“Somos conscientes de que los jóvenes se informan principalmente a través de líderes de opinión digitales. Pero, ¿cómo una persona puede encarnar esta especie de oráculo? Es un gran riesgo”. Habla Carolina Fernández-Castrillo, profesora de alfabetización transmedia y activismo digital en la UC3M de Madrid, España. La figura de los youtubers y streamers ha sustituido entre las generaciones zeta y millennial a la del profesional de la información al frente de un telediario. La audiencia joven presta ya más atención a estos influencers que a los periodistas, incluso a la hora de consumir noticias. Así lo señala la reciente encuesta anual del Instituto Reuters sobre hábitos de información: solo un 24% de los jóvenes accede a ella por medios convencionales y un 39% se informa directamente por las redes sociales, especialmente TikTok, el mayor referente informativo del 20% de menores de 35 años.
La existencia de estas personalidades no es nueva, apunta Fernández-Castrillo, también investigadora en Iberfier, un observatorio de medios en España y Portugal. Pero ahora “el abanico de personajes que ejercen esa función es mucho mayor y más difícil de controlar dada la aceleración y amplitud de los mensajes en las redes”. Estos se amplifican y difunden con una velocidad frenética que dificulta la reflexión y la posibilidad de contrastar la información antes de que esta se haya reproducido unas cuantas miles de veces más. Según un estudio de NewsGuard, plataforma especializada en medir la fiabilidad informativa, el 20% de los vídeos publicados en TikTok en 2022 contenían información falsa.
En ese contexto, los discursos polarizados como el de la ultraderecha son alimento de primera para el algoritmo, que rema a su favor en plataformas como YouTube, TikTok o Twitter. Algunos datos para entender mejor el fenómeno: en las últimas elecciones municipales, según informa el CIS, Vox ha obtenido sus mejores resultados en el tramo de edad de los 18 a los 24 años, con un 12,5% de los votos (aunque después del PP y PSOE). El grupo de extrema derecha cuenta con una estrategia digital en algunas de estas plataformas sociales claramente enfocada a los jóvenes que se apoya en las claves de esa comunicación acelerada, directa y que llama a la acción de tendencia viralizable, como señala esta investigación publicada en la revista Dígitos.
Un estudio de Reuters señala que la audiencia joven presta más atención a 'influencers' y personalidades de las redes que a los periodistas, sobre todo en TikTok e Instagram
Para captar la atención de un usuario en la red social china y que permanezca viendo un vídeo, los dos primeros segundos son los más importantes. Una vía de entrada rápida y efectiva que favorece los mensajes llamativos y descontextualizados en base a los que se construyen los bulos. “Cuando hay una radicalización hacia el discurso del odio, a estos jóvenes se les capta a través de plataformas más mainstream como pueden ser YouTube, Instagram, TikTok o Facebook. Y luego se intenta llevarles a redes sociales más minoritarias para seguir trabajándose estos perfiles”, dice Carolina Fernández-Castrillo.
En España, en el ecosistema de internet y en plataformas que por su formato dan más pie a desarrollar un discurso y a generar comunidad, como Twitch o YouTube, algunos de los perfiles con más notoriedad están claramente alineados con un discurso reaccionario. Un Tío Blanco Hetero (con 445 mil suscriptores en su canal de YouTube) es un ejemplo del constante ataque al feminismo y a las feministas, a los movimientos sociales o a Unidas Podemos y sus votantes. Otros como “The Grefg (18 millones de seguidores en su canal de YouTube y más de 11 millones en Twitch), Jordi Wild (más de tres millones de seguidores en YouTube) o ElXokas (con más de tres millones en Twitch) son creadores que parecen inocentes, apolíticos, pero que compran los marcos discursivos de la extrema derecha”, dice a elDiario.es David M., gestor del canal multimedia Etnocritic e investigador en antropología social y cultural y pedagogía, que se ha dedicado a analizar algunos de sus programas.
Las condiciones socioeconómicas de estas personalidades de internet, señala el investigador, son determinantes: “Los creadores de contenido a veces no son conscientes de lo que hacen, pero son de una clase social determinada y eso es un sesgo a la hora de dar voz a una serie de discursos. Se ven más cerca de evadir impuestos en Andorra que de no llegar a fin de mes o tener que esperar una cita en la sanidad pública. No piden directamente el voto de nadie, pero facilitan que su audiencia naturalice y piense en las ideas y los códigos que ellos dirigen”.
No piden directamente el voto de nadie, pero facilitan que su audiencia naturalice y piense en las ideas y los códigos que ellos dirigen
ElXokas, por ejemplo, ha sido criticado por sus constantes ataques al Ministerio de Igualdad, The Grefg por defender tributar menos impuestos y Jordi Wild por adoptar los marcos discursivos de la extrema derecha hablando continuamente de los menores extranjeros no acompañados o la ocupación. Contactados los tres por elDiario.es para contrastar las informaciones, solo Jordi Wild ha contestado, pero ha rechazado responder a las preguntas.
“Lo de los MENAS es un problema, hagan lo que hagan no tiene consecuencia para ellos. Y eso es una realidad”, decía Jordi Wild en un programa de su podcast, Wild Project (uno de los tres más escuchados en España), al hilo del polémico cartel de Vox para las elecciones autonómicas de Madrid este 2023. “No es algo inocente. ¿Cuántas veces escuchamos a Jordi Wild decir en un podcast: 'y esto es así'? Es un signo de que hay una forma de pensar muy asumida e inmutable. Es una forma de comunicar arraigada que lleva el marco discursivo a la derecha. Aunque no lo parezca, hay intención”, dice el creador de Etnocritic.
Algunos creadores de contenido se ven más cerca de evadir impuestos en Andorra que de no llegar a fin de mes o tener que esperar una cita en la sanidad pública
Otro ejemplo de ello es el programa que Wild tiene con Roma Gallardo, el youtuber que anunció su supuesto cambio de sexo “de manera inmediata” como crítica a la Ley Trans –un proceso que dura varios meses, como explicó este periódico–. En el programa, Wild y Gallardo cargan contra el movimiento MeToo pero sin profundizar, argumentar o aportar datos sobre ello: “El MeToo ha tenido una parte buena, pero también ha tenido una parte de oye, yo cuento mi historia y si cuela, cuela. Y si no, a la cazuela. Pasó hace dos años, hace cinco, hace siete. ¿Qué pruebas tienes? Miami me lo confirmó. Es que es así”.
Muchas de las declaraciones de estos vídeos son después fragmentadas y editadas en formato corto a conciencia para facilitar su viralidad en redes. A este respecto, Fernández-Castrillo señala que la manipulación política orquestada siempre “nos aleja mucho del progreso como sociedad”.
La masculinidad hegemónica tradicional entra en juego en las comunidades
Estas personalidades interneteras son en su mayoría chicos: de los streamers más seguidos de España, solo el 6% son mujeres e ingresan el 5,67% del total que facturan estos, en estimaciones de Business Insider. Alrededor de ellos se generan además comunidades que interactúan a través de los chats de las plataformas durante sus directos. En estos, los comentarios misóginos o el gendertrolling (troleo a mujeres por cuestión de género), como señala la investigación Jóvenes en la manosfera, de Elisa García-Mingo y Silvia Díaz para el Centro Reina Sofía de Fad Juventud –que extiende su explicación también al mundo del gaming–, están a la orden del día.
“Pasa mucho en los directos de The Grefg y ElXokas. Su audiencia los tiene como referentes y los valora positivamente por ello. Al contar con tantos seguidores, parece que tienen más razón y al no estar politizados muchos de sus seguidores, es fácil que empaticen con sus causas”, apunta el antropólogo social y pedagogo David M. Y pone como referencia el caso de Jordi Wild, que hace tanto coloquios sobre Jordan Peterson, un pensador tránsfobo ultraderechista, como vídeos titulados Comunismo vs. Capitalismo en los que “como referente del comunismo lleva a Roberto Vaquero, líder del Frente Obrero; el debate va a estar muy sesgado”, añade el mismo investigador.
“Hay que tener cuidado también con el paso de lo marginal. Muchas veces no le hacemos caso a determinadas acciones que parecen incluso frikis, excéntricas o absolutamente radicales. Pensamos que no van a tener mayor alcance y estamos viendo desde hace ya bastante tiempo que hay una inclinación a que lo marginal se convierte en tendencia. Esto es algo que pasó con el asalto al Capitolio en Estados Unidos”, apunta Carolina Fernández-Castrillo.
Muchas veces no hacemos caso a determinadas acciones que parecen frikis, excéntricas o absolutamente radicales porque pensamos que no van a tener mayor alcance
Aunque la mayor parte de los jóvenes (un 46,4%) se posiciona como feminista, el antifeminismo y las posiciones reaccionarias calan cada vez más entre ellos. Así lo concluía el estudio Culpables hasta que se demuestre lo contrario, publicado en mayo de este año por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud en Madrid. Esta deriva la relacionan con el aumento de discursos en la extrema derecha que niegan la violencia machista. Para Fernández-Castrillo, una vez que el feminismo ha salido del foco mediático de hace unos años, “se ha generado un discurso de contracultura. Aunque los perfiles no tengan que ser de personas maduras, ha generado una rabia respecto a ese foco que ahora está saliendo”. Eso sí, desde el estudio alertan del peligro de informar de que la juventud sea antifeminista: “es importante visibilizar que hoy en día entre la juventud hay un nivel de defensa del feminismo y de la diversidades sexuales y de género muy alto, mayor que entre otros sectores de edad de la población”.
Tanto en este estudio como en el de La Caja mágica de la masculinidad, del mismo organismo pero anterior, se apunta a los factores psicológicos de la masculinidad tradicional. Siguiendo estos informes, de entre los jóvenes entrevistados solo uno de cada 10 se siente identificado con los valores asociados culturalmente a los hombres, como el “hombre hecho a sí mismo” o “el hombre con liderazgo”. Aunque la investigación señala que los hombres jóvenes no son un grupo homogéneo —entran en juego factores socioeconómicos— engloba a los más conservadores dentro de esa “caja de la masculinidad tradicional”. E indica que estos se sienten “menos libres” para expresar sus sentimientos, tienen más problemas psicológicos y un 47,4% manifiesta haber tenido ideas suicidas, casi el doble que los que se consideran “fuera de la caja”.
Según Culpables hasta que se demuestre lo contrario, el estudio mencionado anteriormente, los entrevistados ven una conexión entre los problemas de su vida, “que muchas veces son causa de la clase social o raza”, y los problemas que les puede traer el “feminismo extremo”, como las “denuncias falsas” o la “cultura de la cancelación”. Los grupos de chicos entrevistado se mostraron además conscientes de que pueden no estar siendo bien informados y los investigadores señalaron en las conclusiones del trabajo “la repetición de bulos en su discurso”.
Como indican y analizaron en Twitter desde el colectivo feminista Proyecto Una a este respecto: “Esto lleva a pensar que toda esa ola de fachatubers no sólo son monetizadores del odio hacia el feminismo, sino que también instrumentalizan problemas de salud mental”.
Aunque la mayor parte de los jóvenes (un 46,4%) se posiciona como feminista, el antifeminismo y las posiciones reaccionarias calan cada vez más entre ellos
Necesidad de alfabetización mediática y de “conocer los derechos digitales”
Según la investigadora Carolina Fernández-Castrillo, hay un gran problema en presuponer que porque los miembros de la generación zeta sean nativos digitales tienen que tener conocimientos sobre el entorno digital. “Hace falta una labor de alfabetización. Debemos darnos cuenta de que los nativos digitales no tienen por qué saber cuál es su papel dentro del mundo digital y cuáles son los riesgos a los que están expuestos. Como ellos mismos son víctimas de la brecha digital, ¿cómo presuponemos que esto les viene de forma infusa?”.
Como medidas de alfabetización digital, Fernández-Castrillo señala: conocer diferencias entre quien crea y distribuye la información a través de las redes, “que no tiene por qué ser la misma persona” y conocer la existencia de herramientas de verificación, “incluidas las de identificación de imágenes”. Se requiere, sobre todo, “de una alianza intergeneracional en la que todas y todos estemos dispuestos a aprender, cuestionar y a verlo distinto”, apunta.
Los estudios de la Fad Juventud ya mencionados apuntan también a un aumento de la alfabetización mediática y a una necesidad de reducir el “adultocentrismo”. “Ofrecer herramientas para analizar e interpretar información de diferentes fuentes, sus argumentos subyacentes y reconocer o contrastar bulos. Los adolescentes reconocen no estar bien informados y se sienten tratados, constantemente, por diferentes actores políticos, como sujetos manipulables” argumentan. También señalan la importancia de explorar las masculinidades y la dimensión digital: “hay que entender el papel que juega lo digital en la sociabilidad adolescente y dar herramientas para prevenir el sexismo mediado tecnológicamente”. “Si no trabajamos sobre las masculinidades es imposible trabajar los cambios de actitud”, señaló en una entrevista la directora general del organismo, Beatriz Martín Padura.
Aunque la investigadora Fernández-Castrillo reconoce una “responsabilidad ideológica” en los propietarios de redes sociales como Mark Zuckerberg o Elon Musk, ve complejo censurar los perfiles afines a la extrema derecha. “Vetar a estos perfiles, no dejar que publiquen, tampoco ha tenido unos resultados claramente satisfactorios”. Para ella, la solución está en aumentar las garantías de los derechos digitales, como “el derecho al olvido digital o la cuestión del reconocimiento facial”.
¿Los mensajes progresistas llegan menos?
A la hora de pensar en perfiles abiertamente de izquierdas, progresistas y con fuerte impacto en redes es más difícil que vengan nombres a la cabeza. A nivel internacional destaca James Rehwald y en España proyectos como el de Cuellilargo (Pol Andiñach), que crea contenido sobre actualidad política bajo una perspectiva de izquierdas, antirracista y antifascista. Otras, como Hanan Alcalde (tras el perfil de TikTok @familiaabdelkaderr), colaboradora habitual de Spanish Revolution, defienden la convivencia de los contenidos de entretenimiento que “funcionan” en TikTok con otros de discurso ideológico. En sus vídeos, Alcalde ha hablado de ocupación, antirracismo y odio en redes. Y dice a este periódico que lo hace con “una doble intención: entretener, pero con una última instancia de concienciar”.
“Los jóvenes usan TikTok de forma casi adictiva. Es súper importante estar ahí. Es una herramienta clave para informar”, dice la creadora de contenido. “Hay que estar presentes. A mí no me interesa el baile o la música, me interesaba precisamente cambiar ese discurso. Donde vivo, en Ceuta, hay muchísimos discursos racistas. Empiezo con el baile y la tontería, pero meto también mi discurso y muestro nuestra forma de vida para intentar cambiar las estructuras mentales de que 'el moro es siempre machista' o que las mujeres vivimos sumisas con ellos”.
Es necesario que haya más creadores de contenido que denuncien las injusticias y las desigualdades
Para Hanan Alcalde “es necesario que haya más creadores de contenido que denuncien las injusticias y las desigualdades. Pero la escalada del discurso de la extrema derecha se da porque en el formato de las redes es más digerible. Tienes que pensar menos y es más sencillo y visceral. Si se habla de la ocupación es por no hablar de la crisis de la vivienda. Y hablar sobre los problemas de los migrantes requiere un mayor esfuerzo por parte de quien lo crea y quien lo escucha. Y, además, tampoco la red ayuda a que se visibilice este discurso. Es difícil hacer un mensaje de izquierdas y que llegue”, dice sobre la menor presencia de discursos progresistas.
En este sentido, Laura Casal, gestora de talento de la agencia de representación Bushido Talent, señala sobre la ausencia de discursos políticos de influencers y creadores de contenido en redes que “evitan por una parte la pérdida de comunidad de personas en desacuerdo y, por otra, oportunidades de trabajo con marcas”. Sobre las marcas, revela que “muchas establecen por contrato una serie de compromisos por parte del influencer, entre los que puede estar la abstención de hacer comentarios políticos o religiosos”. Todo dependerá de la marca y sus valores. Entre las más restrictivas señala a las de “gran consumo, alimentación y grandes multinacionales”.
Muchas marcas establecen por contrato una serie de compromisos por parte del 'influencer', entre los que puede estar la abstención de hacer comentarios políticos o religiosos
Para David M., de Etnocritic, “por una parte la izquierda no ha sabido adaptarse al nuevo marco y situación, aunque es importante señalar el funcionamiento de la red, como su propiedad privada, los bots o el aumento de la visibilidad si pagas más. No podemos solo darnos latigazos”. “También incluso nosotros le compramos el marco del debate a la extrema derecha y acabamos haciendo contenidos únicamente para desmentir sus bulos”, añade a modo de autocrítica. El estudio Culpables hasta que se demuestre lo contrario de la Fad Juventud, citado anteriormente, señala la importancia de “recuperar la utopía: se debe trabajar sobre el sentimiento catastrofista y futurófobo de los adolescentes para que sean capaces de imaginar y proponer soluciones a problemas actuales, tales como la desigualdad o la violencia de género”.