Tesoros y miseria en la avenida Corrientes

En Este Amor, Caetano Veloso explora la universalidad y la profundidad del amor. Lo hace a través de una sucesión de postales en las que menciona diversas identidades culturales y étnicas. El bahiano de Santo Amaro abre la puerta de nuestra imaginación para referise a Siboney, un muchacho caribeño que flota en el sol. Propone asimismo que el anagrama de Roma es tan inmenso, que supera a cualquier imperio y trasciende al astro rey y al océano, que parecen no tener fronteras.
El trovador de Cores y nomes, creador leonino de algunas de las más bellas piezas de la lírica popular de Occidente, escribió sobre judíos, yorubas, nisseis y bundos, un rei na diáspora (rey en la diáspora). Y destacó la idea de que el amor es/tiene una energía tan intensa que puede superar cualquier división, abriendo las alas y abrazando todo el abanico de la experiencia humana.
Esa fuerza se quiere capaz de trascender la explosión del Bing Bang. Va del balbuceo a los lenguajes sofisticados de la Inteligencia Artificial y contiene Poesía, acaso el género menor y sagrado al que todas las artes aspiran.
En eso anda mi amiga Gisela Ferradas, encantada como Gil con Ser Diferente É Normal, quien viajó a Kenya hace unos días para aprender sobre la vida y las danzas de una de las tantas etnias africanas que sobrevive con amor a su tierra en este mundo globalizado y cruel.
Gracias a Gise y junto a mis compañeras de Danzar & conectar vi esta semana el reestreno de Folia, en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín. Durante 60 minutos, la obra del francés Mourad Merzouki se corporiza en el Ballet Contemporáneo dirigido por Andrea Chinetti y Diego Poblete. Los bailarines están acompañados por la maravillosa soprano Graciela Oddone y por los músicos Pablo Pereira y Darío Zappia, en violín; Hernán Vives, en guitarra y laúd; Ignacio Caamaño, en cello; Hernán Cuadrado, en contrabajo y Jorge Lavista, en clave, órgano y dirección de ensamble.
Merzouki ha unido universos distintos a lo largo de su carrera como coreógrafo y maestro del movimiento. Esos territorios antagónicos lo han llevado, por ejemplo, a juntar el hip-hop con horizontes impensados, confrontándolo con otros mundos musicales y otros cuerpos.
En Folia se encuentran la música barroca del Concert de I’Hostel Dieu con la danza hiphopiana, la clásica, la contemporánea y un girador derviche que lleva al público al éxtasis. “Quería intervenir cierta música popular, no demasiado conocida por el público en general, con sonidos electrónicos, para proponer todo un nuevo abordaje de la coreografía”, dice Mourad. “El diálogo es singular e imprevisto. En la misma linea, deseaba que la barrera que con frecuencia separa a los bailarines y los músicos se volviera porosa, integrando a estos últimos en la obra”. Con esa organicidad pone en escena a todas y todos y la gente extasiada viva y se vivifica.
Dice el psicoanalista, dramaturgo, actor, director y crítico teatral Pablo Zunino Spitalnik que no nos perdamos Yo, Fedra, interpretada por Ingrid Pelicori, dirigida por Analía Fedra García.
El unipersonal está a metros del San Martín, nomás cruzando la avenida Corrientes, en el CCC. “En la soledad y el sometimiento de Fedra a Teseo, mayormente ausente y ocupado en guerras y crueldades, irrumpe la pasión irrefrenable e indisimulable cuando Hipólito, el hijo de Teseo, se muestra en todo su desparpajo juvenil, en su fortaleza y belleza corporal, en su don poético, en su amor a la naturaleza y a la vida”, escribe Zunino, amigo de la gran Olga Cosentino, una de las mejores observadoras de la escena argentina e internacional, sensible, rigurosa, amable.
“Pero la tragedia estalla cuando Teseo vuelve de la batalla y descubre lo que no hay manera de disimular ni ocultar respecto de lo que está ocurriendo entre madrastra e hijastro”, continúa Pablo, quien nos hizo amar a Freud y a Lacan, con sus humanidades sobre tablas. También nos hizo reir, y cómo.
Aprovecho acá para agradecerle a Pelicori su arte y su participación generosa durante la presentación, hace ya unos veinte años, de mi libro de poemas Broderí, con collages preciosos de Adolfo Nigro. Ingrid es una de nuestras actrices mayores, al cuidado amoroso de, entre otros, papá Bianco y directores notables como Rubén Szuchmacher y el querido Manolo Iedvabni.
Y a @laucontrerita de @gordesactvando por la claridad expositiva de sus ideas gordas, por la resistencia en las calles “en tiempos donde el fascismo nos gobierna, vejando nuestros derechos e intentando destruir todo lo conquistado, la unidad es la herramienta más poderosa, hermanar las luchas para potenciar nuestras voces, esas que intentan callar sistemáticamente”.
Hernán Lucas, en un relámpago, abre las puertas de su librería, Aquilea, y juega en su libro Música para librerías (editado por Vinilo) con la cotidianeidad del boliche bíblico de la calle que nunca duerme, aunque en los últimos tiempos sus veredas se han convertido en dormitorio forzado de muchas personas sin hogar.
“Mi empleado escucha por los parlantes del salón un canal de YouTube llamado Música para sentirse bien”, escribe Lucas con mayúsculas en una de sus cápsulas narrativas. “Es más impersonal que la música que pongo yo, pero creo que a los clientes les gusta más. Me di cuenta de que también es más adecuada para la librería y creo que contribuye a que compren. Si la música se impone demasiado, perturba: el cliente no sabe si enfocarse allí o en los libros”, leo al azar.
En el Rojas comienza el jueves 24 de abril un taller de lectura y análisis de cuentos que llevará adelante este hijo de un librero y de mi compañera Claudia, quien escribe sobre el mostrador de Aquilea, “de un modo medio furtivo, observaciones, anécdotas, perfiles de visitantes que me llamaban la atención”. Los fantasmas de Rodolfo Walsh, Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges serán los visitantes ilustres de ese galpón con herramientas enjoyadas que es el edificio de la UBA.
“Una reciente alumna del taller, de unos 80 años, no estaba pudiendo venir porque una lumbalgia la tenía tirada en la cama sin moverse”, me cuenta quien fuera becario del Fondo Nacional de las Artes y codirector de tres documentales en video. “Estaba muy aburrida y me pedía ‘consignas’. No sé bien cómo,a través de mis consignas llegó a perseverar en una historia de amor entre una tal Rouge y Joseph, un barbero francés. Finalmente, al cabo de su convalecencia volvió al taller con una novelita casi terminada. Un capítulo de esa novela está relatado por la navaja de Joseph”.
LH/MF
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