La devaluación del peso oficial, que encarece las materias primas y las importaciones, y las desregulaciones, que arrancaron con el final de los acuerdos de precios con el nuevo gobierno pero se profundizaron con el decreto de necesidad y urgencia (DNU), explican por qué algunos productos y servicios se encarecieron mucho más que otros en los primeros dos meses de la gestión de Javier Milei.
El vocero presidencial Manuel Adorni asegura que la inflación del 50% del período diciembre-enero no se puede atribuir a la administración libertaria sino a la “pesada herencia” que dejaron Alberto Fernández, su vice Cristina Fernández de Kirchner y su ministro de Economía, Sergio Massa. En parte tiene razón, pero la graduación del salto del dólar oficial y la liberalización de precios son decisiones que corren por cuenta de Milei; el jefe del Palacio de Hacienda, Luis Caputo, y el desregulador de facto, Federico Sturzenegger, el economista sin cargo oficializado que ingenió el DNU y la fracasada ley Bases. Pese a que la canciller y también economista Diana Mondino sostiene que los precios de los productos encontrarán un techo cuando la gente deje de comprarlos, hay fabricantes que si no los venden acá los pueden exportar y otros que concentran tanta porción de mercado que no enfrentan la libre competencia que este gobierno tanto pregona.
A continuación, los rubros que se encarecieron más del 50%, incluso duplicaron su valor en apenas dos meses:
- 155%: aire acondicionado.
- 141%: pañales.
- 139%: café molido.
- 135%: limón.
- 132%: champú.
- 120%: nafta, gasoil y lubricantes.
- 120%: dentífrico.
- 120%: bebidas no alcohólicas, como aguas, jugos y refrescos.
- 118%: antibióticos.
- 116%: naranja.
- 117%: detergente.
- 117%: tomate en conserva.
- 111%: sal.
- 106%: aceite de girasol.
- 106%: harina de trigo.
- 105%: lavandina.
- 100%: galletitas de agua.
- 100%: arroz.
- 100%: jabón en polvo.
- 98%: jabón en pan.
- 97%: aceites.
- 97%: pan.
- 96%: desodorante.
- 95%: salchicha.
- 94%: jabón de tocador.
- 84%: agua sin gas.
- 84%: zapallo.
- 84%: leche.
- 84%: galletitas dulces.
- 83%: arvejas.
- 81%: cerveza.
- 79%: lechuga.
- 79%: hamburguesas.
- 75%: algodón.
- 71%: jamón cocido.
- 70/90%: materiales de la construcción, como ladrillos, arenas, pintura y cerámica.
- 63%: medicamentos.
- 57%: equipos audiovisuales y computadoras.
- 54%: prepagas.
- 54%: carnes.
- 53%: calzado.
- 52%: azúcar y golosinas.
- 51%: frutas.
- 50%: recreación y cultura.
La lista fue elaborada a partir de datos oficiales y privados recogidos por diversos economistas como Camila Antequera, de la consultora Orlando J. Ferreres & Asociados; Hernán Letcher, del Centro de Economía Política Argentina (CEPA); y Juan Miguel Massot, de la Universidad del Salvador.
¿Por qué todos esos bienes pudieron aumentar de precio más que el resto, a pesar del parate económico? Cada economista ofrece su respuesta.
“Principalmente porque eran productos que se habían quedado atrasados durante las políticas de control de precios del gobierno anterior, porque son productos que se vieron muy afectados por la suba del dólar oficial o porque se vieron afectados por la suba del impuesto PAÍS a los productos importados”, razona Camila Antequera, del estudio Ferreres, en referencia al alza tributaria del 7,5% al 17,5% para los bienes extranjeros, lo que atañe a los componentes de los equipo de aire acondicionado, el café o los principios activos de remedios. También apunta a sectores antes bajo acuerdos de precios, subsidios o regulaciones, como los alimentos, las bebidas y los productos de higiene en supermercados, los combustibles, los medicamentos y la medicina privada. El incremento del tipo de cambio, a su vez, impacta en los derivados de las materias primas que cotizan en dólares, como el petróleo, el trigo o el maíz; y en las importaciones de bienes finales y de insumos para la producción local.
“Hay un patrón marcado en los aumentos que tiene que ver con los derivados del trigo, por la devaluación y la liberalización de precios”, arranca Letcher, apuntando a la harina, las galletitas y el pan. “Después están los artículos de limpieza e higiene personal: no tiene otra explicación que el nivel de concentración en el segmento”, señala el economista del CEPA, que ha elabora informes advirtiendo sobre los oligopolios de marcas como Unilever en jabones y champúes, Colgate Palmolive en dentífricos o Clorox en lavandinas.
“Los productos de supermercado han tenido un aumento sustantivo, en general, por encima del promedio; alimentos, aseo personal, limpieza del hogar”, observa Massot, que advierte sobre el “impacto psicológico” de estos incrementos en el “changuito”. “Además hubo aumentos significativos en combustibles producto de la desregulación y esto afecta la movilidad, aspecto esencial y que se sufre todos los días”.
“Hubo en productos medicinales y prepagas, aspecto altamente sensible de las familias. En el caso prepagas, también es producto de la desregulación y de una posible colusión. Hubo una denuncia de la Coalición Cívica ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia por un acuerdo en cuanto aumentar entre prestadoras, a partir de la declaración pública del presidente de una de las empresas. En síntesis, los mayores aumentos se centraron en rubros críticos. Y hay que tener en cuenta que varios servicios públicos todavía no aumentaron sus tarifas, sino que fueron relegadas para febrero, marzo y abril. Por lo tanto, estos rubros seguirán aumentando, al igual que prepagas”, prevé el director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas del Salvador.
Celina Calore, economista del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), atribuye los principales aumentos a la devaluación y al DNU desregulador, que cambió las reglas de juego en los supermercados, la exportación y la medicina privada. “El Presidente dice que habrá una caída abrupta de actividad que en algún momento va a poner freno a la inflación, pero con la devaluación inicial de su gobierno era imposible que eso ocurriera al principio. La reacción fue que algunos gremios con más peso como bancarios o aceiteros reabrieran las paritarias, que la gente quemara sus ahorros para llegar a fin de mes, como dijo Milei, que la carne morigerara su aumento porque se consume menos o que los afiliados de prepagas se den de baja. Si la caída de ventas continúa, en un momento sí se frenará la inflación, pero entonces veremos que el remedio matará al enfermo”, advierte Calore.
Pedro Gaite, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), relaciona “el aumento de bienes transables (exportables e importados) con la devaluación en el marco de la eliminación de todo tipo de controles”. “También hay que tener en cuenta el agravante de que en los mercados más concentrados y oligopólicos hay más margen para que las empresas aumenten precios sin perder cuota de mercado. Después, en los precios regulados había una distorsión de precios importante, en una medida la sigue habiendo, era necesario corregirla, pero la forma de corregirla está siendo tan abrupta y rápida que genera aumentos muy fuertes en bienes y servicios, frente a salarios muy deprimidos y falta de medidas de compensación.”
AR/DTC