Amazon Web Services (AWS), la división de servicios de computación en la nube del gigante del comercio electrónico, acaba de desembolsar 650 millones de dólares (algo menos de 600 millones de euros) para adquirir un nuevo centro de datos en Pensilvania, EEUU. Una operación sin mayor trascendencia para AWS, que controla aproximadamente el 30% de este mercado, si no fuera por la infraestructura que se ubica justo a su lado. Se trata de una central nuclear y una de las claves del contrato es que Amazon tendrá acceso directo a su energía.
El nuevo centro de datos de Amazon se llama Cumulus y tendrá un consumo de 960 megavatios. Es uno de los primeros del mundo que estarán potenciados con tecnología nuclear y da idea de las enormes necesidades energéticas de la inteligencia artificial respecto a la computación tradicional. Su construcción fue una apuesta de Talen Energy, la empresa que opera la central, que con sus 2,5 gigavatios es la sexta más potente de EEUU.
La energía para potenciar los centros de datos siempre ha sido un quebradero de cabeza para las empresas que los operan. Hasta ahora los proveedores de servicios en la nube como AWS habían preferido evitar la nuclear por los problemas de seguridad añadidos que implica colocar sus instalaciones adyacentes a una central. También por cuestiones de imagen, ya que las multinacionales de la nube se esfuerzan en conseguir la etiqueta verde para los consumos intensivos de sus centros de datos.
La decisión de Amazon podría ser la primera señal de que eso está cambiando con la llegada de la IA. La nuclear, pese a todas sus contrapartidas, permite a los gigantes digitales asegurar que sus operaciones no tienen huella de carbono. “Para complementar nuestros proyectos de energía eólica y solar, que dependen de las condiciones climáticas para generar energía, también estamos explorando nuevas innovaciones y tecnologías e invirtiendo en otras fuentes de energía limpia y libre de carbono. El acuerdo con Talen Energy para una energía libre de carbono es un proyecto que va en esa dirección”, explica una portavoz de AWS a elDiario.es.
Talen Energy, por su parte, se ha congratulado de que su apuesta de por vincular la nuclear a la digitalización haya salido bien. “Esta transacción proporciona un atractivo retorno de la inversión y la visión de Talen en la construcción de Cumulus”, ha dicho su presidente en un comunicado. Según ha informado a sus inversores, la operación tendrá un retorno de 2,5 veces lo invertido en el centro de datos. Además de este, Talen ha levantado también una granja de minado de criptomonedas junto a la central, otra actividad con un consumo muy intensivo.
Salvo por el suministro eléctrico directo que le proporcionará la central, el contrato entre Amazon y Talen Energy es el más habitual en el sector. Lo que Talen facilita son las instalaciones en las que AWS montará los servidores donde reposará su nube y pensará su inteligencia artificial. Un esqueleto preparado para acoger esa tecnología y asegurarse de que esté en todo momento a la temperatura y humedad óptima para funcionar.
La voracidad eléctrica de la IA
“Es un hecho cierto que la inteligencia artificial exigirá mayores potencias de computación y por tanto de consumo eléctrico”, afirma Manuel Giménez, director ejecutivo de Spain DC, la patronal de las empresas que gestionan centros de datos en España. “Tanto en en el entrenamiento del modelo como en su utilización, de lo que se trata es de disponer de grandes cantidades de datos que permiten ir ganando rigor y capacidad a la inteligencia artificial. Eso requiere un procesamiento de datos muy intenso, con nuevas tecnologías que alcanzan capacidades de computación que hasta hace muy poco tiempo eran absolutamente impensables”, explica.
“Ahora, donde había racks [estructuras metálicas similares a armarios o bastidores donde se organizan los equipos informáticos en los centros de datos] de tres kilovatios, vamos a poder ubicar racks de 90 o 120 kilovatios que incrementan exponencialmente la capacidad de computación”, continúa Giménez.
España no escapa del dilema sobre cómo satisfacer la voracidad eléctrica de la IA. El país ha conseguido atraer en los últimos años los centros de datos de Google, Microsoft, Meta, IBM o la propia AWS, así como los de otras empresas que los operan de manera independiente.
Con la nuclear en manifiesto retroceso, el punto fuerte de España para convertirse en uno de los polos europeos de conectividad digital ha sido su alta disponibilidad de renovables. “Es el secreto, un secreto a voces más bien, por el que España se ha constituido como alternativa a los grandes centros de interconexión”, dice el responsable de la patronal de centros de datos.
AWS recuerda en su comunicación con este medio que los tres centros de datos que la multinacional tiene en Aragón, la sede de su nube en Europa, se potencian totalmente con energía renovable. La compañía tiene tres parques eólicos y una planta solar funcionando en la región. A ellos unirá una planta solar más cuya construcción anunció el pasado octubre.
Hacer los centros de datos sostenibles
El ministro de Transformación Digital y Función Pública, José Luis Escrivá, ha articulado el trabajo de su cartera (la primera vez que la digitalización llega al rango de Ministerio en España) sobre tres “consensos”. El primero de ellos es el “refuerzo de las capacidades tecnológicas”, en el que una de las prioridades es seguir atrayendo centros de datos.
“Contamos con condiciones excepcionales de posicionamiento geográfico, clima y producción de energías renovables. Sumaremos a todo esto un nuevo marco regulatorio que favorezca la instalación sostenible de CPD [centros de procesamiento de datos], para asegurarnos de que estas infraestructuras que requieren un importante uso de energía y agua se instalan con todas las garantías medioambientales”, aseguró Escrivá esta semana en su comparecencia en el Senado para explicar las líneas generales del Ministerio.
Fuentes oficiales de Transformación Digital explican a elDiario.es que las conversaciones para ese nuevo marco regulatorio para centros de datos aún no han comenzado y su aprobación no tiene fecha. “En este sentido, la regulación va por detrás de las empresas”, presume Manuel Giménez: “Los centros de datos ya hemos adquirido el compromiso de que toda la energía que consumamos para 2030 sea renovable”.