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Análisis

Frente a las ambiciones de Trump, Groenlandia acumula pasos para decidir si se independiza de Dinamarca

El avión en el que viajaba Donald Trump Jr. en la pista de un aeropuerto en su visita a Nuuk.

Òscar Gelis Pons

Copenhague —

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Las ambiciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de quedarse con Groenlandia generaron en las últimas semanas una de las mayores crisis diplomáticas en años para Dinamarca. Las relaciones entre la nueva administración en Washington y el Gobierno de Copenhague no podrían ser más tensas, más aún después de la única conversación que mantuvo el presidente estadounidense con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, en la que Trump le expresó de manera agresiva que su país necesita controlar Groenlandia.

Según fuentes publicadas por el Financial Times, la charla entre los dos líderes “fue horrible” y “muy dura”, y el presidente republicano volvió a amenazar con levantar aranceles específicos contra el país escandinavo. 

Durante el pasado fin de semana, Trump insistió en que cree que EEUU “conseguirá hacerse con Groenlandia”, unas palabras a las que Frederiksen no quiso contestar de forma directa a los medios. En cambio, la estrategia del Gobierno danés fue redoblar los esfuerzos diplomáticos e intentar mostrar una imagen de unidad con el Ejecutivo autonómico de Nuuk, anunciando varias medidas sociales e inversiones para reforzar la presencia militar y la vigilancia en la isla ártica.

Al mismo tiempo, Frederiksen también está intentando granjearse la complicidad de sus socios europeos, alegando que “la unidad en Europa nunca antes ha sido tan importante”. Este martes, en unas declaraciones ante la prensa, el canciller alemán, Olaf Scholz, condenó cualquier aspiración de expansión territorial, venga de donde venga. “Las fronteras no deben moverse por la fuerza. To whom it may concern [a quien pueda concernir]”, dijo Scholz en inglés, en un claro mensaje a Trump.

Sintonía entre Washington y Nuuk 

En cambio, en la isla ártica, el foco mediático de las últimas semanas y los deseos de anexión de Trump animaron los argumentos a favor de la independencia y el debate sobre un referéndum de autodeterminación que se podría celebrar en los próximos años, y que será un tema central en las elecciones generales del próximo mes de abril, que decidirán el futuro gobierno del territorio ártico. 

No hay duda de que la Administración Trump tiene mucha más sintonía con el actual Gobierno y los políticos de Nuuk que con Copenhague. A pesar de haber afirmado en varias ocasiones que “la isla no está en venta”, el primer ministro groenlandés, Múte Egede, también dijo estar preparado “para trabajar más estrechamente con los EEUU”, señalando que “inició un diálogo” con la administración Trump para reforzar los lazos en defensa y minería.

Un referéndum en marcha

A pesar de la buena disposición mostrada por el Ejecutivo de la isla ártica en estrechar los vínculos con Washington, la idea de que Groenlandia termine formando parte de EEUU no es, ni mucho menos, apoyada por una mayoría. Este rechazo lo manifestaron en los últimos días los cinco partidos que conforman el Inatsisartut (el Parlamento de Groenlandia), ya que todos ellos desestimaron de manera frontal la idea de que EEUU se haga cargo del gobierno de la isla ártica. En cambio, una mayoría de los partidos apoyan un futuro independiente para Groenlandia, y con la disputa entre EEUU y Dinamarca parece que este proceso se pudo acelerar. 

En el discurso de fin de año, el primer ministro Egede ya señaló que “se empezó a trabajar creando el marco para que Groenlandia se convierta en un Estado independiente”. “Ahora es el momento de dar el siguiente paso para nuestro país”, añadió el líder del partido Inuit Ataqatigiit. 

Para el analista político y exdiputado groenlandés Ineqi Kielsen, “la discusión en Groenlandia no es sobre si debería ser un Estado independiente, sino sobre cuándo debería serlo”. Kielsen explicaba en una entrevista para la cadena pública danesa DR que, en 2023, los políticos groenlandeses presentaron un proyecto de constitución que servirá como base legal del futuro Estado.

Además, en el marco de la Ley de Autonomía con Dinamarca, el Parlamento ártico reservó los fondos para poner en marcha la comisión que decidirá las condiciones y la pregunta en un referéndum de independencia. “Esto significa que la consulta creo que se votará en la próxima legislatura de cuatro años”, aseguraba Kielsen. 

Pero para otros, como Erik Jensen, líder del partido socialdemócrata Siumut, aún es temprano para ponerle fecha a una consulta. “Será cuando llegue el momento, primero tenemos que discutirlo en el Parlamento. Pero ahora estamos más cerca porque tenemos un proyecto de constitución”, decía. De celebrarse el referéndum, según un estudio de la Universidad de Copenhague, siete de cada diez groenlandeses votarían sí a la emancipación del Reino de Dinamarca.

Una dependencia económica difícil de superar 

Ulrik Palm Gad, investigador del Instituto Danés de Estudios Internacionales (DIIS), explica a elDiario.es que una de las claves en una futura consulta de independencia será establecer hasta cuándo Dinamarca continuará subvencionando al Gobierno de Nuuk. Actualmente, un tercio del sector público de Groenlandia es financiado con una aportación anual de Copenhague que asciende a los 4.100 millones de coronas (500 millones de euros).

Además de esta contribución, el Ejecutivo danés también se encarga de la justicia, la policía, el sistema penitenciario y la vigilancia de las aguas territoriales, además de tener las competencias de la defensa y la seguridad de la isla ártica. En este sentido, el experto del DIIS indica que “se deberá negociar si en el referéndum se votaría una independencia completa, un tratado de libre asociación o un sistema similar a la Commonwealth británica”. 

El descubrimiento de recursos naturales como los minerales de tierras raras y los yacimientos de petróleo y gas representan una esperanza para Groenlandia con vistas a dejar de depender económicamente de las ayudas de Copenhague, que mantienen el sistema actual de Estado del bienestar.

Pero, a pesar de las grandes ambiciones para explotar estos recursos que también persigue EEUU, Torben Andersen, economista en la Universidad de Aarhus, recuerda que “hasta ahora no se pudieron poner en marcha grandes proyectos mineros, mientras que la perspectiva de extraer millones de barriles de petróleo hace tiempo que quedó sepultada por los enormes costos que representa hacerlo en el Ártico”. “Con las gafas más optimistas, es poco probable que la minería sea económicamente significante para Groenlandia en un horizonte de 10 años”, concluye Andersen. 

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