En 2019, cuando ya era famoso panelista de televisión, Javier Milei llamó “héroes” a los evasores. En abril pasado, en el hotel Llao Llao de Bariloche, ante los principales empresarios del país, usó el mismo calificativo para quienes fugaban su plata de la Argentina. Antes y después de asumir la presidencia ha dicho que los impuestos son un “robo”, pero ahora los cobra y los necesita para su déficit fiscal cero. Sin embargo, ha adoptado en estos diez meses de gobierno una batería de medidas que expertos tributarios consideran un incentivo para los evasores, sus héroes.
La disolución y ajuste de personal en la AFIP
Que esta semana la Administración Federal de Ingresos Públicos haya adoptado el nombre de Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) pone el énfasis en “recaudar”, pero no en la función de “fiscalizar”, advierte el contador Ricardo Koss, exfuncionario de la Dirección General Impositiva (DGI).
Pero no se trata sólo de una cuestión nominal. También hay polémica por el despido de 3.100 agentes que, según el gobierno de Milei, entraron en la administración anterior, pese a que la planta en realidad subió de 21.934 en 2019 a 22.114 en 2023, es decir, en 180 empleados, un 0,8%. Eso sí, en 2022 había bajado a 20.858, con lo cual entraron 1.256, un 6%, el último año del gobierno anterior, es decir, cuando Sergio Massa era ministro de Economía y Carlos Castagneto, jefe de AFIP.
Más allá de la polémica sobre 2023, lo que preocupa a Koss o al economista experto en asuntos impositivos Juan Valerdi, profesor de la Universidad de La Plata, es que disminuya la planta de inspectores. Eva Sacco, directora del programa de justicia fiscal de la Fundación SES, advierte que el gasto promedio de la AFIP en relación al PBI, del 0,25%, era similar al de Portugal, pero el personal dedicado a los grandes contribuyentes era sólo el 3% del total, frente al 4% en EE UU y Chile, el 5% en Uruguay o el 13% en Países Bajos. “Despedir una gran cantidad de personal con experiencia no solo desmantela las capacidades recaudatorias sino que los libera para poner esas capacidades en manos de los grandes estudios contables y de abogados que trabajan con las grandes empresas y patrimonios”, comenta Sacco. “Aunque puede resultar un discurso tentador, reducir hasta en 3.000 trabajadores va a derivar en una mayor injusticia fiscal. Para sostener la misma recaudación con menos capacidades técnicas es necesario incrementar la presión sobre los sectores de menores ingresos. Estos sectores cuentan con menos poder de presión y acceso a especialistas y facilitadores”, agrega la economista.
La rebaja salarial de los inspectores
En la AFIP los empleados cobraban un fuerte plus por lo que recaudaban. Ya no lo harán. Los sindicatos de la DGI y la Aduana reconocen que los trabajadores del primer organismo cobraban de $2,2 millones a 3,9 millones y los del segundo, de 1,1 millones a 3,6 millones y sólo 17 altos cargos jerárquicos puestos por los gobiernos de turno se llevaban entre $17 millones y 30 millones, y ahora cobrarán como máximo 5 millones, como un ministro.
El economista Valerdi advierte sobre la rebaja salarial: considera que puede llevar a la inacción de los inspectores en las pujas contra grandes contribuyentes, batallas que demandan más esfuerzo y traen dolores de cabeza, y a concentrarse en los pequeños, o incluso podría haber incentivos a corromperse por parte de los evasores. “Puede volver la DGI corrupta que había hasta los años 80, antes de la profesionalización de los 90. Y ni hablar de la Aduana, que hasta ahora ha estado bajo sospecha”, alerta el profesor de La Plata. No es gratis enfrentarse a los poderosos: cuando en 2017 el entonces jefe de la AFIP, Alberto Abad, avanzó contra Mercado Libre por presunta evasión porque supuestamente estaba mal encuadrada en el régimen de incentivo del software, el presidente Mauricio Macri lo removió y puso en su lugar a Leandro Cuccioli, que en julio pasado, cinco años después de dejar el cargo, asumió como vicepresidente de la empresa de Marcos Galperin en México.
El blanqueo de capitales
Koss, Valerdi, Sacco y Alejandro Gaggero, investigador de la Universidad de San Martín e integrante del programa de justicia fiscal de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), coinciden en señalar que el perdón de los impuestos sin pena alguna que promovió el Gobierno y que aprobó el Congreso, con apoyo de la oposición dialoguista, constituye un premio a los evasores y sin ningún beneficio a los cumplidores, a diferencia de lo ocurrido en la amnistía tributaria de 2016/2017. Gaggero además señala que es el octavo blanqueo desde el regreso de la democracia y ningún otro país hizo tantos en estos 41 años. Recuerda que en general se recomienda que estos perdones sean excepcionales y sean acompañados por un mejoramiento del control para evitar la evasión a futuro. Tantos blanqueos llevan a pensar a los evasores que siempre habrá otra oportunidad de registrarse más adelante. Gaggero agrega que este sinceramiento ofrece además condiciones “excepcionalmente” favorables, porque permite blanquear sin pagar nada, a diferencia de los del pasado.
El Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI)
El RIGI, que también impulsó el Ejecutivo y recibió el respaldo de la oposición dialoguista, elimina los requisitos de presentación de documentación de precios de transferencia, que son los de las exportaciones e importaciones. Si bien las empresas deberán presentarlos en caso de inspección, su falta de información rutinaria torna más difícil el análisis de riesgo, según una especialista en tributación internacional que prefiere el anonimato. Además, advierte que las compañías tampoco deberán presentar las declaraciones juradas de ventas de exportaciones (DJVE) y no serán objeto sus importaciones ni exportaciones de precios de referencia para establecer valor.
La subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones son clásicos métodos de evasión tributaria en el mundo. Se factura de menos el envío al exterior, para encubrir ganancias y pagar menos impuesto, al tiempo que se cobra lo restante en algún paraíso fiscal. A su vez, se sobrefactura la compra desde el extranjero, para inflar los gastos, acotar los beneficios y tributar menos, mientras que ese dinero de más se gira a una cuenta en una guarida fiscal del mismo grupo empresario y desde allí recién se transfiere lo correspondiente a la adquisición.
También estas operaciones de comercio exterior fraudulentes se hacen entre filiales del mismo conglomerado en distintos países. Por último, el RIGI permite que, en relación con el impuesto a las ganancias, los quebrantos podrán ser deducidos de beneficios futuros sin limitación en el tiempo, y podrán ser transferidos a terceros, lo que podría alentar a la declaración de falsas pérdidas de manera continua.
Eliminación de valores de referencia de las exportaciones
Lo resolvió esta semana la Aduana, antes de que el abogado Eduardo Mallea deje su jefatura en manos de José Velis, y fue festejado por el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, en la red social X: “Damos por finalizado el uso de los valores de referencia para la exportación, un engendro kirchnerista fuente de burocracia y corrupción.
Su eliminación, a su vez, mejora el precio de venta al exterior de nuestras exportaciones. Hasta esta resolución ciertos sectores debían aportar una garantía para cubrir la diferencia entre el valor de exportación declarado y el de un precio de referencia (mayor) que definía la AFIP. Esa garantía implicaba un costo que reducía el precio neto de exportación.
Además de esta pérdida de rentabilidad, la operación implicaba engorrosos trámites, tanto para el contribuyente como para la Aduana. Ni que hablar de las posibilidades de corrupción que se generaban en la determinación del precio y en el proceso de devolución de la garantía. A partir de la Resolución 5587/24 todo este sistema desaparece para otorgarle más rentabilidad al sector privado y generar más transparencia y menos corrupción en el sector público“. No obstante, la experta en tributación internacional señala que el valor de referencia eliminado servía como un ”determinante de riesgo“ de evasión que ahora será eliminado. Señala que países desarrollados los requieren para evitar precisamente la subfacturación de exportaciones. De todos modos, admite que la DGI sigue contando internamente con precios de referencia para determinar si se ha facturado de menos, con lo que si quiere, puede continuar controlando.
AR