Cuatro meses, más de 7.000 casos y tres fallecidos después, la viruela del mono remite en España. Al referirse a este brote, los expertos evitan hablar de “control” o de “final” porque, como se encargó de mostrar la pandemia de coronavirus, las consecuencias de un virus inesperado pueden prolongarse durante años. Con todo, médicos e investigadores reconocen que el peor momento de contagio de monkeypox se vivió en nuestro país en los meses de mayo, junio y julio y que, a día de hoy, el número de infecciones sigue disminuyendo.
Se trata del brote de viruela símica fuera de África más grande registrado hasta la fecha, y las principales preguntas que se hacen los encargados de su estudio tienen que ver con el momento en el que se inició y con su potente capacidad de contagio. Solo en España, ya se han registrado 7.037 contagios, dos fallecidos por una encefalitis asociada y una tercera muerte “con infección concomitante con monkeypox”. En el resto del mundo se han diagnosticado más de 58.000 casos en un centenar de países y más de 20 muertos. De estos datos, los expertos extraen dos conclusiones. Una positiva: que el virus es mucho menos letal que en algunas de sus versiones africanas; y una negativa: si esta infección –y muchas otras– siguen sin abordarse de manera global, las pandemias dejarán de ser algo extraño.
“El número de casos fue explosivo en el mes de julio, pero ahora estamos en un nivel mucho más bajo. Ahora no somos el país que más nuevos casos tiene”, confirma Vicente Estrada, experto en enfermedades infecciosas del Hospital Clínico San Carlos, que todavía no se atreve de hablar de fin en este brote. “No me atrevo a decirlo todavía porque seguimos viendo casos. Entre el Clínico y el Sandoval, la semana pasada hemos visto a siete nuevos pacientes, por lo que podemos afirmar que la enfermedad sigue activa. No ha desaparecido”, sostiene.
Para el doctor Javier Membrillo, portavoz de la Sociedad Española de Infecciones y Microbiología Clínica (SEIMC) y jefe de sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, la desaparición total del virus en España“es muy poco probable”. Por un lado, cree que el hecho de que no se notifiquen todos los casos por temor al estigma hará que la enfermedad siga “circulando de manera residual en ciertos entornos”. Por otro lado, “conforme se traslade el mensaje a la población de que la infección está controlada”, se producirá cierta “relajación”, como suele pasar con las enfermedades infecciosas, y que se produzcan más contagios. “En los próximos años la viruela del mono va a seguir entre nosotros”, zanja Membrillo.
Aun sin darla por concluida, la evolución de la ola de contagio está ahora en su momento más bajo desde principios de junio. Según los datos del Ministerio de Sanidad, en la primera semana se notificaron 40 contagios y en la peor semana de julio llegaron a notificarse 1.174 infecciones en siete días. En los últimos siete días, se han contabilizado 153.
“Los brotes de la viruela del mono, que no se habían dado de este modo fuera de África, terminan siempre por autocontrolarse. Llega un momento en el que no se producen más cadenas de transmisión”, explica el catedrático de Inmunología en la Universidad de Valladolid Alfredo Corell, que añade que la mejor manera de extinguir un brote de este tipo es el “autoconfinamiento” para que las personas diagnosticadas dejen de transmitirlo. “Desde luego, es mucho más fácil de contener que la COVID-19”, remata. Las comparaciones con la pandemia son inevitables.
Corell también descarta un repunte al estilo del coronavirus, pero no que un nuevo brote se pueda producir. Para prevenirlo, el inmunólogo insiste en una mejor definición de cuáles son los grupos de riesgo antes de proceder a su vacunación y critica que en algunos casos se haya inyectado la dosis contra la monkeypox a personas que realmente no pertenecían a un grupo prioritario. “Hubo un efecto llamada y se vacunó a mucha gente que no estaba en situación de riesgo”, critica. Corell pide también fortalecer los sistemas de detección precoz, para cortar las cadenas de transmisión cuanto antes, y tratar el asunto de manera global.
La OMS pide no “bajar la guardia”
Todos los expertos, en línea con la Organización Mundial de la Salud (OMS), piden no dar el brote por concluido. El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, admitió esta semana que las cifras a nivel global seguían una tendencia descendente, pero como sucedió en cada bajada de la curva de la COVID-19, dijo que no era momento “para relajarse o bajar la guardia”.
“Países y comunidades afectadas deben continuar trabajando y los sanitarios siguen necesitando el apoyo en su preparación para diagnosticar y tratar nuevos casos, así como para evitar infecciones”, añadió Tedros. Esta semana, el dermatólogo Josep Riera-Monroig explicaba en una entrevista con este diario que, una vez analizada la clínica, una parte de los estudios se centran ahora en saber cómo tratar las posibles complicaciones en forma de cicatrices causadas por la viruela. El doctor Estrada añade que el Clínico San Carlos participa en diversas investigaciones a nivel europeo centradas en la transmisión, los tratamientos y las vacunas.
El director de la OMS también pidió seguir realizando esfuerzos en la secuenciación del genoma de este virus “para entender mejor cómo está evolucionando”. Secuenciar el genoma importa porque al hacerlo se puede saber cómo se va a comportar la enfermedad, explica Estrada. A finales del mes de mayo, el Instituto de Salud Carlos III secuenció el genoma completo del virus de monkeypox que circulaba en España y concluyó que se trataba del clado (la familia, simplificando) de África Occidental, la variante más leve conocida.
Al mal tiempo buena cara
A diferencia de lo que ha pasado estos dos últimos años con el coronavirus, para el caso de la viruela del mono la llegada del frío puede ser beneficiosa, comenta el epidemiólogo Mario Fontán. “En verano se han reunido factores de movilidad, encuentros y aglomeraciones que pudieron beneficiar al virus. La vuelta a la temporada regular de trabajo puede favorecer a que la tendencia descendente se mantenga y se reduzca el número de casos”, argumenta el especialista, aunque ve “difícil de prever” que pueda o no producirse un pico de contagio.
“The Lancet hace unos años ya sacó un número en el que analizaba el aumento de enfermedades emergentes, el preocupante número de zoonosis que se estaban produciendo y ponía el foco en una serie de factores que ahora ya conocemos bien”. Mejorar la vigilancia epidemiológica, modificar la manera en la que la sociedad se relaciona con la naturaleza y pensar en lo global son los puntos clave para evitar el azote de un nuevo virus.