Russell Brand, el cómico que políticos y periodistas usaron para atraer al público joven y ahora está acusado de violación

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

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Unos días antes de las elecciones generales de 2015, Ed Milliband, candidato laborista a primer ministro del Reino Unido, intentó un último movimiento para atraer votos en su ya desesperada carrera contra David Cameron. Aceptó una entrevista con Russell Brand, cómico, presentador y actor de entonces 39 años que se había pasado a YouTube después de marcharse de la BBC por una broma sexual sobre la nieta de un actor. 

En la década anterior, Brand había presentado un programa en la radio de la BBC y un concurso estilo Gran Hermano en un canal de la televisión privada Channel 4, hacía tours de monólogos cómicos por todo el país, había actuado en varias películas en Estados Unidos y le llamaban para presentar premios musicales. Había estado 14 meses casado con la cantante estadounidense Katy Perry y también había participado en alguna actuación con ella.

En Reino Unido, se presentaba como anti-establishment y estaba orgulloso de no estar ni registrado para votar, pero criticaba a menudo a los tories y en Estados Unidos había pedido el voto para Barack Obama. Ya entonces era un representante típico de lo que en Reino Unido se llamaba la “lad culture” (algo así como “la cultura de los tíos”), jóvenes de clase media con un estilo estudiadamente desarrapado, inclinación grosera y un mensaje misógino celebrado por los tabloides de la época, como detalla Zoe Williams, una de las pocas periodistas británicas que criticó entonces lo que veía.

Él hacía chistes sobre mujeres que se atragantaban con su semen, el erotismo de las presentadoras de noticias o la violación y el asesinato de mujeres incluso cuando todavía estaba en la BBC. En aquellos años ya había quejas sobre el comportamiento de Brand; una cantante australiana lo acusó en 2006 de acoso sexual y lo describió como “un depredador”. En 2008, durante la grabación de su programa en la BBC, Brand orinó en un vaso dentro del estudio y, cuando el técnico se quejó de que temía que dañara el equipo y “no quería ver su pene”, Brand le arrojó un CD.

Ahora cuatro mujeres lo acusan de abusos sexuales y, en un caso, de violación, según una investigación periodística conjunta del Times, el Sunday Times y un programa de Channel 4. Los supuestos abusos coinciden con el periodo en que Brand trabajaba para la BBC y el propio Channel 4. Entre las mujeres que lo acusan de abusos entre 2006 y 2013 está Alice (un pseudónimo para proteger su identidad), que entonces tenía 16 años. La policía de Londres anunció esta semana que ha recibido una denuncia por asalto sexual contra Brand que ocurrió en 2003. Y el Times ha dicho que está comprobando otras denuncias.

Brand niega las acusaciones y ha sugerido que hay “una agenda” contra él. Ahora tiene 48 años, se dedica a su canal de YouTube, vive en una casa de campo cerca de Oxford y tiene un pub para grabar sus programas. Reconoce comportamientos sexistas en el pasado y asegura que ha cambiado después de casarse por segunda vez y tener hijos.

No es la primera vez que el humorista se ha enfrentado a acusaciones de abusos. En 2018, participó como jurado en un concurso en Comedy Central y una colega le dijo delante de las cámaras que era “un depredador sexual” (esa parte no se emitió y Brand solo duró una temporada), según Deadline, un medio especializado en noticias de cine y televisión. 

La BBC, en cuestión

La BBC y Channel 4 dicen ahora que han lanzado investigaciones internas para entender qué pasó en los años de las acusaciones y qué hicieron los gestores entonces. 

Entretanto, la BBC ha eliminado parte del contenido que incluye a Brand y que todavía se puede ver en las aplicaciones de vídeo y audio donde está el archivo. La radiotelevisión pública, obligada a estándares más estrictos que el resto de medios, asegura que hay “contenido limitado” de Brand en sus actuales plataformas pero que “ha tomado la decisión de eliminar parte de él, después de haber concluido que está por debajo de las expectativas públicas”. Channel 4 y Comedy Central también han eliminado segmentos de sus archivos.

De acuerdo con la investigación de Channel 4 y el Times, la BBC recibió al menos una queja por un nivel “de agresividad y falta de respeto alarmantes” sobre Brand cuando trabajaba para la radio entre 2006 y 2008. Varias personas encargadas de los estándares de la BBC se preguntan ahora cómo el humorista pasó el corte con comportamientos que no respetaban las guías más básicas de la radiotelevisión pública, incluso las más laxas para los programas de entretenimiento.

Pero los medios, igual que los políticos, que se querían acercar a una audiencia más joven recurrían a menudo al humorista, incluso cuando ya se había pasado a su canal de YouTube porque había polémica sobre los límites de sus supuestas bromas. 

“Glamour provocador”

Entre 2014 y 2015, Brand fue columnista del Guardian, donde escribía artículos sobre el racismo en el fútbol o la desigualdad, le seguían haciendo entrevistas en los programas de máxima audiencia de la BBC y seleccionaba noticias como editor invitado, por ejemplo del número sobre la revolución en la revista progresista New Statesman.

Su opinión importaba. En 2015, en la entrevista antes de las elecciones, Milliband le intentaba convencer de que no había fuerzas oscuras conservadoras detrás de cada decisión en el Parlamento y de que sí era importante votar. 

Tenía “glamour provocador”, según explica la columnista del Guardian Gaby Hinsliff en un artículo titulado “Tienes razón por estar enfadado sobre Russell Brand y el establishment, viejo y nuevo, que le dio su poder”. Hinsliff recuerda cómo hasta las mujeres y colegas presentadoras se reían de sus chistes machistas: “Brand se hizo famoso en un momento en que las mujeres, para parecer sofisticadas y libres, a menudo sentían la presión de reír sobre cosas que en realidad las hacían sentir incómodas”.  

En 2015, a Owen Jones, columnista del Guardian, le pareció una gran noticia que Brand pidiera el voto para Milliband y creía que incluso podía ser un problema serio para los tories si el humorista conseguía movilizar a los jóvenes. El líder laborista entonces perdió las elecciones y, poco después, Brand se pasó al mensaje más radical de su sucesor, Jeremy Corbyn, cuyo ascenso el cómico se atribuía. 

Ahora Corbyn acaba de anunciar que Brand ya no estará como co-autor en una antología de poesía que el ex líder laborista edita y que se va a publicar en noviembre. El libro incluía los versos del cómico junto a los de Shakespeare, el cineasta Ken Loach y líderes sindicales.

Anti-vacunas y otros bulos

A medida que crecía su audiencia en YouTube –tiene más de seis millones de suscriptores y entre 500.000 y un millón de personas suelen ver sus vídeos–, Brand giraba más hacia los bulos, la venta de pseudoterapias y los mensajes contra los medios, la ciencia y las grandes empresas. 

Así, su actual programa, en versión vídeo y en versión podcast, lleva años mezclando mensajes anti-vacunas, bulos rusos sobre Ucrania, campañas contra las restricciones de tráfico y alabanzas a Donald Trump (el expresidente llamó a Brand “perdedor” cuando se casó con Perry, aunque después lo invitara a sus fiestas). También ha apoyado a comentaristas de la extrema derecha de Estados Unidos como Tucker Carlson. Mientras intenta construir su audiencia en inglés entre amantes de mentiras y conspiraciones, él dice que sólo hace “preguntas”.

Tras las acusaciones de abusos sexuales, Donald Trump junior compartió una foto de Brand de una cuenta llamada “hombres censurados” junto a las de su padre y expresidente de Estados Unidos, Julian Assange, el fundador de Wikileaks, y Andrew Tate, el bloguero británico acusado de violación y tráfico de personas. “¿Ves un patrón?”, escribió Trump junior.

YouTube anunció este martes que Brand ya no recibirá dinero a través de su plataforma, ni de los anuncios por los clicks generados ni de peticiones de apoyo de los suscriptores de su canal, por haber violado su política de “responsabilidad de los creadores” que cuelgan vídeos en su canal.

Aunque ha perdido la popularidad que tenía en Reino Unido hace años, Brand sigue teniendo un espacio en nichos ultras de la audiencia y sigue haciendo tours y publicando libros. También interviene de manera ocasional en películas, como Muerte en el Nilo, de 2022.

Según explica al Guardian Sara McCorquodale, consejera delegada de la agencia de análisis de redes sociales CORQ, el canal de YouTube le podía dar hasta 4.000 euros por cada vídeo solo con clics y así sumar ingresos de cerca de un millón al año.

Brand tiene un canal en Rumble, una plataforma canadiense alternativa a YouTube preferida por la extrema derecha en Estados Unidos y que ofrece servicios a la red social creada por Trump. Se trata de una plataforma más minoritaria y menos lucrativa aunque más cercana al nicho que busca Brand. El contenido que más le gusta a su audiencia, de acuerdo con McCorquodale, es “post-Trump, QAnon, ‘todo el mundo está contra nosotros’”.