Un caso que conmociona a Córdoba

La tormentosa vida de Fernando Albareda, del horror de la dictadura a ser acusado del asesinato de su madre

La familia Montoya-Albareda está atravesada por la tragedia desde hace 45 años, cuando el subcomisario Ricardo Fermín Albareda (37), un ingeniero electrónico egresado de la UTN que prestaba servicios en la Central de Comunicación de la Casa de Gobierno de Córdoba fue secuestrado la noche del 25 de septiembre de 1979 en la capital provincial por un grupo de tareas del Departamento de Inteligencia de la Policía (D2) que lo llevó hasta el centro clandestino de detención Casa de Hidráulica, en las afueras de Villa Carlos Paz, lo torturó y asesinó.

Los integrantes del grupo de tareas responsables de la desaparición de Albareda habrían descubierto que la víctima militaba clandestinamente en la guerrilla del PRT-ERP y, desde su puesto en la Policía, le pasaba información al grupo guerrillero, pese a que a mediados de 1977 ya había sido prácticamente diezmado.

Tras la trágica muerte de su padre, a los nueve años de edad, Fernando Albareda comenzó un derrotero de desgracias que tuvo un hito desgarrador este jueves, cuando fue detenido y acusado de haber asesinado a su propia madre.

Tras la desaparición de su esposo, Susana Montoya -madre de los niños Mónica y Fernando y del bebé Ricardo- se puso en pareja con un policía: el ex coronel Rodolfo Campos -era el titular de la Policía en aquéllos años-; quién en diciembre de 2009 fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal Oral Federal N°1 de Córdoba por, precisamente, el secuestro, asesinato y desaparición del subcomisario Albareda.

En ese mismo juicio, junto a Campos fueron condenados a prisión perpetua el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército con sede en esta provincia, general Luciano Benjamín Menéndez; y los ex agentes Armando Cejas y Hugo Cayetano Britos; quiénes fueron encontrados culpables de los delitos de “privación ilegítima de la libertad calificada por tratarse de un funcionario público; homicidio calificado por ensañamiento, alevosía y por una pluralidad de partícipes”.

Quienes conocen a la familia Albareda confiaron que el hijo del medio de la familia, pasó a un segundo plano. La turbulencia de la preadolescencia y el desprecio de Campos hicieron que Fernando viviera entre los nueve y los 12 años de edad en institutos de menores, donde sufrió diversos abusos. Al regresar a su casa, gracias a la gestión de una maestra, pasó un corto tiempo allí y luego transitó una vida en pensiones y literalmente en la calle.

El pasado viernes 2 de agosto, cerca de las 18, un llamado ingresó al número policial 911 dando cuenta de la muerte de una mujer en su casa de calle Miguel Andrés Caminos al 4800 de barrio Ampliación Poeta Lugones. Su hijo Fernando Albareda fue quién dio aviso. Las aberturas de la vivienda estaban cerradas. El cadáver, con una herida en el cuello estaba tirado en el patio y semicubierto de hojas. Ese mismo día, a las 20, el ministro de Seguridad cordobés, Juan Pablo Quinteros llegó al lugar y se entrevistó con el hijo de la mujer asesinada. El funcionario le avisó al gobernador Martín Llaryora que se trataba de la viuda del subcomisario Ricardo Fermín Alvareda.

Muy temprano en la mañana del lunes 5, horas antes de que comenzara el velorio de Susana Montoya, Fernando Albareda le envió un mensaje a través de WhatsApp a sus “queridos y queridas compañeros y compañeras”; donde relata que estaba recomponiendo relaciones con su madre: “Me destruyeron la esperanza de poder seguir en esa construcción y lazo familiar que tan bien me estaba haciendo, no solo a mí, sino a S. y F., que sabían que existía la Susana, después la abuela Susana, para finalmente reencontrar afecto y momentos compartidos con ‘la Chueca’.”

“Toda esa imagen costó años de reconstrucción y de tratar de entender cosas que estaban en gris y que después del suicidio de mi hermana, decidí poner fin y hacer un punto y aparte, lo cual resultó porque empezamos con mi mamá una hermosa relación de simbiosis que lo que yo hacía por ella me volvía y lo ella hacía por mí también le volvía. Tomamos mates, jugamos cartas, buraco, comíamos juntos, etc. Era todo ganar... hasta el viernes”; escribió Fernando Albareda. En 2021, Mónica, la hermana mayor, falleció en Bariloche.

Familia y deportes

En 1994, Fernando Albareda se casó con C. y producto de ese matrimonio nació N., un varón:

“C. es una de mis mejores amigas del club. Fue testigo de mi casamiento y hemos ido al casamiento de ellos. Ellos están obviamente divorciados hace veintipico de años, pero lo veo de vez en cuando en el club”, confió a elDiarioAR un amigo de la juventud de Fernando Albareda y su ex esposa. “Estoy sorprendido absolutamente, pero bueno, espero que verdaderamente que no sea lo que está diciendo la Policía. Francamente me asusta pensar que ha hecho una locura así”, afirma.

Luego del divorcio con C.; Fernando rehízo su vida con M.P.; y tuvieron una hija y un hijo, S. y F. La hija estaba en el departamento familiar de barrio Villa Cabrera cuando su padre fue detenido el pasado jueves 8.

“Realmente, elegí fingir fortaleza, que se que me va a romper en mil pedazos cuando esto vaya pasando y solo estoy pensando en N., S. y F. y obviamente M.P. No soy nada si ellos, no soy nada sin ustedes, no sirvo solo, es un estado que muchas veces uno usa para disfrutar, bueno, esta soledad así, es una mierda, sin ellos y ustedes no podría dar un paso más. Estoy paralizado, estoy roto, estoy triste, angustiado y desesperado. Solo digo lo que siento y puedo expresarlo así. A mi mamá le reventaron la cabeza a ladrillazos, la apuñalaron en el cuello y no se qué más. Solo me sale decirles que no me dejen, sé que no va a ser el caso, que los amo profundamente. Que los necesito cerca y que no voy a parar”, escribió Albareda en otro de los párrafos a sus amigos, antes de que los investigadores de la policía reunieran las evidencias suficientes para acusarlo del asesinato de Susana Montoya.

Este amigo que habló con elDiarioAR recordó que Fernando “incurría en todo lo que es las cuestiones políticas, y sé que no es un tipo fácil. ¿Pero quién es fácil? ¿Vos sos fácil? ¿Yo soy fácil? Obviamente, con todas las situaciones del padre y, obviamente, de una casa destrozada a causa de la muerte prematura. No voy a juzgarlo, sí voy a ponerme a pensar que si es por dinero eso sí es juzgable y cuestionable, así que bueno, esperemos verdaderamente que Dios pueda reparar todo este desastre que los seres humanos hacemos y que lamentablemente aquellos que más van a sufrir van a ser los hijos”.

Fernando y su hermano Ricardo siempre estuvieron ligados al deporte en clubes como Palermo Bajo, Tablada y Universitario. Fernando, el mayor, entrenó las inferiores de hockey, fue árbitro y también entrenó fútbol en el Club Atlético Talleres; del cuál su papá, el subcomisario Ricardo Fermín Albareda era fanático. El menor de los hermanos, Ricardo, actualmente es entrenador de rugby en Universitario.

Su vínculo con la militancia

“No lo conozco a Fernando, yo ya hacía muchísimo tiempo que me había ido de HIJOS y creo que Fernando se vincula ya cuando empiezan los juicios de lesa humanidad, que desde que se formó HIJOS hasta los juicios, pasaron un montón de años”, señala Mariquita Llorens, integrante del grupo fundacional de HIJOS, que se reunió en la Semana Santa de 1995 en la localidad cordobesa de Río Ceballos.

Los referentes que aparecían entonces en la nueva agrupación eran los cordobeses Silvia Di Toffino y Martín Fresneda.

En octubre de 2009, cuando recién había comenzado el juicio por la desaparición de su padre, Fernando le dio una entrevista al periodista Alexis Oliva. Allí recordaba su incorporación a HIJOS en el año 2000: “Un día, Iván Ferreyra, el que edita la revista Recovecos, me escucha discutir por teléfono con el abogado que nos llevaba la causa por la indemnización de mi viejo. Era un abogado que trabaja en la Policía y lo habían puesto mi hermana y mi vieja. Se demoró tanto que me empezó a pudrir y cuando lo empecé a apretar, el tipo se escudaba en que no le habíamos entregado todos los papeles".

Albareda recuerda: “Cuando Iván escucha esa charla apareció y me dijo: ”Yo tengo el nombre de las personas que te van a solucionar el problema“. Y me anotó en un papelito: ”Agustín Di Toffino y Martín Fresneda“. Me dio los números y me dice: ”Llamales, estos tipos te van a solucionar el problema. ¿Nunca fuiste a HIJOS?“ Y le cuento que una vez crucé por la plaza San Martín, donde había un escrache a (Antonio Domingo) Bussi, y me puse a charlar con ellos. Con el que hablé era Emiliano Fessia, y él me dio su número de teléfono. Ese fue mi primer acercamiento a HIJOS”.

En esa entrevista de 2009, Fernando Albareda explica que “Martín (Fresneda) me citó a su estudio para que le diera los datos y pudiéramos hablar a la Secretaría de Derechos Humanos y al Ministerio del Interior, para saber dónde estaba parado el trámite. Hablamos, en definitiva, de quién había sido mi padre. Les conté el caso e inmediatamente lo agarraron como propio, porque no tenían denuncias de policías desaparecidos”.

La estrecha relación de Fernando Albareda con los dirigentes de HIJOS, principalmente con Agustín Di Toffino -secretario ejecutivo del Consejo Federal de Derechos Humanos durante el gobierno de Alberto Fernández-; y Martín Fresneda –secretario de DDHH de la Nación durante el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner- le posibilitó ingresar como asesor de Fresneda en su paso como legislador cordobés (2015-2019) y luego en la Secretaría de DDHH nacional, donde estaba a cargo en Córdoba del Centro de Integración de Migrantes y Refugiados, que depende también de la Organización Internacional de Migrantes (OIM). Durante 2023, a través de un convenio entre la Secretaría de DDHH nacional y la Policía cordobesa, Fernando Albareda dictó cursos y charlas a los cadetes aspirantes en fuerza, relacionados a la Protección de Testigos.

La caída

El 8 de diciembre del año pasado, mientras terminaba el ciclo lectivo de los aspirantes a policías, en la casa de Fernando Albareda, en barrio Villa Cabrera, aparecieron carteles con amenazas: “Sos hijo de terrorista. Se terminaron los amigos de la Policía”; “No vayas más a la escuela ni a Jefatura”, “va a morir”, y el “te vamos a juntar con tu papito”. Los mensajes escritos con fibra negra y recortes, tenían dibujadas cruces esvásticas. Además, en el lugar aparecieron seis balas calibre .22. Esa causa la investigó, sin resultados, el fiscal Juan Pablo Klinger, el mismo que ordenó detener a Albareda por el asesinato de su madre.

El propio intendente Martín Llaryora, que dos días después iba a sumir como gobernador de Córdoba, se solidarizó en las redes sociales con el hijo del subcomisario desaparecido: “Expreso mi enérgico y firme repudio a las amenazas que sufrió un integrante de la agrupación Hijos Córdoba”.

Ese mismo día, Juan Pablo Quinteros, que estaba a punto de asumir como ministro de Seguridad se solidarizó con Albareda y en ese encuentro, la presunta víctima de las amenazas se acercó y le solicitó que le resolviera la reparación histórica de su padre.

En marzo pasado, el ministro Quinteros -en nombre del Estado cordobés- le hizo entrega en el edificio de la Jefatura de Policía de la reparación del legajo de Ricardo Fermín Albareda a sus familiares y seres queridos. El acto reparatorio de legajos de empleados públicos desaparecidos durante la pasada dictadura cívico militar se enmarca en la Ley 10.874.

El reconocimiento por parte del Estado, autorizaba “el pago del cien por ciento (100%) del subsidio por fallecimiento, a favor del señor Fernando Armando Albareda y de la viuda, Susana Beatriz Montoya, por el monto de $76.447.970”.

Segun declaró a los investigadores y periodistas, alertado porque no le respondía el teléfono, el viernes 2 de agosto pasado, cerca de las seis de la tarde, Fernando Albareda llegó a la casa de su madre Susana Montoya, en Miguel Andrés Caminos 4.880 de barrio Ampliación Poeta Lugones. Al no poder entrar a la vivienda le pidió a una vecina que lo deje subir al techo para ver hacia el interior de la casa materna. Allí vio el cuerpo de su mamá, tirado en el patio. Llamó a la Policía y allí Fernando y los agentes encontraron una nueva amenaza presuntamente de elementos ligados a la dictadura cívico-militar: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos. #Policía”, escrito presuntamente con lápiz labial rojo en una de las paredes de la casa de la víctima.

En el mensaje de Whatsapp enviado el lunes, Albareda le confiaba a sus más cercanos: “Me río de los nervios, lloré mucho, me abrazo con todo lo que se me cruza y voy buscando la manera de ponerle palabras al espanto. Esta vez, cruzaron un límite que yo no imaginaba”; “Ahí se me derrumbó el mundo entero. No tengo una sola palabra que pueda describir lo espantoso del momento que estoy viviendo. Temo por mí. Temo por mi familia, mi hermano. Por cada uno/a de nosotros/as”, ratificando su sospecha hacia elementos policiales.

Tras su detención, trascendieron algunos detalles, por ejemplo, que la noche del viernes, cuando Fernando y Ricardo se encontraron en la vivienda de Susana, el hermano mayor le reclamó al menor “¿por qué hiciste esto?, si todos íbamos a cobrar la reparación de papá”; tratando de desviar la investigación hacia Ricardo, que vivía con la madre. Los investigadores de Homicidios, comenzaron a investigar al menor, pero esa línea quedó descartada cuando se comprobó que el jueves a la hora del asesinato estaba en Villa Carlos Paz con sus hijos.

Las filmaciones, las pericias grafológicas, los cruces de teléfonos, las huellas dactilares y la presencia de ADN, además de testimonios de testigos situaron a Fernando Albareda en la casa de su madre, en el mismo momento en que era asesinada.

El viernes, el defensor de Albareda, Claudio Juárez Centeno había insistido con la sospecha de elementos de la Policía cordobesa ligados a viejos elementos de la dictadura, que podrían haber armado una escena para inculpar a su cliente. Ayer, en cambio, le dijo a elDiarioAR: “Fernando es una víctima del terrorismo de Estado. Hace 45 años mataron a su padre y lo hicieron desaparecer. Después, Susana comienza una relación sentimental con uno de los policías que es condenado por las torturas y desaparición de su padre; pero en el medio, Fernando es internado en institutos de menores donde sufre todo tipo de abusos. Evidentemente, es un producto de esta sociedad que lo sometió a esta tragedia”.

DM/GM