“Visa de la tranquilidad”: el plan que un empresario le vendió a Milei para capitalizar la tensión bélica en el mundo

Javier Milei escuchó la idea y la primera reacción fue que se trataba de una propuesta “rara”. ¿Convertir la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial en una ventaja para Argentina? Raro, pero también interesante, fue la conclusión del Presidente y su ministro de Economía, Luis Caputo, ante el razonamiento del emprendedor tecnológico Martín Varsavsky.
Un razonamiento que se resume en un proyecto: “Visa de la tranquilidad”. Si Donald Trump lanzó días atrás la “Visa de Oro”, que con un pago de US$5 millones garantiza la residencia en Estados Unidos y posteriormente la nacionalidad, Argentina debería seguir un camino similar, cree Varsavsky.

“Yo creo que para la Argentina, cobrar US$5 millones es mucho, pero si la Argentina sacara algo parecido por medio millón de dólares, verificando que no vengan criminales ni gente indeseable, el país podría ganar bastante plata ofreciendo esa visa”.
La idea de Varsavsky llegó a Milei y Caputo en 2024, durante viajes que los tres compartieron en Estados Unidos. Varsavsky había comprado pocos meses antes 32.000 hectáreas en un árido paraje de Mendoza, en el departamento de San Carlos, junto a los Andes y a 75 kilómetros del pueblo más cercano, Pareditas. ¿Qué vio ahí? Un “santuario”, un refugio ante los tambores de guerra nuclear en el hemisferio norte.
En Wamani, el nombre con que bautizó el proyecto, hay silencio todo el tiempo. A 3.100 metros de altura, a 150 kilómetros de la ciudad más próxima, San Rafael, Varsavsky trepa por las montañas, recorre las enormes extensiones desiertas con una bicicleta eléctrica y piensa, piensa en cómo armar ese “bunker del fin del mundo”.

La historia personal de Varsavsky lo habilita para una idea tan heterodoxa. Nació hace 64 años en Buenos Aires, donde vivió hasta los 17, cuando la organización judía B'nai B'rith lo ayudó a exiliarse a él y su familia. La feroz dictadura militar gobernaba Argentina y su primo David Varsavsky había desaparecido. La vida en Estados Unidos le permitió educarse en la New York University y en Columbia. Años después se instalaría en Madrid y se convertiría en uno de los mayores emprendedores de Europa. En los '80, aún veinteañero, creó en Estados Unidos una compañía dedicada a los negocios inmobiliarios y otra de biotecnología, en la que se asoció con el Premio Nobel argentino César Milstein. En España, su nombre comenzó a sonar en los '90 con Jazztel y Ya.com, dos compañías relacionadas con Internet, el mundo digital y los contenidos.
En el medio, una donación de US$11 millones al gobierno de Fernando De la Rúa para financiar el proyecto Educ.ar. Años después diría que la mitad del dinero se perdió en el camino.
Hoy, a muchos en España, el país donde reside, les suena su nombre por su crítica sin tregua al gobierno de Pedro Sánchez, su apoyo a Donald Trump y sus propuestas sin filtro de corrección política. La última de ellas, aprovechar dos islas deshabitadas de España para alojar inmigrantes ilegales hasta devolverlos a sus países. “Es una política que hasta es humanitaria, porque al final se va a morir mucho menos gente”, resume Varsavsky, de 64 años, en diálogo com elDiarioAR.
Pero su objetivo hoy es otro, es encontrar la forma de aprovechar Wamani, ubicado en tierras que sobrevoló hace 95 años Antoine de Saint-Exupery. La “extraordinaria Cordillera de los Andes”, en sus palabras, lo inspiró para una gran novela: “Vuelo nocturno”.

Lo que se veía entonces y se ve hoy es lo mismo, muy poco cambió. Desierto y más desierto por decenas y decenas de kilómetros, yacimientos de piedra pómez camino a la Laguna del Diamante, algunos caballos, algunos chivos, un par de puesteros, un volcán antiquísimo y un valle en el que alguna vez reinó un glaciar.
Ni Milei ni Caputo han visitado Wamani, pero Varsavsky les explicó por qué, a su entender, Argentina debería sacar ventajas del temor a una gran conflagración mundial.
“Mis padres, que todavía viven, eran niños durante la Segunda Guerra Mundial. Vivían en Argentina, eran judíos y no les pasó nada. Iban al colegio, volvían del colegio, escuchaban las noticias en la radio, pero era como una cosa lejana, tiraban las bombas en Hiroshima y Nagasaki... Y Argentina era un refugio. No es que Wamani sea un refugio ante la Tercera Guerra Mundial, ¡toda Argentina es un refugio! Durante la Segunda Guerra Mundial, la gente en Argentina iba a trabajar, hacía su vida, no le pasaba nada, mientras escuchaba en la radio cómo los locos en el hemisferio norte se mataban los unos a los otros”.
“Otra cosa muy interesante, que poca gente sabe, es que de las 170 millones de personas que murieron en la guerra desde el año 1900, sólo 200.000 murieron desde Alaska a Tierra del Fuego. En todas las Américas, casi en ningún país va a haber guerra contra otro país, ¿no? Entonces, cuando uno piensa en las grandes guerras de las Américas, como la Guerra de las Malvinas, allí murieron, creo, 1.200 personas [NdR: fueron 907 personas]: Por supuesto, que muera una persona ya es terrible, pero mueren más de personas en accidentes de automóvil en Argentina por año. Es decir, en guerras como la de Rusia y Ucrania muere por día más gente que en toda la Guerra de las Malvinas. Por eso yo digo que las Américas, en su totalidad, son un refugio contra la locura de Europa, Asia, África”.
Varsavsky se entusiasma. “Y yo tengo una teoría sobre eso, creo que las sociedades de inmigrantes no caen en sueños nacionalistas, al estilo de los japoneses que tienen que matar a todos los chinos o los rusos a todos los ucranianos. Yo creo que la Argentina es un país post-étnico, en el sentido que la gente no piensa en términos étnicos, y por suerte no piensa en términos étnicos”.

–A diferencia de Estados Unidos, ¿no? –le plantea el cronista. Varsavsky reflexiona.
–En parte. En Estados Unidos la gente piensa en términos raciales, algunas, no todos, pero no al punto de ir a exterminar un conjunto de personas. Pero el continente americano es un continente que no está dado a las guerras. Sin duda, la Argentina tiene otras grandes ventajas, como que tiene un montón de comida. Y si hay una guerra nuclear, el problema no es solo morirte de radiación o morirte de la explosión, a radiación. Es morirte de hambre, es morirte del invierno nuclear. Y el invierno nuclear se produce porque todas las bombas atómicas generan un polvo en la atmósfera que tarda como cinco años en irse, pero que no llegaría a circular por el hemisferio sur.
Varsavsky recupera el pasado para insistir en su proyecto: “En 1913 nadie pensaba que en 1914 el mundo se iba a hundir hasta el año 1945, y en realidad podrías decir hasta el año 1990....”.
El empresario entiende admite lo paradójico que suena que de una tragedia como una Guerra Mundial puedan salir ventajas para Argentina. “Pero no soy yo la única persona que está pensando en la Tercera Guerra Mundial –advierte–, creo que hay mucha gente y gente con medios, que lo está haciendo. Así como la Argentina puede tener desventajas por estar tan lejos de la mayoría de los centros comerciales del mundo, puede tener ventaja por estar lejos de la mayoría de los centros bélicos del mundo. Aquellos que puedan comprar la 'visa de la tranquilidad' pueden tener un lugar en Argentina. Y Argentina no debe garantizarles que, ante una guerra, van a llegar al país, pero sí debe garantizar que, si llegan, van a poder entrar”.
–¿Qué le dijeron Milei y Caputo cuando les presentó la idea?
–Les pareció un tema interesante. No quiero poner palabras en su boca, pero digamos que primero les pareció raro. Raro en el sentido de que pensar que una de las ventajas competitivas de la Argentina sea sobrevivir la Tercera Guerra Mundial Nuclear no era justo lo que ellos tenían en su plan. No era su idea de cómo promover a la Argentina. Pero cuando yo se los expliqué más en detalle durante el viaje, porque hicimos dos giras con Milei por Silicon Valley, se dieron cuenta de que efectivamente el mundo ya está dividido en dos bloques, las democracias contra las dictaduras: Europa-Estados Unidos contra Rusia, China, Corea del Norte, Irán. Europa-Estados Unidos-Israel, aunque haya diferencias. Y, entre paréntesis, he hablado de esto también con amigos chinos que estaban muy interesados.
Varsavsky tiene instalado el servicio de Internet satelital de Starlink en Wamani. Desde allí, cada tanto llama a Elon Musk, uno de los dos hombres más ricos del mundo y titular del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) en el gobierno de Trump, desde el que blande la “motosierra” contra la administración estatal y los empleos públicos. El argentino le dice a Musk que el desierto mendocino desde que le habla “parece Marte”, porque Marte es lo que más le interesa al multimillonario, y le envía fotos.

Mientras define cómo armar el búnker nuclear, que aún no comenzó a construir, algo está claro en el proyecto de Varsavsky: la prioridad será para los emprendedores tecnológicos. “La vida de los emprendedores es una vida muy agitada y difícil, nosotros también necesitamos un refugio, no solo de la Tercera Guerra Mundial, sino de nuestras propias actividades”.
¿Quiénes lo acompañan en esta especie de Valhalla de los emprendedores?
- Alec Oxenford, co-fundador de OLX y designado embajador de Argentina en Estados Unidos
- Mike Santos, que acaba de vender por US$1.100 millones Technisys, empresa de software bancario
- Matías Nissensohn, joven emprendedor y venture capitalist argentino
- David Kamenetzky, emprendedor germano-estadounidense
- Dan Lubetzky, emprendedor y filantropista, creador de Kind, una empresa de barritas de comida saludable.
Varsavsky dice tener también unos cuantos interesados en Alemania, país con el que tiene un doble vínculo: su esposa es alemana y él forma parte del consejo directivo de Axel Springer, dueña del periódico Bild y una de las editoriales más poderosas del mundo.
El proyecto mendocino de Varsavsky no existiría sin Milei en la Casa Rosada. Compró las 32.000 hectáreas por la confianza que le generan las políticas del Presidente. “Yo creo que es una maravilla lo que está haciendo Milei”, insiste. Y así como apoya decididamente a Milei, Varsavasky también ve positivamente a Trump, aunque rechaza que su proyecto de “santuario” contra la Tercera Guerra esté indirectamente impulsado por las políticas del presidente estadounidense.
“Yo no creo que Trump quiera la guerra, para nada. La gente está confundida con respecto a quién es Trump y qué quiere Trump. Me parece que el enemigo más grande de la paz en el mundo es Putin. Y me parece que Putin tiene seis mil cabezas nucleares y que tiene una manera de gobernar en la que él casi depende de su actividad bélica y de ese sueño de reconstruir el imperio soviético. Y me parece que la posibilidad de la Tercera Guerra Mundial, nuclear, viene del lado de Putin, sin duda, no del lado de Trump, que es un aislacionista, ¿no?”.
SF/DTC
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