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Hacer la compra puede ser como una batalla. Las regulaciones sobre los productos de consumo, que son especialmente estrictas en la Unión Europea, nos garantizan que los productos del supermercado no van a provocarnos daños graves, al menos dentro de un consumo moderado. Sin embargo, a veces es difícil saber si un producto de alimentación o cosmética contiene ingredientes que, aunque sean legales, puedan causarnos problemas a largo plazo.
Los consumidores nos enfrentamos a largas listas de ingredientes con nombres ininteligibles y no sabemos si son inofensivos. Esto llevó en 2017 a un grupo de emprendedores franceses, Benoit Martin, su hermano François y su amiga Julie Chapon, a crear Yuka, una aplicación móvil que escanea los códigos de barras de los alimentos y los cosméticos para dar una rápida puntuación codificada por colores sobre 100. Sólo hay que abrir la aplicación, escanear el código de barras del champú o el paquete de galletas y listo.
Un rápido vistazo muestra si un producto es potencialmente malo (verde es bueno, rojo es malo), aunque la aplicación también presenta un desglose que explica la puntuación, qué ingredientes encuentra cuestionables y ofrece sugerencias de alternativas. Yuka ha conseguido más de 30 millones de descargas, cuenta con seis millones de usuarios activos y se utiliza para escanear 2,2 millones de productos cada día.
Cómo funciona Yuka
Yuka es una app diseñada para la rapidez y la eficiencia. Al activarla, podemos escanear productos y obtener la información sin necesidad de pulsar ningún botón. La escala va desde el verde oscuro (75 a 100, la valoración más positiva) y el verde claro (50 a 75) hasta el naranja (25 a 50) y el rojo (0 a 25, la valoración más negativa). Al pulsar sobre la valoración, la app explica por qué el producto ha obtenido esa puntuación, junto con enlaces a investigaciones científicas que lo apoyan.
Las calificaciones de Yuka para los alimentos provienen de tres escalas ponderadas: un 60% de Nutri-Score, la escala propuesta por la OMS para los alimentos, que los clasifica de la A (mejor) a la E (peor), pero además factoriza un 30% de la puntuación basándose en qué aditivos contiene y el 10% se lo concede a los productos ecológicos frente a los que no lo son.
Nutri-Score se utiliza en muchos países europeos, incluida Francia, y se basa en el sistema de perfiles nutricionales desarrollado por la Agencia Británica de Normas Alimentarias. Curiosamente el Reino Unido utiliza un sistema de etiquetado diferente, con un semáforo, mientras que en EEUU solo se usa la etiqueta con sus valores nutricionales regulada por la agencia FDA.
Yuka proporciona algunas puntuaciones que pueden discrepar con este sistemas de medición. Por ejemplo, la Coca-Cola light es un 41/100 debido a sus aditivos, entre ellos el E950 acesulfamo de potasio, que en la actualidad está siendo revaluado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) por sus posibles efectos en la microbiota intestinal y el metabolismo.
Yuka se enorgullece de ser totalmente independiente y objetiva en sus valoraciones, análisis y recomendaciones de productos. Sin publicidad dentro de la aplicación, la empresa genera sus ingresos a partir de una versión premium disponible para los consumidores que deseen funciones adicionales, así como de un programa de nutrición que se vende en su sitio web.
Los productos alternativos, que se recomiendan si un alimento se considera poco saludable, se seleccionan mediante un algoritmo que incorpora tres factores:
- La categoría del producto: para recomendar el producto más similar al original.
- La clasificación del producto: para recomendar sólo los productos mejor valorados.
- La disponibilidad del producto: para recomendar un producto que pueda encontrarse fácilmente en las tiendas.
Las dudas sobre las recomendaciones de Yuka
Distintos analistas han mostrado su reticencia a aceptar ciegamente las recomendaciones de Yuka y otras aplicaciones similares. Por ejemplo, al utilizar la valoración de Nutri-Score solo de forma parcial, puede ocurrir que productos que contienen una gran cantidad de azúcar, como cereales de desayuno, aparezcan con una alta puntuación. Por otro lado, si en el alimento no aparecen las proporciones de fibra alimentaria desglosadas del total de hidratos de carbono también puede llevar a una valoración errónea.
La pérdida de puntos por el uso de aditivos también es objeto de controversia. Todos los aditivos aprobados por la Unión Europea para su uso en alimentación y cosmética han pasado estrictos controles y se encuentran en un constante proceso de revisión, como en el caso del acesulfamo de potasio. Sin embargo, como confirma la propia empresa, Yuka utiliza el principio de precaución, marcando como peligrosos aditivos en los que hay algún indicio de riesgo, sin necesidad de que se compruebe finalmente si el riesgo es real. Esto puede llevar a que un alimento se clasifique como malo porque contiene el edulcorante aspartamo, que según la OMS, la EFSA y la FDA es seguro en las cantidades usadas en alimentación, pero otro que contenga una gran cantidad de azúcar tenga una mayor puntuación.
Lo mismo ocurre con los colorantes alimentarios, especialmente el color rojo y el amarillo (los más usados), en combinación con el benzoato de sodio, un conservante, que en los primeros años 2000 tuvieron cierta notoriedad por estudios de población que los vincularon al aumento de los casos de hiperactividad en niños; una asociación que fue ampliamente desmentida en 2008, aunque Yuka no lo recoge.
¿Cambia Yuka la forma de comprar?
La facilidad de uso de la app, que se ha convertido en un fenómeno de masas en Francia, con 500.000 usuarios al día, hace pensar si está cambiando la forma de comprar de los consumidores, y si esto a su vez influirá en la conducta de los productores y distribuidores.
En un esfuerzo por comprender mejor las repercusiones sociales y de comportamiento del aparente éxito de Yuka, una consultora de innovación con sede en París, Unknowns, realizó un estudio independiente. Participaron en el estudio seis hombres y doce mujeres de edades comprendidas entre los 26 y los 65 años. Los participantes procedían de distintos sectores profesionales: obreros, estudiantes, directivos y jubilados.
Se acompañó a cada participante a una tienda de comestibles de su elección, se les pidió que utilizaran la aplicación Yuka y que comentaran su elección de productos durante la compra. En la práctica, la consultora observó que Yuka simplificaba la experiencia de compra de los participantes y les ayudaba a justificar sus elecciones. Los productos más escaneados eran nuevos, ultraprocesados o habían sido asociados a un escándalo sanitario.
El estudio reveló que Yuka era especialmente eficaz cuando desaconsejaba determinados productos por la presencia de aditivos potencialmente nocivos. Sin embargo, cuando Yuka desaconsejaba un producto por sus altos niveles de grasa, sal o azúcar, la aplicación no parecía influir tanto. En este caso, algunos consumidores decidieron comprar el producto como “capricho”.
Los resultados también revelaron que, en algunos casos, los compradores decidieron no utilizar la aplicación. Los motivos de estas decisiones variaron: algunos dijeron que la aplicación les hacía sentir que se estaban privando de sus alimentos favoritos y que, si seguían las recomendaciones de Yuka, sentirían que habían perdido su autonomía. Otros dijeron que no querían que se les avisara cuando sabían que estaban tomando una mala decisión.
Otro estudio de la Universidad de Gante, en Bélgica, corrobora algunos de estos resultados y encontró, además, que los consumidores belgas eran aún más reacios a hacer caso a la app que los franceses. Los consumidores parecen elegir deliberadamente una alternativa menos sana por motivos que están relacionados con la tradición cultural, los hábitos familiares, las marcas conocidas o la negativa a alterar las rutinas alimentarias de sus familias.
En definitiva, por las características de la aplicación y la psicología de los consumidores, es más probable que Yuka provoque un temor infundado hacia los aditivos, mientras que se consideren menos importantes los riesgos asociados al consumo excesivo de azúcar.