Los cacerolazos se hacían sentir en Caracas cuando Venezuela llevaba 24 horas sin resultados definitivos. De a ratos, calles de los barrios desbordadas de gente, cortes en las autopistas y un humo persistente conformaban la postal de un nuevo ciclo de tensión en la capital de Venezuela.
Nicolás Maduro, el presidente del país, hablaba por televisión. “Detrás de la violencia de la extrema derecha están los planes de Estados Unidos”, decía. Unas horas atrás, también había anunciado que en Venezuela se estaba intentando imponer un golpe de Estado. Desde temprano, llamó a su gente a ocupar las calles “para defender la paz”.
Casi doce horas después, en la media mañana del martes, nadie conocía aún el resultado completo de las elecciones del domingo. Tampoco hay datos de las consecuencias de los disturbios en diferentes sectores de la ciudad, pero se habla de varios muertos y decenas de heridos.
El aire se corta con cuchillo. El desconcierto que reinó entre quienes votaron por el opositor Edmundo González Urrutia creyendo que el bloque antichavista esta vez verdaderamente tenía chances, se trasladó a sectores moderados —e incluso del madurismo— que esperaban tener claridad sobre los resultados con rapidez.
El Gobierno asegura que hay un hackeo informativo que pesa sobre el sistema electrónico de votación, aunque sus representantes calificaron el sistema Smartmatic como “el mejor del mundo”. Mientras la oposición desconfía de su manipulación y no de su funcionamiento, el madurismo retiene resultados bajo el argumento de que el conteo electrónico está siendo obstaculizado. A la hora de cierre de esta nota, los datos del escrutinio seguían sin aparecer.
María Corina Machado, la líder de la oposición, hizo circular un sitio web propio con las actas de sus fiscales. La web ad hoc “Resultados Presidenciales Venezuela 2024” fue bloqueada a las pocas horas, justo cuando opositores se juntaban frente a la sede de las Naciones Unidas en Caracas. Se publicó una nueva página bajo el nombre, “GanoVzla”. “Las actas oficiales fueron procesadas, escaneadas y están en el portal que hemos consultado millones, para que el mundo entero sepa que ganó Edmundo González Urrutia”, dijo Machado.
Mientras se desarrollaba la Asamblea Nacional, su presidente, Jorge Rodríguez, pidió la detención del candidato a la presidencia y la líder de la oposición, una acción que voces expertas de la política venezolana preveían desde el lunes. Al ser consultados por elDiarioAR, voceros de Machado dijeron que no tenían más información sobre el pedido.
Manifestantes chavistas también se unieron en distintos puntos de la capital. Todo sucedía en simultáneo, mientras muchos decidían cerrar sus comercios o quedarse en sus casas por miedo a la escalada de violencia que ya sucedía en las calles entre fuerzas de seguridad y ciudadanos, pero, también, entre civiles de diferentes banderías.
Las doce horas de comicios abiertos tramitaron os últimos 25 años de disputas entre el chavismo y sus opositores: a partir del domingo a la noche, cada hora acumuló más tensión.
El mundo a la espera
Las autoridades del Carter Center, uno de los institutos internacionales de observación electoral más relevantes, anunciaban el domingo a la mañana que la jornada estaba transcurriendo con tranquilidad. Había calma y optimismo, prudentes, pero reales. Sin embargo, a medida que los días se enturbiaron el Centro se mantuvo en silencio. El martes por la mañana sus voceros confirmaron a elDiarioAR que, a pesar de tener un reporte preliminar, no quedaba claro cuando se daría a conocer. Para ese momento, ya habían exhortado al CNE a publicar los resultados completos y claros, detallados; y habían suspendido su conferencia de prensa prevista para el martes donde darían su diagnóstico de la jornada electoral.
Desde el domingo a la noche la situación diplomática se enturbió de forma casi imparable. Perú, Uruguay, Argentina y Costa Rica desconocieron el resultado; Chile, Brasil, México y Estados Unidos expresaron preocupación; y Cuba, Bolivia y Nicaragua se apresuraron a celebrar la victoria de Maduro.
La Organización de Estados Americanos (OEA) publicó este martes un contundente comunicado luego de las elecciones en Venezuela, en el que concluyó que el régimen de Maduro perpetró la “manipulación más aberrante” mediante la distorsión del resultado electoral.
Los vínculos de Venezuela con “el mundo” pasaron de la tensión al conflicto. Mientras Maduro ordenó que se retiraran grupos diplomáticos, incluyendo el de Argentina, continuó acusando a los Estados Unidos de estar detrás de un golpe de Estado en alianza con la derecha venezolana. Si había alguna expectativa de alianza y negociación hacia la transición en buenos términos, bajo una reapertura de diálogo entre Joe Biden y su gobierno, se disipó por completo. De hecho, la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, sumó al pedido de publicación de actas, diciendo que hay señales de que los resultados “no reflejan la realidad”.
En Estados Unidos, mientras tanto, crece la presión sobre los demócratas por haber apostado a una vía de diálogo luego de las duras sanciones impuestas por Donald Trump en 2018. El vínculo, a menos que suceda algo inesperado, pareciera estar al borde de empeorar.
Del desconcierto al enojo
Desde el lunes a la mañana que las miradas entre caraqueños son distantes. La sensación del enemigo — sea cual sea — crece. Hay desconfianza en las calles, y aún más desconfianza en el proceso. Esa sensación empezó a crecer entre algunos adeptos al oficialismo, que encontraron dificultad en entender por qué no se resolvió aún el conteo de votos. Quienes conversaron en off the record con elDiarioAR manifestaron preocupación por los próximos días y el esclarecimiento de la situación. Para salir a defender la paz en las calles, como pide Maduro, muchas personas en Caracas necesitarán explicaciones.
Del lado opositor, los votantes repitieron durante el lunes y martes que hubo trampa. ¿Qué trampa, cómo fue? Nadie lo sabe. No hay respuestas. Eso tampoco está comprobado, ni la oposición ha podido argumentar por qué lo define con tanta convicción.
Lo único seguro en Venezuela es que la escalada sigue su curso: cada hora pesa más sobre la legitimidad frágil del discurso oficialista, pero también aleja a la oposición de una disputa concreta y alcanzable de los resultados. Mientras ciertos nombres propios —Biden, Luiz Inázio Lula da Silva, los de los observadores internacionales— podrían terminar de torcer la balanza hacia algún lado, el madurismo hace uso del manejo de los resortes del Estado: ganó la elección —dicen— y el Consejo Nacional Electoral proclamó al presidente reelecto.
El clima se volvía aún más espeso en el atardecer del martes. Con cansancio, los trabajadores que no cerraron sus comercios ensayan la normalidad de la rutina. La del día a día, pero también la del silencio y sospecha.
Por fuera de las fronteras, el mundo está mirando. Venezuela atrajo el interés de muchos países en varios períodos de los últimos 25 años, como catalizador de disputas políticas propias. Otra “normalidad” que sus pobladores asumen, mientras le ponen el cuerpo a una crisis agobiante.
LC/DTC