Dólar: el contado con liqui trepa a $ 237 y el blue sube a $ 216 en medio de un tembladeral financiero

El dólar contado con liquidación (CCL), el más operado en el mercado y que se usa para girar legalmente divisas al exterior mediante la triangulación de bonos y acciones, continúa hoy su disparada y sube 4,5%, a $ 237,74. El dólar MEP (Mercado Electrónico de Pagos), que se consigue en el mercado local mediante la compraventa de títulos públicos, también escala, un 3,7%, a $ 229,09. El blue o ilegal asciende 2,8%, a $ 216. El oficial mayorista está a $ 122,30, un 0,4% arriba. El riesgo país, que mide la desconfianza en los bonos en dólares, trepa un 3,4%, a 2.113 puntos básicos. Todo un cuadro que describe un tembladeral financiero. Habrá que ver si el Gobierno logra contenerlo. Por ahora no.

El broker Mauro Mazza, de la sociedad Bull Markets, atribuye la suba del CCL a que “muchos tenedores de bonos CER (en pesos ajustables por inflación) están huyendo al dólar”. “Mañana y pasado podría suceder lo peor. Lo que estamos viendo es que no hay vendedores en el cable (otro modo de llamar al CCL) y el MEP, sólo compradores. Está colapsado el mercado de pesos”, agrega Mazza. ¿Por qué se derrumbaron los títulos en moneda nacional desde la semana pasada, cuando organismos públicos los vendieron para financiarse y los fondos privados se prendieron a la ola vendedora? “Porque se rompió todo el mercado de fondeo del Estado, el CER está totalmente roto. Se llegó a un tope de colocación CER”, se refiere a las emisiones de deuda doméstica que venía haciendo el ministro de Economía, Martín Guzmán, hasta ahora para financiar el déficit fiscal. “A este nivel todos los inversores son concientes de que se necesitará una reestructuración en 2024 o un canje”, completa Mazza.

Así como entre 2016 y 2018, el gobierno de Mauricio Macri colocó deuda en dólares hasta que un día el mercado internacional le dijo basta, ahora la administración de Alberto Fernández tal vez esté encontrándose con que los operadores locales también pongan un freno a su apetito por las colocaciones de bonos en pesos. Tal como ocurrió en 2018, otra vez los inversores creen que el Estado ya se endeudó demasiado. Aquella vez era en dólares. Ahora en pesos, lo que es más fácil de manejar porque la Argentina emite la moneda, aunque también tiene su impacto inflacionario.

Al tembladeral se agregaron los rumores de que los economistas de Juntos por el Cambio comentaron en privado que si volvieran al poder en 2023, reestructurarían la deuda en pesos, como ya hizo Macri y su entonces ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, en 2019. “Me dicen que me atribuyen conjeturas sobre el tratamiento de la deuda en pesos en un eventual futuro gobierno. Falsas”, tweeteó el pasado viernes Lacunza. “Porque a un año y medio se desconoce la herencia, y la solvencia fiscal y financiera depende de lo que haga el Gobierno en funciones, no el anterior ni el próximo. Dicho eso, ninguna declaración, ni en on ni en off, ni en privado ni en público, de ningún funcionario o referente de la oposición puede competir con los hechos: en los primeros cinco meses, con déficit inicial de 3% del PBI e inflación trimestral anualizada orillando 100%, el gasto crece 13% arriba de la inflación y los ingresos, 2%. O sea, brecha fiscal divergente, origen de deuda futura. La mejor (única) forma de proveer certidumbre financiera es una política fiscal responsable que reduzca el déficit, no rumores para deslindar responsabilidades”, completó Lacunza.

A su vez, Guzmán negó que este gobierno vaya a defaultear los bonos en moneda nacional. Pero el mercado descree del futuro, y eso complica la estrategia del ministro de seguir recurriendo a la plaza doméstica para financiar el déficit fiscal, en lugar de ajustarlo o de cubrirlo con emisión monetaria.

Juan Manuel Pazos, de la sociedad TPCG Valores, opina que “al quebrarse la demanda por títulos del Tesoro queda una masa de pesos presionando al tipo de cambio”. ¿Por qué se quebró ese apetito? “El grueso de la demanda estaba basada en un intento de protegerse contra la inflación. Con los bonos cayendo entre 10% y 15% la semana pasada, muchos inversores llegan a la conclusión que la deuda del Tesoro es un mal vehículo para protegerse de la inflación, que a lo sumo ofrece una protección parcial. En ese contexto, lo que empezó como un par de operaciones puntuales se convierte en algo más profundo, que afecta la demanda por activos en pesos”, completa Pazos.

Un banquero considera lógica la disparada del dólar teniendo en cuenta “el kilombo que hay acá y afuera”. Es que la inflación desbocada en el mundo, la mayor en 40 años, ha provocado que sea un “lunes negro” en todas las bolsas. El S&P 500, índice de Nueva York, cae 3,8%.

En otra sociedad bursátil encuentran tres variables que impulsan el CCL: 1. “Hay mucho ruido en los bonos en pesos, en las últimas jornadas cayeron fuerte y los inversores se refugian en el dólar. 2. La intervención oficial para frenar la caída de estos títulos genera emisión de pesos y, de tal manera, repercute inmediatamente en el tipo de cambio. 3. Fuertes rescates de fondos comunes de inversión en pesos que probablemente también busquen refugio en dólares”. Otro operador coincide en ver que los inversores que vendieron bonos CER se fueron en parte a la moneda norteamericana y que las intervenciones del Banco Central para comprarlos inyectó pesos en el mercado que a la vez terminaron alimentando la demanda del CCL.

AR