El año de Milei en 12 frases

Un jefe sin el don de la palabra

10 de diciembre de 2024 00:01 h

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Vos sabés que Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando. Entonces Dios le mandó a Orón para que divulgue. Bueno, Kari es Moisés y yo soy sólo un divulgador

“Vamos a dar clases de economía en las plazas”, avisó Karina Milei. Era 2021, era verano y su hermano estaba decidido a llegar al Congreso. Había pocas personas alrededor de esa mesa, la primera de una campaña que arrancaría pronto, en plena pandemia. Alguien, un atrevido, planteó una duda: ¿quién iría a una plaza a escuchar a Javier hablando de economía? A Karina no le importó, las clases se hicieron y su hermano logró una banca como diputado nacional. La noche del triunfo, Karina reunió a la tropa y anunció que al día siguiente empezaría otra campaña: había que llevar a Javier a la Casa Rosada. 

De las clases en plazas a los “vivos” en el Movistar Arena, cuando Milei resultó electo presidente, Karina le prometió que armaría para él un partido propio. No quería depender de las alianzas que, ella sabía, le complicarían el mandato. El 21 de noviembre, un año después del balotaje, la Justicia Electoral reconoció a La Libertad Avanza como partido nacional. Ella se autoproclamó presidenta de LLA. Karina, El Jefe, siempre estuvo detrás de cámaras y un paso adelante en el camino político que recorrió, en apenas tres años, su hermano. 

Pero, ¿quién fue Karina Elizabeth Milei antes de ser El Jefe? 51 años, licenciada en Relaciones Públicas, un posgrado en Ceremonial y Protocolo, y un curso en Gestión Integral de Eventos, todo en la UADE. Secretaria desde que egresó del secundario, en 1990. Primero del auditor odontológico de la Acción Social de Empresarios, luego del gerente de un centro odontológico ubicado en Flores, después en una oficina que operaba en la Bolsa de Comercio porteña, más tarde en un estudio jurídico y por último, en una consultora privada. Decoradora profesional de tortas, oficio al que le dedicó cinco años de práctica en un instituto privado. Emprendedora: vendió ropa, bijouterie y, claro, tortas por Internet. Gerente en una gomería entre 2007 y 2010, año en que se sumó como asesora en La Ponderosa SA, una empresa agrícola-ganadera propiedad de su padre, Beto Milei. Tiene un profundo interés por la clarividencia: se comunica con entidades, energías que pueden ser altas o bajas. Con los animales, los perros sobre todo, la conexión es “espiritual”. No sabe nada de política y mucho menos de economía. No importa: Karina es javierista.

Desde el 10 de diciembre de 2023, Karina es la secretaria General de la Presidencia de la Nación. Es la primera mujer en asumir ese cargo, es la primera persona sin formación política ni experiencia en el Estado en ocupar ese lugar. A diferencia de su hermano, a ella no le ha sido dado el don de la palabra. Balbucea, Karina, no cuenta con la gracia de la oratoria. A la hora de ejecutar, lo suyo es más intuición que estrategia. La hermana es la temperatura del perímetro del poder. Su influencia sobre el presidente excede lo privado al punto de ser una política de Estado. En La Libertad Avanza rigen dos conductas: la obediencia y la obsecuencia. En la vertiginosa construcción política de Javier Milei, hubo quien quiso correrla o saltearla. Para ellos, la muerte política. Victoria Villarruel no quiso correrla ni saltearla, pero Karina está convencida de que más que una compañera de fórmula, la vice siempre fue una competidora. Los roces entre ellas son antiquísimos. Un ejemplo: a la hora de repartir despachos en Casa Rosada, Karina le ofreció uno interno, sin baño, ubicado entre la sala de periodistas y la oficina de la UPCN, el gremio de los empleados públicos de la Nación. Villarruel declinó la oferta sin preguntar si había una opción que ofreciera más comodidades. Dio por sentado que no era bienvenida. “Kari es más inflexible que yo”, le dijo Javier a Luis Novaresio unos días antes de la segunda vuelta. La hermana lustra la guadaña. Elige cómo, elige cuándo. 

FN

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