Días de agujas, un amor inquietante

0

“¡Pero si no te hace nada!”. Hace un tiempito les conté por acá que esa debe ser la frase que más escuché (y sigue firme en el podio) a lo largo de mi vida. La escena repetida: perro suelto o descuidado, susto, incomprensión, corazón en la boca. Por estos días, sin embargo, el primer puesto lo está ganando otra frase. Ando con unos desajustes de salud: nada grave o un asunto que podríamos resumir, para citar el hermosísimo título de la novela de Elena Ferrante, como las deudas del cuerpo. Mi cuerpo me debe hierro (¿o yo le debo a él?) y así ando, con una anemia más zumbona que otras veces, de acá para allá entre médicos, consultas y tratamientos endovenosos (una digresión: nos reíamos hace poco con mi amigo M sobre lo grave que suena esa palabra, sobre cómo ese sonido pareciera meterse en la piel y erizar: te dicen que te van a dar tal o cual remedio endovenoso y el miedo se te metió adentro antes que la aguja).

Decía, entonces, que hay una frase que se convirtió en mi banda sonora de estas semanas de pinchazos: “Respirá hondo”. Hago caso cada vez que me la dicen, por supuesto, y después me quedo un rato en esas palabras. Se oyen casi como el envés del “no te hace nada”, un reverso, una contracara para ese reflejo temeroso que muchas veces nos sueltan (como dijimos aquella vez: ¿de qué miedo oculto sale esa idea de “no hace nada”, de qué seguro invisible contra todo riesgo? ¿Cómo escapar de eso que hacen –y hacen de nosotros– las personas, la naturaleza, las palabras, las mascotas y, sobre todo, nuestros propios miedos?). 

Por el contrario, en “respirá hondo” se escucha una forma del cuidado muy elemental, que lejos de negar un asunto o de imponerse como una fórmula mágica, intenta encapsularlo, lo oxigena, lo airea. Una compañía, una voz que busca guiar sin ponerse condescendiente, una mano en el hombro.

Pienso que, con tratamientos endovenosos encima o no, somos muchos los que estamos atravesando horas de alientos entrecortados, de ahogos, de todo tipo de asfixias. Los perros sueltos son otros, los miedos llaman a nuevos miedos y no hay mucho abracadabra ni medicina salvadora ante un escenario tan contundente y aterrador; nos quedan, apenas, algunas palabras y algunas voces cuidadosas. Por eso espero que este espacio mínimo sea, aunque sea por un rato, una especie de inhalador. O un poco de aire en medio del desconcierto.

Los dejo con una nueva edición de Mil Lianas. Ah, un aviso: me tomo unos días (sí, un respiro también). Gracias por los mensajes que me mandan. Nos reencontramos en quince días.

1. Juego limpio. Una película de enchastres, pese a su título; de una tensión que va sofocando a medida que avanza la historia, de violencia a veces explícita y a veces susurrada en ese universo siempre al borde que ofrece Wall Street, con sus personajes y sus apariencias. Juego limpio arranca con una suerte de preámbulo: dos jóvenes sonrientes y elegantes son la sensación en una fiesta familiar. No se termina de entender bien si salen hace poco o si tienen una relación prolongada, pero se aman y juntos son dinamita. En un momento se escapan al baño: el desenfreno, un pequeño accidente y el sexo enchastrado marcan la escena que termina con una propuesta de casamiento. Ella acepta, incluso en esas circunstancias. Después, arranca la película en sí y los vemos salir del departamento que comparten, llegar cada uno por su lado a las oficinas de una financiera y aparentar algo que no son: apenas dos compañeros de trabajo.

Juego limpio, uno de los recientes y más interesantes estrenos de Netflix de esta temporada, pondrá a jugar a sus protagonistas en ese escenario de ambición, de competencia rabiosa y de secretos cuando unos cambios en la estructura de la empresa hagan que la pareja –que, pese al compromiso, se mantiene oculta para cumplir con las reglas– deje de estar al mismo nivel en el organigrama. Alguien recibirá un ascenso y, en ese movimiento, quedará expuesta la fragilidad de todo el sistema.

Con algo de la serie británica Industry (hablamos de ella ¡en la primera entrega de Mil lianas!) y de Billions por las jugadas financieras que encaran los protagonistas, con algo de la película La asistente por la demanda enorme de ese ambiente de trabajo en el que el día arranca al alba y no hay descanso posible (está en Amazon, hablamos de ella por acá) y una cuota de drama de parejas que se desintegran del modo más siniestro, Fair Play ofrece una historia inquietante y grandes actuaciones por parte de Phoebe Dynevor y Alden Ehrenreich.

La película Juego limpio está disponible en Netflix.

2. Lumiton. Les hablo seguido de este espacio porque la programación y los rescates de películas que hacen son maravillosos. Un breve recordatorio por si se lo perdieron: Lumiton es un museo emplazado en la localidad bonaerense de Munro y también “un espacio de reflexión, intercambio, formación, aprendizaje, imaginación y producción de nuevos hechos artísticos”, según ellos mismos cuentan en su página. Entre otras cosas, ofrecen desde su plataforma distintos materiales para ver online y todas sus actividades son gratuitas.

Para estos días programaron dos ciclos de cineastas que me encantan: el finlandés Aki Kaurismäki y la francesa Claire Denis. Todas las películas se pueden ver desde Argentina gratis y con subtítulos en español. Si tuviera que elegir, aunque me resulta muy difícil, arrancaría con La chica de la fábrica de fósforos y Bella tarea. Pero intentaría ver la mayoría, que suelen ser complicadas de encontrar en formato hogareño.

Las películas de la plataforma Lumiton se pueden ver gratis desde la Argentina. Más detalles, en este enlace.

3. Seguir a flote, de Rubén Otero. La vida de Rubén Otero parece marcada por los regresos, por las vueltas. Tenía 19 años cuando volvió a la casa de sus padres, en el barrio porteño de Mataderos, después de haber sobrevivido a una de las experiencias más espantosas: había formado parte de la tripulación del ARA General Belgrano, hundido el 2 de mayo de 1982 por las fuerzas británicas durante la Guerra de Malvinas, donde murieron 323 tripulantes. Él se salvó y fue rescatado después de quedar flotando 41 horas en una balsa con algunos de sus compañeros sobre las aguas heladas del sur entre olas gigantes. A esos días de juventud, cuando apenas era un chico que fue obligado a aquella tarea porque le había tocado hacer el servicio militar obligatorio desde finales de 1981, Rubén vuelve también bastante seguido. Primero lo hizo cuando participó de la reconocida obra de teatro Campo minado, dirigida por Lola Arias, de la que fue parte junto a otros veteranos de Malvinas, argentinos e ingleses, y en el último tiempo porque decidió contar su vida arriba del escenario en otra obra teatral que escribió y eligió llamar Seguir a flote

Sobre cómo decidió subirse a distintos escenarios, sobre sus recuerdos y también sobre su presente hablé hace unos días con Rubén Otero. Dejo por acá el enlace a la entrevista y también un recordatorio: en la plataforma gratuita CineAR Play está disponible el documental Teatro de guerra, del que participa Otero junto al elenco de Campo minado, también con dirección de Lola Arias. Aunque la película funciona como una narración autónoma, podría pensarse también como un desmontaje de ese biodrama que agrega escenas, diálogos y búsquedas propias del lenguaje audiovisual a partir del encuentro de los seis veteranos. Se puede ver gratis desde Argentina en este enlace.

La obra de teatro Seguir a flote, escrita, protagonizada y dirigida por Rubén Otero, se presenta en el teatro Carlos Carella (Bartolomé Mitre 970, CABA) los sábados a las 21, hasta el 4 de noviembre. Más información, en esta entrevista. El documental Teatro de guerra , de Lola Arias, está disponible desde Argentina en CineAR Play.

Banda sonora. Inhalaciones y ahogos son una suerte de trending topic personal, como les contaba arriba. Así que esta vez nuestra lista de canciones compartidas va en esa dirección: hay amores que cortan respiraciones, personas que buscan aliento, días sin aire. Entran, entre otros, Phil Collins, Rosal, The White Stripes, Queen, Estelares, The Police y siguen las firmas. Es por acá.

Bonus track. Algo para quienes estén por Buenos Aires: vuelve la Feria del Libro de Humanidades y Ciencias Sociales al centro porteño. Específicamente a la Manzana de las Luces, con la participación de cerca de 40 editoriales y durante dos jornadas para aprovechar el feriado: viernes 13 y sábado 14 de octubre, a partir de las 12. Habrá charlas con autores, mesas sobre la coyuntura política y presentaciones de libros. Les dejo un poco más de información y la agenda de actividades en este enlace.

Bonus track II. La cuenta regresiva se puso más vertiginosa. Esta semana se anunció la lista corta del premio de novela Fundación Medifé-Filba y se revelaron los cinco títulos finalistas. Pueden leer más por acá. Si están buscando lecturas por estos días, sobre dos de ellos hablamos con entusiasmo en Mil lianas porque me gustaron mucho: Derroche, de María Sonia Cristoff (en este enlace más) y El ojo de Goliat, de Diego Muzzio (más, por acá).

¡Hasta la próxima!

Mil lianas también se puede leer como newsletter. Para recibirlo por correo electrónico cada viernes pueden suscribirse por acá.