Mientras Lucas González agonizaba en el hospital, Silvia Irigaray, integrante de Madres del Dolor, respondía esta pregunta: “¿Qué opina del caso George Floyd?”. Era la tercera charla a estudiantes que daba en el día. La inquietud de ese alumno refería al caso del hombre que fue asfixiado por un policía durante una detención. Ocurrió el año pasado, en Mineápolis, Estados Unidos. Silvia respondió rápido: “No hace falta que vayas tan lejos”.
Y cuando la noticia fue que el juvenil de Barracas Central había fallecido, Silvia dijo a elDiarioAR: “Esto es un retroceso. La sociedad va a volver a mirar torcido a la Policía. Pero las fuerzas de seguridad se tienen que encargar de hacer las cosas bien, porque sino es el Estado el que te mata. A estos 'policías' les da placer matar. Estos casos me hacen pensar que la violencia institucional no termina más”.
Silvia Irigaray es la madre de Maximiliano Tasca (25), uno de los tres jóvenes fusilados por un policía en la madrugada del 29 de diciembre de 2001. Su hijo, de 25 años, había coincidido en el kiosco de una estación de servicio con otros tres jóvenes, uno de ellos amigo de la infancia. Los jóvenes compartían una cerveza mientras miraban en el televisor imágenes de los días previos: una represión que dejó más de 30 muertos en todo el país luego de la renuncia del presidente de entonces, Fernando de la Rúa.
Cuando en la pantalla vieron que un grupo de hombres golpeaba a un policía, Maximiliano comentó: “Una vez que les toca a ellos...”. Juan de Dios Velaztiqui, el policía que estaba de custodia en el lugar, gritó “¡Basta!”, desenfundó su arma reglamentaria y abrió fuego. Les disparó por la espalda. Maximiliano y su amigo Cristian Gómez (25) murieron en el acto. Adrián Matassa, de 23 años, murió en el hospital unas horas después. Velaztiqui había sido jubilado “por mal comportamiento” y vuelto a reincorporar. La historia se conoce como Masacre de Floresta y el policía fue condenado a perpetua. Fue la primera vez que un agente de la Policía Federal recibía esa pena por un caso de gatillo fácil.
Desde 2003, invitada por Gustavo Beliz --que entonces era ministro de Justicia de Néstor Kirchner--, Silvia ofrece charlas a policías en formación. Cuenta, entre otras cosas, que a su hijo lo mató un policía en funciones. “Días como hoy, en las que un adolescente es asesinado por un policía, me pregunto si vale la pena. Porque estoy segura que los tres agentes implicados en el crimen de Lucas asistieron a mis charlas. Yo y tantas madres que pasamos por lo que ahora está pasando la mamá de Lucas, esperamos que no le pase a nadie más. Nosotras, igual, no vamos a bajar los brazos”, dice Silvia.
VDM