¿A dónde está el ruso?, pregunta Carlos Pascual, conocido por todos El Tula. Está en Doha, está en silla de ruedas y con la rodilla vendada y tiene, ya, 82 años. Acaba de terminar el último banderazo para alentar a la Selección Argentina. El mismo hombre que recién tocaba el bombo con una fuerza digna de admirar no puede caminar. Dos personas empujan la silla de ruedas.
¿Quién es el ruso?, le pregunto. “El ruso, responde, se llama Jury. Lo conocí en Moscú en el mundial pasado. Él es el que me trajo. Me pagó todo. Yo no le pregunta a qué se dedica. El tiene la plata, yo no tengo nada”. El Tula mira para atrás y grita: “Che, Carlos, llamalo al ruso así me voy al hospital”. Tenía un hematoma por un golpe con un carrito pero se preocupó porque le dijeron que tenían que ver si le amputaban la pierna. “Ni bien me dijeron eso, llamé a mi médico en Buenos Aires, pero me dijo que me quede tranquilo, que era un golpe pero que me haga ver”.
Había llegado un rato antes al banderazo en Souq Wakif y se metió directo en el medio de los hinchas con el bombo. Pasó a ser el jefe de la hinchada argentina. No salta, pero toca el bombo y canta. Elige dos clásicos.
-Volveremos, Volveremos, volveremos otra vez….
-Y vamos, vamos Argentina…...
Este bombo que traje al mundial me lo regaló Perón, es el que llevo a todos los mundiales siempre
El Tula no canta “Muchachos”, ni tampoco “Hoy hay que ganar y ser primeros”, los hits de este mundial. Aguanta unos minutos, los que aguanta en el medio de la muchedumbre. Enseguida lo ayudan a irse y se sienta en su silla. Hablamos. “Me impresiona el lujo que tienen, la limpieza, todo lo que vi en Doha, parece otro mundo”. Dice que casi no ha salido del Barwa, a dónde se está hospedando en Qatar. “Me paso el día tomando sol. Carlos, ¿a dónde es que estoy parando? Yo también tuve problemas y me quede sin alojamiento y me tuve que mudar”. Pide apurar la conversación porque se tiene que ir al hospital. El ruso sigue sin aparecer.
Qatar es el mundial número 13 del Tula. Dice que Lionel Scaloni es el mejor técnico de La Selección después de Carlos Bilardo. Dice que Lionel Messi y Ángel Di María son los mejores. “El Fideo es de los míos y los míos son los que nos van a salvar”, dice en referencia a Rosario Central, equipo en el que Ángel hizo su debut en primera y del que Tula es hincha.
Alguien lo saluda, le piden fotos. Le recuerdan que estuvieron juntos en otro mundial. Charla con un hincha de Estados Unidos 1994. Enumerar las ciudades en las que estuvieron y antes de despedirlo El Tula le dice que su mujer tiene familia en Boston. De repente me mira y vuelve a la charla: “Que Dios nos bendiga a todos los argentinos, es muy difícil lo que estamos viviendo en el país” dice y enseguida agrega: “Mejor me callo sobre lo que está pasando en Argentina, para mí es muy triste”. Le vuelva a hablar a la persona que lo acompaña. “Carlos, le pasas mi teléfono al chico”, le dice. No lo sabe de memoria. Carlos y El Tula estuvieron ya en otros mundiales juntos. “No nos sacamos ni una foto juntos, porque a Carlos lo veo casi todos los días”.
La charla se mueve hacia el peronismo, hacia el primer peronismo. Eso lo distiende por un momento, hace que se ría. “Yo estuve con Perón y Evita. En 1955 yo tenía 15 años, así que desde antes de ese momento que estuve cerca de él. Y este bombo que traje al mundial me lo regaló Perón, es el que llevo a todos los mundiales siempre”. Conocer al general, dice, fue lo más grande que le pasó en la vida. “Yo a mi hija le quise poner Eva Isabel por Evita e Isabelita, pero en ese momento en el registro civil no me lo permitieron porque me dijeron que era un nombre subversivo”.
“Nos vemos en la final”, me dijo antes de despedirnos. “Tenemos al mejor arquero del mundo. El Dibu Martínez me da mucha confianza”. Uno de los que empuja la silla me dice que está cansado. Mientras lo ayudan a salir del mercado suspira y dice: “Los argentinos nos merecemos una alegría”. Estará con el bombo en la final.
IU