Me pongo a ver Bebé reno en Netflix porque varias y muy diversas personas a mi alrededor mencionaron la serie en los últimos días (más allá de los algoritmos evidentes, qué difícil salir de los otros, esos que nos imponemos, ¿no?). Algunos me dijeron que los asustó tanto que cuando la terminaron les costó dormir (algo con las imágenes que se les volvieron medio indelebles, me comentaron). Otros que les produjo un miedo más cercano a la incomodidad física (“como un tirón en el cuerpo”, me dijo una amiga) y algún otro que, al mismo tiempo que se iba sintiendo perturbado, necesitaba seguir mirando por la manera adictiva en que se iban encadenando los capítulos.
Confieso que me costó entrar en la historia y en su universo. Se me hizo muy difícil al principio ver algo particularmente atrapante en el relato que tiene como protagonista a Donny, un comediante de stand up que sobrevive en Londres –bastante favorecido, por cierto, en una de las ciudades más caras del mundo– mientras prueba suerte con torpeza en su carrera y pasa sus días atendiendo un pub. Hasta ese lugar llega un día, entre lágrimas, una chica que se llama Martha –bastante desfavorecida, o mejor dicho, bastante obvia su caracterización–. Ella parece solitaria, parece que está a punto de estallar. Él, siempre resuelto, le pregunta qué quiere tomar. Ella responde que no tiene plata. En una actitud entre protectora y condescendiente (qué difícil, también, salir de esos lugares que nos imponemos; sobre esos rulos que se arman entre dar y recibir, lean esta columna preciosa de Alexandra Kohan), él le dice que invita la casa. Se ponen a charlar.
Ella vuelve al otro día y así siguen por algún tiempo, entre la proximidad siempre culposa de él y el desborde cada vez más pronunciado de ella. Él empieza a ver incongruencias en lo que cuenta Martha (¿es abogada realmente?, ¿trabaja rodeada de poderosos y va todos los días a un bar mediocre a pasar horas sentada en la barra tomando coca cola gratis? Y, la gran pregunta del millón de estos tiempos, que por otra parte excede a la serie: ¿de que vive?). Ella, finalmente, se transforma en una stalker, como se dice en inglés; una acosadora que lo persigue noche y día, que le manda cientos de mails, que se planta en la puerta de su casa y mucho más.
Me costó, decía, percibir de entrada la sensación de temor que me habían comentado, sobre todo porque, más allá de lo agobiante de la persecución de Martha, en más de una ocasión veía en Donny actitudes todavía más insoportables o irritantes (qué difícil, sumo a la lista, corrernos de la idea cristalizada que muchas veces tenemos de lo que es o debería ser una víctima). Algo alrededor de su autoindulgencia, de su modo canchero de plantarse ante los demás y ante ella –todo el tiempo él como centro del mundo, todo el tiempo queriendo agradar o ser atractivo– me sacaban mucho más que los miles de mensajes con el intrigante apodo de “bebé reno” de Martha. Antes que pavor, sentía indignación.
El músculo más difícil de entrenar: el de la paciencia. Todo cambia recién a partir del capítulo 4 porque, en un viaje al pasado más o menos reciente de Donny, la serie propone una suerte de revelación tremenda. Algo inquietante que, tal vez un poco subrayado, de cierto modo echa luz sobre sus actitudes del presente. Es recién ahí cuando el relato planta la semilla de todo lo espantoso, de todo lo estremecedor, de todo eso que tiene y no tiene que ver con la persecución de Martha.
Ahí se ve claro, entonces, que el terror no es otra cosa que un hilo que mantiene atada una serie de terrores previos, una red espeluznante, una trama pasada. Y que no hace falta más que un leve movimiento, como en una cinchada, para que los horrores vayan apareciendo uno por uno.
Andaba justo dándole vueltas a esto cuando llegó a mis manos el libro Damas de lo extraño. Siete escritoras de gótico y terror (AZ, 2024). Se trata de una selección exhaustiva y muy cuidada, con notas y traducción propias, que hizo Teresita Pumará con textos de Mary Shelley, Rosa Mulholland, Emma Frances Dawson, Charlotte Perkins Gilman, entre muchas otras autoras de ese universo siempre fascinante de la literatura gótica o de terror escrita por mujeres pioneras del género.
“El imaginario gótico suele asociarse a vampiros, fantasmas, y otras entidades de lo no-muerto, Como dice Daniel Link, su campo simbólico es el pasado y la muerte, pero no un pasado quieto, fijo, de museo. Se trata acá de un pasado que insiste y se niega a ser retirado del presente. De algún modo, si la ciencia ficción es una práctica social que nos ayuda a percibir los temores y expectativas que nos produce el futuro, lo que encontramos en el terror es una reflexión sobre cómo el pasado sobrevive y deja rastros –aunque no siempre nos gusten– en esa materia extraña que llamamos realidad”, plantea Juan Mattio en el prólogo del libro.
Un hilo –modesto, un hilito– con distintas modulaciones de asuntos que dan miedo teje esta nueva edición de Mil lianas. Pueden pasar y pueden temblar, si quieren.
1. Las cosas humanas, de Karine Tuil. Una de esas parejas que parecen indestructibles protagoniza esta historia: Jean Farel, periodista de éxito en la tele, en ese rubro siempre vidrioso que es el de las entrevistas a políticos, y Claire, una académica de prestigio con una voz cada vez más sonora en ese rubro siempre pringoso que es el del ensayo alrededor del feminismo. Para el resto del mundo siguen casados, pero en la intimidad hace tiempo que ni siquiera conviven. Aunque tienen un vínculo más o menos cordial, lo único que los une es Alexandre, el hijo que tuvieron y que resulta para los dos un orgullo porque es alumno de una universidad de las más destacadas de Estados Unidos y tiene por delante un futuro promisorio.
Claire dejó el lujo de su vida anterior para mudarse con Adam, un docente modesto al que conoció cuando él armó un encuentro literario en la escuela donde enseña literatura. Una noche, cuando ella recibe la visita de su hijo, lo convence para que lleve a una fiesta a Mila, la tímida hija de Adam. A partir de ese momento esa aparente calma que todos están acostumbrados a transitar en el medio cómodo en el que se mueven se verá definitivamente quebrada: horas después, Mila va a la policía y denuncia al joven por violación.
Contada con suspenso, con detalles que dan cuenta de una observación aguda por parte de su autora sobre todo en el terreno de la doble moral de los personajes, Las cosas humanas (Adriana Hidalgo Editora, 2024) se mete en el terreno de la maquinaria judicial, con sus modos despiadados que no siempre llegan a capturar las complejidades y las capas difusas de la experiencia humana. En el medio están las redes sociales, la posibilidad de la cancelación, las contradicciones, los usos espurios del poder, en una historia atrapante basada en un caso policial contemporáneo que llamó la atención de la escritora.
Karine Tuil nació en París, en 1972. Publicó su primera novela, Pour le pire, en el año 2000. L’Invention de nos vies (2013) o L’Insouciance (2016), traducida a diversas lenguas, son algunos de sus trece títulos. La novela Las cosas humanas, aparecida en francés en 2019 y llevada al cine en 2022, constituyó un gran éxito de crítica y público. Con ella ganó, entre otros, el premio Interallié y el Goncourt des Lycéens.
La novela Las cosas humanas, de Karine Tuil, salió por Adriana Hidalgo Editora.
2. Series y películas. Mayo promete ser un mes cargado en el universo del streaming. Según revelaron las principales plataformas, habrá películas recientes para ver en formato hogareño, volverán series muy populares y varias de ellas ofrecerán documentales especialmente dedicados para los amantes de la música. Entre lo más destacado, anotaría que por fin está disponible en Amazon Prime Video la última película de Todd Haynes, traducida por acá como Secretos de un escándalo (el título original es May December ). Es excelente y también francamente perturbadora.
Con ese largometraje y con todo lo que llega al streaming a lo largo del mes armé una guía que pueden pispear por acá.
La guía con los estrenos más destacados de series y películas que llegan al streaming en mayo se puede leer en este enlace.
3. El mundo de Antonio Lorente. La historia fue escrita en 1820, pero vuelve ahora con unos ojos grises y misteriosos que se destacan en la tapa, en las gigantografías publicitarias, en las alturas de uno de los stands más imponentes de la Feria del Libro de Buenos Aires. La edición más reciente de La leyenda de Sleepy Hollow (Edelvives, 2024) recupera la clásica creación del escritor estadounidense Washington Irving y lo hace con un condimento único: los dibujos magnéticos del ilustrador español Antonio Lorente.
Con una capacidad especial para capturar miradas y encontrar en la desmesura un estilo muy particular, el dibujante acompaña con su trabajo la historia de Ichabod Crane, un humilde maestro que es destinado al misterioso poblado de Sleepy Hollow. Entre la fantasía, el terror y más de una escena escalofriante, el hombre sueña con conquistar a Katrina van Tassel, la hija de un hombre adinerado del lugar.
Con el surrealismo pop y el llamado arte lowbrow nacidos en los ‘80 en California como referencias ineludibles, el artista español parece encontrarle una nueva vida a distintos relatos clásicos y a sus personajes, de gestos penetrantes y caras angulosas. Entre otros y otras, ilustró nuevas versiones de Peter Pan, de Las aventuras de Tom Sawyer y de Mujercitas. Pero sin dudas la gran repercusión global de su obra llegó con las ilustraciones que hizo para las ediciones de Ana la de Tejas Verdes, la recordada historia de una niña huérfana llena de imaginación.
Más cercano al género fantástico y al terror, Lorente ahora se animó con La leyenda de Sleepy Hollow para mostrar, de alguna manera, que era capaz de trabajar con las historias luminosas y también moverse en un registro más tenebroso. Hace unos días estuvo por Buenos Aires y pude entrevistarlo para hablar sobre ese libro y sobre su obra en general. Pueden leer la entrevista por acá.
La leyenda de Sleepy Hollow, con ilustraciones de Antonio Lorente, salió por Edelvives. En este enlace, una entrevista con el ilustrador.
4. Apostilla. La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires sigue hasta el 13 de mayo. Por la crisis económica y para fomentar el acceso a las cientos de actividades que tiene su programación, en algunos días y horarios el acceso será gratuito. Pueden leer más detalles por acá. También les recuerdo que en este enlace pueden seguir las noticias y algunas actividades destacadas de esta edición.
Banda sonora. Hace poquito hablamos de la novela Los últimos días de Julio Verne, de Sergio Olguín, y me olvidé comentarles que el libro viene con una banda sonora divina que pueden escuchar por acá. Algunas de esas canciones se colaron en nuestra lista compartida (la de todos los viernes, la que pueden encontrar siempre en este enlace).
También sumé canciones que suenan a lo largo de los capítulos de Bebé reno, con Wilco, Roxy Music, King Crimson y Karen Ann a la cabeza.
¡Hasta la próxima!
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