Exinsurgentes de las FARC participan, junto a algunos familiares de víctimas del conflicto interno de Colombia, en Manifiesta, un emprendimiento de confección de ropa que apunta a instalar la idea de “moda con sentido social” y de que hay prendas que “cuentan una historia”, y que aspira también a ser una muestra de un modelo asociativo entre la sociedad civil y la pata empresaria.
La iniciativa textil arrancó con unos pocos excombatientes, después se amplió a 14 y ahora llega a 22, y constituye uno de los hitos, por su perspectiva social, del proceso de reincorporación a la vida civil de los exinsurgentes.
“El acuerdo de paz no plantea una alianza de la sociedad civil para la reincorporación. Hay 100 páginas sobre la reincorporación, pero 80 son sobre el abandono de las armas, y hay apenas tres párrafos sobre qué hacer después. No se planeó nada. Y en esos vacíos gigantes hay una ausencia evidente del sector privado”, evaluó para Télam una de las coordinadoras de Manifiesta, Sara Arias.
Politóloga, de 26 años, Arias dijo haber tenido “un click” cuando el No al acuerdo se impuso en el plebiscito de octubre de 2016, y cuando vio una encuesta que registró que la mayoría de los empresarios admitía que no le daría un puesto de trabajo a un exguerrillero.
La ropa de Manifiesta es una de las iniciativas, dispersas y casi siempre atadas a iniciativas disociadas del Estado, para que los exguerrilleros tengan una actividad laboral: Confecciones La Montaña hacen morrales, ropa y accesorios; La Trocha es una marca de cerveza artesanal, y Miel de La Montaña emplea a unos 20 excombatientes, por ejemplo. Hay cerca de 60 iniciativas de estas características.
“Aquí se respira lucha. ¿Alguna duda? Cada prenda que diseñamos tiene un solo mensaje: luchamos a diario por un país en paz; creemos que es posible porque lo hacemos posible”, señala Manifiesta en sus redes.
Las prendas, hay que decirlo, no parece para cualquiera: “siempre fashon; nunca facho” es la leyenda de una remera, por ejemplo. “A la guerra no le camino”, “La moda es un tema político”, “Esta no es una prenda cualquiera: es un acto de paz” y “Hoy es un día perfecto para acabar con el patriarcado” son otras.
“No llegamos a toda la sociedad, por supuesto. De entrada nuestro público era el que apostaba a la paz, pero en todo el proceso tuvimos experiencias muy lindas. En una Navidad impulsamos la campaña 'Yo regalo paz', con la idea de que Manifiesta fuera una herramienta de reconciliación.
¿Por qué no regalarle a un tío uribista una remera de excombatientes? Había que mostrar que hay una apuesta por la paz y se cumple“, señala Arias con cierta ironía.
La coordinadora explicó, igualmente, que “lo que se hace no responde tanto al mercado sino a las necesidades del territorio” y, aún así, se dieron “varios aciertos: uno es que el conocimiento nos hizo empezar con pocos productos y después ver cómo se movía el mercado. Y si seguimos es porque efectivamente las cosas que hacemos se venden. Porque tienen buen precio, porque son bonitas, porque cuentan una historia”.
Arias pone el acento en que “lo importante es quien hace la ropa”, excombatientes de un taller cooperativo de Tolima con edades que van de los 25 a los 60 años.
La politóloga contó que cuando la disidencia hizo público su desacuerdo con el entendimiento de paz, en agosto 2019, supuso que “todos iban a creer que las FARC no cumplieron y eso iba a afectar a Manifiesta, y en redes pasó todo lo contrario: nos etiquetaban para decir que acá estaba la gente que sí estaba cumpliendo”.
“Tuvimos mucho apoyo”, reseñó, y destacó la comunicación vía redes con la ciudadanía (@ManifiestaCol en Twitter; Manifiesta-Hecho-en-Colombia en Facebook y @manifiesta.col en IG)
Con todo, Arias advierte que “no hay articulación efectiva de todos los procesos”, por lo que “aunque el mercado está, no hay que tener la misma propuesta para el mismo público”, y pone como ejemplo que son varios los emprendimientos de venta de café encabezados por exinsurgentes.
“Tenemos que apostar a una forma de comercialización diferente, tenemos que ofertar de manera más organizada. Si alguien quiere tomar café, no tiene que tener ocho marcas distintas”, evaluó, y se quejó de que “en esos vacíos gigantes hay una ausencia evidente del sector privado y no se reciben recursos del Estado que apoyen esto, por lo que no hay chance de llegar a la comunidad internacional”.
La coordinadora de Manifiesta remarcó además que “el principal desafío, el principal reto no es ampliar las ventas, sino el trabajo en los territorios a los que hay que llegar” y, a modo de ejemplo, mencionó que las dificultades van desde los asesinatos de firmantes del acuerdo y líderes sociales hasta el mal estado de las rutas, que complica la llegada de insumos y mercadería.
Arias trabaja asociada a otra politóloga, Ángela Herrera, en esto que llama “una moda reparadora”, con el compromiso de que toda ganancia se reinvierta. En 2019, Manifiesta llegó a desfilar y a mostrar sus prendas en Plaza Bolívar de Bogotá, frente a la sede de los tres poderes. Fue un pequeño triunfo para lo exguerrilleros.
Con información de Télam.
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