La recuperación económica que se inició tras la crisis de la pandemia impactó, finalmente, en los indicadores sociales. Según informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en el segundo semestre de 2021 la pobreza bajó 4,7 puntos porcentuales respecto del mismo período del año anterior (que fue el momento más crítico de la pandemia) y se ubicó en 37,3%, lo que significa que 16,7 millones de personas no contaron con los ingresos necesarios para cubrir la canasta básica de consumo.
Por otra parte, la indigencia, que identifica a las personas que no tienen el dinero necesario para comprar los alimentos mínimos para subsistir, volvió a niveles de un dígito y se ubicó en 8,2%, 2,3 puntos porcentuales por debajo del segundo semestre de 2021. Esto quiere decir que más de 4,1 millones de argentinos y argentinas no contaron con el dinero necesario para comer.
Si se compara con el semestre inmediatamente anterior –algo que metodológicamente no es lo más adecuado, dado que hay factores estacionales que afectan al empleo– la baja de la pobreza es de 3,3 puntos porcentuales y la de la indigencia, de 2,5.
El informe oficial difundido este miércoles revela que la pobreza cayó respecto del pico del segundo semestre de 2020 (42%), lo que permite inferir que quedó atrás el momento más duro de la pandemia. Sin embargo, la suba acelerada de los alimentos que signa los primeros meses de 2022 podría generar una reversión de la mejora, al menos parcial, en la próxima medición.
Según resaltó el Ministerio de Economía en un comunicado oficial, en el segundo semestre de 2021 salieron de la pobreza 920.400 personas respecto al semestre anterior y más de un millón respecto del segundo semestre de 2020. Por otra parte 703.300 pudieron dejar atrás la indigencia en comparación con el semestre anterior y 623.100 respecto de un año atrás.
Una vez más, los niños y niñas de hasta 14 años fueron los más afectados por la pobreza: según el Indec, el 51,4% de ellos se encuentra en esa situación. La indigencia, por otra parte, alcanza al 12,6%. Si se mira por aglomerados urbanos, se advierte que el dato de pobreza más alto corresponde a Gran Resistencia (52%), seguido por Concordia (51,5%), Formosa (45%), Gran Tucumán-Tafí Viejo (42,7%) y los partidos del Gran Buenos Aires (42,3%).
Tal como explica Leopoldo Tornarolli, economista del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), la mejora que muestra el informe se explica por dos situaciones. Una es la recuperación económica de la última mitad de 2021, que superó incluso los niveles de actividad previos a la pandemia. Otra, relacionada con lo anterior, es el crecimiento del empleo, que volvió a los niveles de fines de 2017, momento a partir del que se entró en una pendiente negativa.
Hay que detenerse sobre ese último punto. Con un nivel similar de empleo, hoy se advierte una pobreza mucho más elevada que la de 2017 (25,7%), lo que evidencia que gran parte de las personas que engrosan las filas de la pobreza son trabajadores y trabajadoras. El deterioro del poder adquisitivo del salario es lo que explica, en gran medida, que dos términos que en otro momento constituyeron un oxímoron en la Argentina convivan ahora sin problema. “Ser pobre es tener un trabajo y ganar muy poco, no llegar a fin de mes”, resume una mujer de 31 años, del barrio 21-24, entrevistada por el analista Lisandro Varela en su proyecto 50 Argentinos Dicen.
La mejora del indicador del último semestre de 2021 también estuvo ayudada por el hecho de que los bienes y servicios que integran la Canasta Básica Total se encarecieron por debajo del promedio general de la inflación, posiblemente contenidos por medidas como Precios Cuidados. “Mientras entre junio y diciembre de 2021 la inflación general se mantuvo en valores interanuales cercanos al 50%, el incremento interanual del valor de la línea de pobreza tendió a moderarse, pasando de 52% a 41% en el mismo período y lo mismo ocurrió con el valor de la línea de indigencia, cuyo crecimiento interanual pasó de 58% a 45%”, detalla Tornarolli en una columna publicada en elDiarioAR.
Pero todo indica que este factor, que contribuyó al saldo positivo de los números difundidos, no tendrá el mismo efecto en la próxima medición. El año 2022 se inició con una escalada de los precios de los alimentos, categoría principal en la canasta básica. Es necesario remontarse a 1991 para encontrar una suba de alimentos mayor a la de febrero, de 7,5% (que en el Gran Buenos Aires fue incluso mayor, de 8,6%).
“Es una mejora mayor a la que se anticipaba, si bien ya se había visto en los datos de empleo de la semana pasada que hubo una baja de la desocupación bastante importante, lo que posiblemente generó mayores ingresos en los hogares”, apuntó Eduardo Donza, del Observatorio para la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. “Igualmente, estamos hablando de números que son todavía muy altos: 1 de cada 3 personas es pobre, casi 1 de cada 10 vive en la indigencia”, matiza.
Para el especialista, la inflación es “la cuestión más seria” hacia adelante, porque “carcome los ingresos de las familias, ya sea los generados por el trabajo propio o por transferencias del Estado”. Donza consideró que para salir de la situación actual es determinante reactivar la estructura productiva y hacer acuerdos profundos entre los distintos actores (Estado, empresarios, formadores de precios, inversores, organizaciones territoriales, sindicatos), en los que todos se resignen a “perder algo”. Para reducir a la pobreza en 10 puntos porcentuales y volver a niveles de 2010 (época de opacidad estadística en la que se tomaba como referencia principal la medición de la UCA) cree que se necesita entre 5 y 10 años con un crecimiento genuino del PBI en torno al 4% anual, motorizado por actividades que generen empleo y sostenido en consensos transversales.
“Hay un desafío de fondo difícil de resolver, que es tomar medidas para mejorar la situación a mediano plazo, porque la pobreza en la Argentina no es un fenómeno coyuntural generado por la crisis de la pandemia. Hace 30 años que no tenemos niveles menores al 25%, si lo medimos como se mide ahora”, apuntó Rafael Rofman, director del programa de Protección Social de Cippec. “Estamos dejando al menos a un cuarto de la sociedad fuera del acceso a sus derechos y sus posibilidades, y también desperdiciando esos recursos humanos”.