Según datos oficiales del Instituto Nacional de Cáncer, en Argentina el cáncer de mama tiene una cifra de incidencia de 22.024 casos anuales, lo que representa el 32,1% de todos los tumores malignos, con una tasa ajustada por edad de 73,1 casos por cada 100.000 mujeres.
“Su incidencia se encuentra en aumento debido a la mayor esperanza de vida, el crecimiento de la urbanización y la adopción de modos de vida occidentales. Una de cada ocho mujeres que viva hasta los 80 años va a desarrollarlo a lo largo de su vida”, asegura la Dra. Melisa Fischman – especialista en oncología – MN 125920 CIMA - Centro Integral de Mastología en diálogo con elDiarioAR.
Las personas cuyo sexo asignado al nacer es femenino tienen mayores riesgos de padecer cáncer de mama. Sólo el 1% de los casos diagnosticados anualmente en el mundo afectan a personas cuyo sexo asignado al nacer es masculino.
Si te disgnostican, a pesar de todo respirá hondo y dale para adelante, es muy importante ser positiva y mirar el lado bueno de lo que está pasando. Ahora miro las cosas con otros ojos y todo comienza a tener otro sentido
Eugenia es de Burzaco, es casada, tiene dos hijas, es farmacéutica y cuando tenía 38 años se enteró que tenía cáncer de mama. Se curó. Ahora cuenta su historia para concientizar a las mujeres y motivarlas a que hagan sus controles.
“Cuando nace mi segunda hija en 2019, comencé con la lactancia y al tiempo me sentí un bultito en la mama derecha, que ya lo había notado en el embarazo pero mi médico me decía que no era nada, que siga dando la teta todo lo que quiera y cuando terminara con la lactancia recién ahí iba a poder hacerme una ecografía mamaria porque sino las imágenes se iban a ver mal. No me quedé tranquila. En 2020 aparece la pandemia, no me podía hacer controles porque nadie me atendía, no podía hacerme estudios, entonces cuando comenzó a abrirse todo decidí ir a una consulta con una mastóloga. Cuando me tocó me dijo 'ya vas a hacerte una ecografía mamaria', y yo le dije 'pero estoy amamantando' y me dijo que no importaba. Ahí aprendí que a pesar de que estés dando de amamantar los controles se pueden hacer igual y si hay algo ahí se ve. En la eco me salió un resultado que no era favorable, eso después se confirmaría con una punción y la biopsia. Tenía un tumor maligno”, comienza con el relato.
Ella recomienda que “siempre hay que darle bolilla al cuerpo, hacer lo que uno siente, si el médico no convence buscar otro, porque es de mucha importancia agarrarlo a tiempo”.
“En la primera operación me sacaron un pedacito de la mama, se llama cuadrante y ahí buscan al ganglio centinela que es el primer ganglio por donde se puede desparramar la enfermedad para otras partes del cuerpo. No lo encontraron, entonces en otra cirugía me sacaron todos los ganglios por las dudas. Gracias a Dios dieron negativos entonces mi tratamiento fue sólo con rayos y tomar una medicación durante cinco años todos los días. No tuve que hacer quimioterapia”.
-¿Cómo fue el momento cuando te enteraste?
-Me lo dijo la médica con el resultado de la biopsia, yo estaba sola en el consultorio porque mi marido se había quedado en casa con las nenas. Recibí la noticia y fue un baldazo de agua fría. Es fuerte, difícil llegar a casa y contarlo, las nenas no entendían nada, no lo conté enseguida a la familia hasta que yo no estuve tranquila.
-¿Quiénes te acompañaron en el proceso?
-La familia cercana y especialmente dos amigas, una que es médica y siempre me apoyé mucho en ella, y la otra que es farmacéutica como yo, y como entendemos un poquito más me iban guiando y sosteniendo. Toda esa contención es muy importante, sentirte escuchado y así fue pasando todo el proceso.
Eugenia comentó que buscaba información a medida que le pasaban las cosas, se unía a grupos de chicas que estaban pasando por lo mismo, las redes sociales, eso ayuda un montón.
“Ver el cuerpo con una cicatriz es duro, más cuando se trata de la mama, y ahí es cuando me pregunté ¿por qué me pasa esto a mí? A mi me sacaron sólo un pedacito, pero a veces se saca la mama entera, y después te amigás con ella y como queda, y la vida sigue así. Ponés en la balanza un montón de cosas, no me puedo quejar del tratamiento que estoy teniendo que no tiene efectos adversos, como que hay que mirar lo bueno dentro de lo malo”. Ella aconseja a las mujeres que se hagan los controles una vez por año: “A veces pensamos que como somos jóvenes no nos va a pasar nada, pero lo bueno de esta enfermedad es justamente detectarlo a tiempo”.
“Si te disgnostican, a pesar de todo respirá hondo y dale para adelante, todo pasa, es muy importante ser positiva y mirar el lado bueno de lo que está pasando. En vez de pensar por qué me pasó a mí, para qué, uno aprende un montón de cosas de la vida, mirar las cosas con otros ojos de ahora en adelante y todo comienza a tener otro sentido”, reflexiona entre lágrimas.
-¿Seguís con miedo?
-Siempre tengo miedo de que la enfermedad avance y vuelva, pero hay que tratar de pensar en positivo. El miedo me va a acompañar toda la vida más allá de tener el alta, en cada estudio, en cada control médico. Hoy a casi tres años, me pongo nerviosa cuando voy al médico y tengo miedo.
Lo primero que me vino a la mente cuando me enteré que tenía cáncer de mama fue que no me quería morir, que tenía una hija que quería seguir disfrutando
Analía tiene 50 años, es contadora, vive con su pareja Anabella y su hija de 6 años. Tiene cáncer de mama y está en tratamiento con quimioterapia. Un día fue a un control médico porque le estaba haciendo seguimiento a un nódulo que era benigno. “No pude operarme y cuando quise hacerlo ya había mutado a tumor maligno”, cuenta. Hace unos meses cuando se enteró el mundo se le vino abajo: “Costó asimilar que ya no era sólo una operación, sino que tendría que pasar primero por quimioterapia, con todos los miedos que sólo da la palabra, y llevó su tiempo. No se si aún lo tengo asimilado del todo”, asegura.
-¿Qué fue lo primero que se te vino a la mente cuando te dieron el diagnóstico?
-Lo primero que me vino a la mente fue que no me quería morir, que tenía una hija que quería seguir disfrutando.
-¿Sabías lo que te estaba pasando? ¿Tenías información sobre el cáncer de mama?
-No tenía mucha información, lo poco que te explican los doctores. Lo que pasa es que en el momento que escuchás que tenés cáncer, lo demás queda como flotando y no llegás a entender nada. A veces busco información, pero no acerca de la enfermedad, sino qué me puede hacer mejor o ayudar al tratamiento.
Como parte del tratamiento Ana debe hacerse sesiones de quimioterapia cada 20 días. El proceso dura varias horas, ella pasó por la primera y le hizo bastante mal. “Para mí lo más difícil fueron los efectos después de la quimioterapia, el miedo a no saber hasta dónde va a llegar el malestar, si sos fuerte como para soportar todo eso, si tu cuerpo resistirá, porque literalmente sentí que la droga me iba quemando el cuerpo por dentro”, detalla.
Los pacientes cuentan que si bien es muy importante seguir las indicaciones de los médicos, el acompañamiento de familiares y amigos en este proceso es fundamental: “Puertas adentro da mucho miedo, en mi caso necesito del apoyo de mi familia y amigos, de pensar en divertirme y olvidarme. Mucha terapia para poder ver el vaso medio lleno...”.
-¿Qué le dirías a quien está pasando por la enfermedad igual que vos?
-Mi consejo sería lo que más me ayudó a mí: un grupo amplio de contención, familia, amigos, psicóloga y todo lo que te haga bien, salir, disfrutar de mi hija, vivir y disfrutar cada momento por más pequeño que sea. Llena el alma y reconforta para seguir la pelea. No bajar los brazos nunca, cuando estás flaqueando, hablarlo y sacarlo, para que no te gane el miedo.
-¿Te parece importante la difusión y que se hable de la enfermedad?
-Me parece súper importante, puedo estar tranquila porque se agarró a tiempo y hay muchas más herramientas que antes para poder combatirlo y si uno se deja estar, capaz es tarde para poder actuar. Siempre hay que estar atentas a las señales del cuerpo.
Factores de riesgo
“Las personas cuyo sexo asignado al nacer es femenino tienen mayores riesgos de padecer cáncer de mama. Sólo el 1% de los casos diagnosticados anualmente en el mundo afectan a personas cuyo sexo asignado al nacer es masculino. Asimismo, la tasa de incidencia de cáncer de mama aumenta con la edad”, dice la Dra. Melisa Fischman. “Todas las personas pueden tomar acciones para cuidar su salud y reducir sus riesgos de padecer cáncer de mama. Entre las principales recomendaciones destacamos: mantenerse en un peso y un índice de masa corporal saludable, realizar actividad física, 30 min al día, 5 veces por semana, limitar el consumo de alimentos elevados en grasa, azúcar y sal, tomar 2 litros de agua por día, evitar el cigarrillo y reducir el consumo excesivo de alcohol”.
La importancia de los chequeos
“Se ha demostrado que los controles mamarios periódicos pueden hallar lesiones de manera temprana. La detección precoz del cáncer de mama lleva a realizar tratamientos menos agresivos con altas posibilidades de cura en más del 90% de los casos”. Así lo indica Fischman.
La mamografía es un estudio por imágenes que utiliza radiaciones a bajas dosis. La Sociedad Argentina de Mastología recomienda realizarla a partir de los 40 años de forma anual en todas aquellas mujeres asintomáticas, con examen físico normal y sin antecedentes de la enfermedad. En pacientes con antecedentes de cáncer de mama en familiares de primer grado (madre, hermana, hijos) se recomienda iniciar con la mamografía 10 años antes de la edad de detección de la enfermedad del familiar más cercano. Es el único método de cribado o screening, esto significa que es un estudio que se realiza en pacientes asintomáticos y detecta lesiones de manera temprana, en una etapa subclínica, cuando aún no se palpa (detección secundaria). En casos seleccionados pueden realizarse estudios complementarios como ecografía o resonancia magnética mamaria.
Además de la mamografía, el autoconocimiento mamario es fundamental. Toda mujer debe familiarizarse con la manera en que lucen sus mamas, de manera que, si surge algún cambio, pueda notarlo y realizar la consulta médica. Conocer los signos a los que debemos prestar atención es importante, pero esto no reemplaza al estudio en cuestión ni a la consulta especializada. Los signos de alarma a los que debemos estar atentos son el hundimiento del pezón, secreción o salida de líquido por el pezón, enrojecimiento de la piel, nódulo palpable o cambio de textura de la piel. Y es fundamental asistir a una consulta médica anual a partir de los 30 años.
Tomar conciencia, no solo el 19 de octubre
La Dra. Fischman asegura que en la sociedad “hay conciencia, pero siempre es bueno seguir concientizando con campañas de prevención, no solo en octubre, sino durante todo el año”.
Acompañamiento emocional y psicológico
“Es fundamental tomar conciencia de que este tipo de enfermedades impactan en todo el organismo y, por ello, más allá del tipo de tratamiento indicado, es importante hablar con el profesional que acompaña en el proceso para poder detectar la medida justa de las dosis a recibir. Desde un inicio, todos podemos imaginar el impacto emocional que puede tener sobre nuestro corazón el enfrentarnos a la noticia de un cáncer de mama. Tampoco caben dudas que el estrés vivido por dicho padecimiento juega un rol fundamental. Por ello, es importante que los pacientes se sientan acompañados durante estos procesos y logren perder el miedo. Siempre que se toman medidas preventivas y/o de control es más factible evitar o disminuir las complicaciones o efectos adversos de la terapéutica indicada. El profesional tratante definirá cuál es la mejor opción para cada paciente según el tipo y estadío de cáncer de mama, teniendo en cuenta las comorbilidades y evaluando el riesgo/beneficio”.
Consejos
Para las mujeres que están transitando la enfermedad “les recomiendo seguimiento por equipo multidisciplinario con mastólogo, oncólogo, imagenología y psicooncología. Para transitar la enfermedad acompañado/a y con un equipo de contención”, cerró.
NB