Hace 32 años una imagen pasaría a la historia del cine y se convertiría en un icono feminista que traspasaría generaciones. Thelma y Louise se miran, se besan, y aprietan el acelerador del coche que salta hacia el precipicio. Dos mujeres luchando contra un sistema machista que prefieren el último acto de libertad y rebeldía antes que ceder. La fuerza de aquel instante sigue siendo innegable. La película de Ridley Scott no solo fue un éxito en taquilla, sino que presentaba en pantalla a dos mujeres como Hollywood no las había mostrado hasta entonces. Fuertes, independientes y apoyándose la una a la otra. No había celos entre ellas, no había odio. No eran amantes, esposas ni madres.
En 1991 Susan Sarandon ya era una estrella. Ya había incluso sido nominada al Oscar por Atlantic City y protagonizado éxitos como Los búfalos de Durham, pero también mostrado su gusto por el riesgo y el cine radical en títulos como El ansia o el clásico de culto en el que se convirtió The Rocky Horror Picture Show. Sin embargo, ningún personaje tuvo la repercusión y se convirtió en una parte tan importante del imaginario cinéfilo como su Louise, por la que estuvo nominada al premio de la Academia junto a su compañera, Geena Davis.
Sarandon se siente muy orgullosa de aquella película, y la muestra es que ha acudido al BCN Film Fest para una proyección especial del filme. Allí ha contado secretos del rodaje, como que fue ella quien tuvo la idea del beso final del filme. Tenían claro que su personaje moriría, pero no tenían claro qué hacer con el de Geena Davis. Se planteó que Louise “la empujara fuera del coche al final”, pero fue Sarandon quien escribió “la escena que está en el montaje final, con el beso”. “Eso fue algo que hice que no estaba en el guión. Esa escena la filmamos el último día en una sola toma, porque habían usado todo el tiempo con el helicóptero, y pensé que nuestros personajes se habían ganado el derecho de irse juntos. Luego fue increíble la idea de Ridley de detener el plano con el coche en el aire, con esa música… Pensé que la película solo podía volverse menos interesante si después de todo vivían”, dijo la actriz en un encuentro con la prensa donde también dijo que fue idea suya que su personaje tomara polaroids “para controlarlo todo”.
Cuando le dijo que sí a Scott, le puso una condición: que no fuera “una película de venganza”. “Había rechazado otras películas de venganza. No creo que eso sea empoderador. No quiero ser Charles Bronson. No quiero ser Arnold Schwarzenegger. Creo que mi personaje está tratando de entender qué hace que los hombres piensen que eso está bien, así que agregué algunas líneas, y eso es en lo que nos enfocamos todo el tiempo”, explica. No quería que la película fuera “un cliché sobre la venganza”, y por eso era importante que su personaje muriera, porque “tenía que pagar un precio y eso la hacía diferente a Arnold Schwarzenegger”.
Confiesa que cuando la rodaron nunca pensaron “que fuera una película feminista”. Ella estaba feliz porque, por primera vez, había “un guion con otra mujer en el que no se decía que la tenía que odiar automáticamente, que es lo que suele ocurrir en los guiones”. Cuando se estrenó hubo muchos ataques al filme, al que se acusó incluso de ser tolerante con el suicidio y mostrar un asesinato con impunidad. “Curiosamente no dijeron eso sobre Dos hombres y un destino, que era básicamente el mismo tipo de película. Fue entonces cuando caímos en que, sin darnos cuenta, nos habíamos metido en un territorio que estaba en manos de hombres heterosexuales blancos que ahora estaban muy ofendidos. Fue luego cuando tomó una vida propia como película feminista”, recuerda.
En algún momento el capitalismo fallará y se comerá a sí mismo en la forma en que lo tenemos ahora porque no puede sostenerse a sí mismo
Lo que nadie destacó en aquel momento fue “el tema de la violación”. “Creo que ahora nos sentimos más cómodos hablando de depredadores sexuales, pero mira lo que está pasando en Texas. Es exactamente lo mismo de lo que habla la película, así que no creo que haya cambiado tanto. Todos esperaban que hubiera toneladas de películas protagonizadas por mujeres después de que Thelma y Louise hiciera tanto dinero, y eso tampoco sucedió. Más tarde ha habido una explosión de mujeres muy divertidas que hicieron Bridesmaids y otras películas muy divertidas que creo que fueron increíblemente feministas, pero en términos de igualdad salarial, nada de eso ha sucedido”, continúa.
Su mirada hacia Hollywood es crítica, y sabe que los cambios no son sinceros y solo responden a un motivo, el dinero. “En Hollywood si eres viejo y gordo, entonces no te quieren. Pero sí quieren cualquier otra cosa, lo que sea que genere dinero. Hollywood no es progresista, yo soy una rara avis, pero si da dinero irán con esa historia. Ahora las historias las están contando mujeres. Muchas de ellas son actrices que han encontrado la capacidad de hacer proyectos y que, por una u otra razón, se han alineado con el poder y han producido cosas. Pero no creo que la estructura de Hollywood en sí misma haya cambiado. Thelma y Louise es un ejemplo de que eso de que si una película protagonizada por mujeres hace dinero luego hacen más, no era cierto. Si puedes convencer a algunas personas de que una película será comercial, la harán, aunque esté yo en ella y no les guste mis ideas políticas. Yo sigo trabajando. Pero no van a hacer algo porque crean que es feminista. A veces, además, ni les funciona, como ese Ocean's Eleven con todo mujeres. No funciono”, dice con contundencia.
Para Susan Sarandon, la clave es “tener buenas historias con las que las personas se identifiquen”. Encuentra el riesgo y la valentía en las series de televisión que “no tienen que atraer a un gran grupo demográfico y pueden ser mucho más atrevidas, sexys o específicas”. Hasta añora a los estudios del viejo Hollywood que “apoyaban la visión del director, mientras que ahora solo hay banqueros”. “Los majors y los estudios hicieron cosas horribles, he interpretado a Bette Davis, sé de lo que hablo, pero amaban las películas y respetaban a los directores que las hacían. He hecho un montón de películas que tienen un gran presupuesto y donde todos están involucrados en todo y dicen estupideces como que la película tiene que durar tres minutos menos. Ahora tienen fórmulas para todo. Tienen fórmulas para el casting. Miran cuántos seguidores tiene la gente, y eso es lo contrario a la creatividad. Lo estás abordando desde el punto de vista del marketing. Muchas de las películas más interesantes provienen del extranjero y luego tienen el problema de encontrar distribución”, asegura.
Aunque su discurso suene triste, se niega a considerarse pesimista. “Siempre tengo esperanza. No creo en el pesimismo. Creo que encontraremos una forma diferente de hacer las cosas. La gente está haciendo cosas en sus iPhone y hay un montón de cosas on line. Creo que será diferente, pero creo que contar historias es muy importante, al igual que la democracia es muy importante. Pero la democracia no existe en la forma en la que debería suceder porque los sistemas se han vuelto demasiado corruptos. Creo que, en algún momento, el capitalismo fallará y se devorará a sí mismo porque no puede sostenerse tal y como es en este instante. Y creo que la industria del cine no se va a sostener como la conocíamos. Pero eso no significa que la gente no cuente historias, simplemente será diferente. Quizás esas mismas personas no ganen la misma cantidad de dinero, pero no creo que desaparezca”, apunta y termina suavizando su discurso con una broma: “Eso sí, espero que no hagan robots que interpreten todos nuestros papeles”.