Dos activistas de la organización ambientalista Futuro Vegetal pegaron sus manos este sábado a los marcos de los cuadros 'La maja desnuda' y 'La maja vestida', de Francisco de Goya, expuestos en el madrileño Museo del Prado. En la pared que separa de ambas pinturas han escrito con spray el mensaje '+1,5º' para “alertar sobre la subida de temperatura mundial que provocará un clima inestable y graves consecuencias en todo el planeta”.
En el vídeo compartido por la organización, se puede ver cómo los dos activistas ingresan en la sala, colocan líquido adhesivo sobre sus palmas y las pegan a los marcos de los cuadros. Tanto el pegamento como el bote de spray con el que pintaron la pared eran de plástico para poder burlar el control de metales de la entrada.
“Estoy aquí pegado porque la semana pasada la ONU hacía oficial que ya es imposible contener el calentamiento del planeta en 1,5 º, sobrepasando los límites marcados en el Acuerdo de París y comprometiendo nuestra seguridad alimentaria”, proclamó Sam, de 18 años. Alba, estudiante de biología de 21 años, reclamó pegada al otro cuadro que el Gobierno elimine las subvenciones a la industria ganadera y las emplee para promover alternativas ecológicas.
“Estas acciones son fruto del miedo ante la inacción de las instituciones y ante la promoción de industrias como el agro, que agravan la situación de crisis climática y comprometen la seguridad alimentaria”, explicó después, en declaraciones a este diario, Bilbo Basterra, portavoz de la asociación.
Basterra cuenta que las acciones de otros grupos de activistas en otros países, como los que lanzaron sopa de tomate a 'Los Girasoles' de Van Gogh, en la National Gallery de Londres, les sirvieron como inspiración y ventana de oportunidad para hacer llegar su mensaje a la opinión pública.
“Hemos cortado la Gran Vía, nos hemos pegado a un stand de Iberdrola; hemos hecho muchas acciones y no conseguíamos la repercusión en medios que te dan este tipo de acciones. No se trata de dañar un cuadro sino de poner de manifiesto la emergencia climática en la que vivimos”, argumentó.
La Policía Nacional apareció inmediatamente en la pinacoteca y arrestó a los dos activistas, de nacionalidad española, por los delitos de alteración del orden público y daños, según informaron a la agencia EFE fuentes del cuerpo. La sala donde se alojan las obras quedó cerrada momentáneamente, pero volvió a abrir a primera hora de la tarde, tras una inspección que concluyó que los lienzos no sufrieron daños.
Según indicó el museo en un tuit, las “obras no han sufrido daños aunque los marcos tienen ligeros desperfectos”. La institución condenó la acción y señaló su rechazo a “poner en peligro el patrimonio cultural como medio de protesta”. Los marcos de 'Las majas' están datados entre 1902 y 1912. El ministro de Cultura, Miquel Iceta, también mostró su “más absoluto rechazo” a lo que calificó de “acto vandálico”.
Durante la protesta de los dos activistas, una de las mujeres encargadas de la seguridad del lugar intentaron impedir que las personas alrededor tomaran fotos o grabaran lo que estaba ocurriendo. Algunos visitantes increparon a los activistas con gritos de “fuera” o “sinvergüenzas”.
“No entendemos este celo contra la difusión de la protesta. O bien se sienten vulnerables o bien no les interesa que se difunda este discurso. La instituciones no hablan claro y no actúan frente a la emergencia climática, mientras tenemos una fuerte represión policial en las calles. Nos hace plantearnos si el problema es que suceda la protesta o que se haga viral”, comenta Basterra.
Futuro Vegetal es una organización ambientalista, de desobediencia civil y protesta no violenta adscrita a Extinction Rebellion. Comenzaron su actividad este enero y desde entonces desarrollaron diferentes acciones contra, por ejemplo, el Ministerio de Agricultura o una fábrica de la empresa alimentaria El Pozo.
Nacieron, dice su portavoz, como una manera de interpelar a la población para que diga basta. “Las instituciones no han actuado, no están a la altura de la emergencia y hemos decidido que tenemos que innovar nuestras prácticas”, afirma. En concreto, solicitan al Gobierno español que retire todas las subvenciones a la ganadería y que utilice todo ese dinero para políticas ambientales y sociales.
“En el Estado español tenemos una poderosa industria cárnica que consume el 70% de recursos hídricos y la mayor parte se vende fuera. Tenemos una industria extractivista. El estado sigue subvencionando esta industria con 430 millones de euros. Dentro de casa tenemos muchas cosas que tenemos que mirar”, lamenta.
En este momento los embalses españoles se encuentras más vacíos que nunca. España encaraba el curso del agua con las reservas casi al 40 % y había preocupación en cuencas tan grandes como el Guadalquivir y el Guadiana. Este octubre, el total está mucho más bajo: en un 32%. La media de la década a estas alturas del año es del 50%.
“Proteger el arte”
Las últimas protestas en museos, como la de Londres o la de los activistas alemanes de Letzte Generation, que arrojaron puré de patatas a un cuadro de Monet, en el Museo Barberini de Potsdam, han suscitado múltiples muestras de apoyo, pero también de críticas desde una parte de la sociedad que las tacha de banales. “Estamos haciendo esto para proteger el arte, porque el arte existe en tanto en cuanto hay alguien que lo pude contemplar”, opone Basterra, que defiende esta protesta como otras tantas de desobediencia civil en el mundo.
“Hemos decidido hacerlo en Madrid porque aquí las cosas se magnifican y la elección de esos dos cuadros nos permitía colocar un mensaje en la pared, entre ambos marcos”, explica, para descartar, entre bromas, que la elección de la maja desnuda no tiene que ver con el calor que todavía en pleno noviembre experimenta el país.
La protesta en el museo madrileño sigue a la de los alemanes que lanzaron puré a 'Les Meules' en Potsdam y también se pegaron a las paredes del museo. “¿Necesitamos puré de patata en una pintura para que escuchéis?”. “La gente pasa hambre, se congela, muere. Estamos en una catástrofe climática y lo único que os preocupa es un poco de sopa de tomate sobre una pintura”, protestaron entonces los activistas. Luego, añadieron: “Tengo miedo de que los científicos nos dicen que no podremos alimentar a nuestras familias en 2050. Esta pintura no valdrá nada cuando tengamos que luchar para alimentarnos. ¿Cuándo vais a escuchar y parar vuestros negocios?”.
Esta forma de movilización se ha puesto de moda. El 14 de octubre, dos activistas de la británica Just Stop Oil arrojaron sopa de tomate sobre 'Los girasoles' de Vincent Van Gogh en la National Gallery de Londres. Ataviadas con una camiseta con el lema contra la extracción de petróleo, dos jóvenes se acercaron al cuadro, abrieron una lata y arrojaron el contenido contra él.
“¿Qué te preocupa más, la protección de un cuadro o la de nuestro planeta y las personas? La crisis por el encarecimiento de la vida es parte de la crisis energética. La gasolina es inasequible para millones de familias que pasan hambre y frío y que no pueden permitirse ni calentar una lata de sopa”, dijeron entonces. Los mensajes lanzados desde diferentes puntos de Europa se parecen en la medida en que el cambio climático afecta a todo el globo y las instituciones, como reclaman estas acciones, protagonizadas todas por jóvenes, si hacen algo es insuficiente para frenar una crisis sin precedentes.
Hace apenas un día, otro grupo de ecologistas lanzó sopa de guisantes contra el cuadro El Sembrador, también de Van Gogh, pero esta vez en el museo del Palacio Bonaparte de Roma.