimos con mi amigo Tomás Balmaceda hace una década y que sigue dando material para hablar. Algo de todo eso que conversamos, con mucha digresión en el medio, como corresponde, se metió esta semana en esta banda sonora.
De paso, para anotar: Cuino se presenta el próximo 23 de noviembre con su banda en Rondeman Abasto (Lavalle 3177, CABA), a partir de las 21. Los tickets ya están a la venta en este enlace.
Bonus track. Algo para ir agendando: el sábado 23 de noviembre más de 60 librerías de todo el país harán actividades gratuitas para visibilizar la tarea de estos espacios y sus libreros como “promotores de lecturas”. “Las librerías de barrio ofrecerán durante toda la jornada distintas propuestas a su comunidad lectora para poner de manifiesto el trabajo en la difusión de literatura. Recomendaciones de libros, autores y editoriales, un diálogo constante y continuo con los lectores que cobra vital importancia en tiempos de algoritmos”, informaron los organizadores de la actividad, que tiene como lema Un día con las librerías independientes.
Según informaron, a lo largo de ese día habrá actividades en más de 60 librerías de localidades como Córdoba, Río Negro, Tucumán, Pehuajó, Santa Fe, Bariloche, Trenque Lauquen, Villa Mercedes, Santa Rosa de Calamuchita, Morón, Santiago del Estero, Capilla del Monte y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otras. Pueden leer un poco más sobre los organizadores y los participantes en este enlace.
¡Hasta la próxima!
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