En junio de 2016 me reencontré con Tania Bruguera en su casa de Tejadillo, en La Habana Vieja, diez años después de haber participado en su proyecto Cátedra Arte de Conducta. Estaba en una investigación “de campo” sobre las trayectorias de algunos nichos artísticos-culturales independientes hacia los trasvases mismos en su relación arte/activismo/alternatividad. La artista llegaba a la isla para poner en marcha su nueva propuesta, el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR).
La vivienda estaba en construcción y se ampliaba hacia el domicilio colindante, herencia de su tía. A la antigua residencia, en bajos, se añadía ahora una estancia transformada en entrada principal. Conducía hacia el patio y una de sus paredes era “intervenida” con los nombres –en profusión de tamaños y colores– de quienes habían donado para la creación del Instituto a través de una campaña en Kickstarter. La obra, como fresco o mural contemporáneo, se hallaba también “en construcción”, donde trabajaban algunos estudiantes que transitaban constantemente por la casa.
Mientras aguardaba por la artista, recorría el lugar y evocaba los años de La Cátedra. Tania me saca de mis evocaciones nostálgicas, casi a trompicones, cuando me comenta que el Instituto de Artivismo Hannah Arendt surgía como “respuesta” urgente a los eventos desencadenados en torno a la obra #Yo También Exijo (2014-15). El Susurro II, como también sería acuñada esta propuesta, difuminaba –y reforzaba, a un tiempo– los límites entre un arte contestatario, crítico, y el espacio para el disenso en la isla. Un prontuario de arrestos, acoso, detenciones y otras prácticas de violencia estatal –incluida la adjudicación de cargos criminales– apenas separaban #YTE, plataforma llamada a promover pacíficamente los derechos civiles, políticos y económicos en la isla, de INSTAR, como su homóloga, abocada ahora a incentivar el empoderamiento de la sociedad civil cubana:
“Lo que me gusta de # YoTambiénExijo es que demostró qué cosa es Arte de Conducta, qué es arte political time specific. Hubiera sido Arte Útil, de haber logrado hacer una ley. Eso fue en julio, ya yo estaba de interrogatorios hasta “aquí”. “Déjenme hacer un Proyecto de Ley sobre la libertad de expresión y el uso de los espacios públicos y contra el odio político también.” Después les dije: eso les va a convenir, porque cuando todo esto cambie, a ustedes les va a convenir que haya una ley contra el odio político. Claro, eso no les gustó. Yo de verdad me iba a comprometer a hacerla, hubiera sido un resultado perfecto. El Instituto de Artivismo salió como respuesta a todo eso que pasó el año pasado”.
La artista, devenida activista, retoma la idea de que INSTAR, al tiempo que reacciona a los sucesos detonados por #YTE, emerge como continuidad de La Cátedra, ambos proyectos circunscritos a esta noción. Ofrece “a cuenta gotas” –según sostiene– algunos elementos acerca de las estrategias implementadas para su creación; cómo se insertará en el actual escenario cubano, a la luz de los cambios socioeconómicos por los que transita la isla:
“Siempre digo que yo empecé lo de Arte Útil con La Cátedra, una investigación que viene desde el 2003. También que La Cátedra fue una respuesta social a aquel momento. Nosotros no queríamos hacer obras que fueran ilustrativas, queríamos hacer obras que fueran dialógicas, incisivas, que preguntaran sobre los orígenes de los problemas, que buscaran sus causas. Por eso quiero volver a hacer ahora este proyecto”.
Aunque la inauguración formal de INSTAR estaba prevista para los siguientes meses de 2016, su génesis misma quedaría zanjada, como evento fundacional, en las jornadas performáticas iniciadas el 20 de mayo de 2015, donde Tania acometería durante 100 horas la lectura pública –e ininterrumpida– de la obra Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt, también en Tejadillo. Se hallaba en condiciones de arresto domiciliario, retirado su pasaporte, retenida, en definitivas, bajo un proceso jurídico irregular y atrapada en una campaña difamatoria orientada a exaltar la supuesta criminalidad o peligrosidad de la artista, acusada de tráfico de drogas y de ser agente de la CIA; es decir, espía. Serían las consecuencias, el castigo impuesto por el gobierno cubano ante la pretensión de realizar un performance que se origina como una acción de protesta en la web (#YTE) y amenazaba con “aterrizar” en el espacio público de la Plaza de la Revolución hacia finales de diciembre de 2014. Ante tamaño desacato, cinco días después fue nuevamente detenida en el transcurso de seis meses, a bocajarro y delante de su casa, luego de un fuerte operativo policial acompañado de un enconado “acto de repudio”. Tania rememora y denuncia las irregularidades legales cometidas dentro del aparato estatal y jurídico-policial cubano:
“Me metieron presa cuatro veces, sin ninguna razón. Eran tres cargos, se cayeron dos, dejaron uno que era incitación al desorden público. Una cosa súper abstracta. Estuve dos meses pidiendo que me dieran la carta, que la tengo todavía y ando con ella para todos lados. Me tuvieron así seis meses, que es el tiempo legal máximo que pueden tener a una persona bajo investigación antes de pedir un permiso especial al Ministro del Interior, algo que pasa en casos así, grandes, de traición a la patria. A los seis meses me devuelven el pasaporte y me dicen: que no se te olvide que si a nosotros nos da la gana, tú no puedes entrar aquí. Lo que yo entendí de todo ese proceso es que la Seguridad del Estado hace las cosas de manera ilegal. No me han dado, por ejemplo, el permiso para terminar de arreglar mi casa. Le metieron miedo a los arquitectos de la comunidad y el director entonces le dijo al arquitecto “no puede firmar el proyecto”, cuando yo tengo permiso de Monumento, de todas las instancias, para hacer la construcción. Yo creo que la Seguridad del Estado se siente que está por encima de la ley. Ellos tienen un estado de excepcionalidad así, inmenso.”
Transcurría la tarde calenturienta de aquel mes, persistían un nudo y resequedad angustiosas en mi garganta, una incontenible sensación de tristeza y abandono. Tania continuaba su relato, refería la imposibilidad o inviabilidad misma de amparo legal en el proceso judicial emprendido contra ella. Ante la situación de “entrampamiento” legal, la artista y activista acudía a grupos de abogados independientes en Cuba, como Cubalex y la Asociación Jurídica de Cuba. Asistida por estos, estudiaba a fondo la Constitución y el Código Penal del país en un esfuerzo por intentar demandar al Gobierno cubano por las irregularidades en su contra. Se enfrenta a un peregrinaje agonizante y continúa su exilio –institucional y jurídico– en solitario, circunstancia que le compulsa a una situación de depauperación moral y física, allí donde le es negada, arrebatada, su condición de artista y ciudadana:
“Yo quería poner varias demandas. No pude encontrar un abogado que me apoyara. Fui a varios Bufetes Colectivos, yo iba así, sin avisar, como una persona más, iba a veces con mi mamá. Me sentaba y hacía la cola, iba con el que me tocara, al azar, y cuando empezaba a explicar contra quién era mi caso y lo que era, la gente… Los abogados independientes no tienen validez, yo hablé con Laritza y con Vallín pero ellos no tienen figura legal. Tomé unos cursos cortos, de Estado de derecho, pero ellos no tienen marco legal, les quitaron todas las licencias y los sacaron del circuito del Ministerio. Después yo me entero, ya al final, que es ilegal que un abogado te diga que no, que no te quiera representar”.
El dispositivo artístico de INSTAR, desde sus inicios, se despliega como interfase o bisagra entre artistas, académicos, intelectuales, activistas, periodistas independientes. Replica una lógica que hereda de La Cátedra la noción de laboratorio, de espacio para residencias, conversatorios, programas de conferencias, mientras se genera una plataforma teórico-práctica orientada a incidir en el espacio de la cercenada sociedad civil cubana. El dispositivo, la obra, adopta ahora la estructura de un Escuela o Instituto de Investigaciones para la enseñanza de la educación cívica en la isla; como #YTE también tendrá su génesis en la web a través de una Campaña para la recaudación de fondos mediante la Plataforma Kickstarter.
Los cruces letales
Regresé a Ciudad de México en enero de 2017. Algo se había quebrado irreversiblemente. Llegaban señales de la isla. El Festival Poesía Sin Fin de OMNI Zona Franca (Colectivo artístico independiente, fundado hacia 2003 en Alamar) – interrumpido en 2014 por la fuerte presión de las autoridades cubanas–, retornaba a finales de diciembre de aquel año, con el apoyo de algunos miembros establecidos fuera del país, colaboraciones de participantes y amigos residentes en el exterior. Pocos días después, el 20 de diciembre, aparecía en el sitio web de OMNI, bajo el titular “# Cuba GOLPES, INSULTOS Y TERROR CONTRA EL ARTE Y EL FESTIVAL POESÍA SIN FIN 2017”, la siguiente nota: “Este Miércoles el Gobierno Cubano ha dado la orden de reprimir violentamente, a golpes, patadas, bastonazos e insultos a todos los artivistas y público en general que se encontraron en la Galería Independiente El Círculo como parte del Festival Poesía Sin Fin […]. Hoy se presentaba la obra Psicosis, de la escritora Sara Kane. […] El gobierno Cubano ha visto en esta obra y en la libertad de convocar a una nueva edición del Festival Poesía Sin Fin un peligro que lo aterroriza. En su terror no ha tenido pudor en violentar a artistas de reconocimiento internacional como Tania Bruguera, Amaury Pacheco OmniPoeta, Lia Villares, Iris Ruiz, Luis Manuel Otero Alcantara, Yanelys Nuñez Leyva. […] La Galería El círculo se mantiene rodeada por agentes de la Seguridad del Estado del Gobierno de Raúl Castro, que amenazan con ejercer sobre los que todavía se encuentran adentro la mayor violencia…”.
La asfixia y las continuas prácticas de represión y violencia estatal en Cuba propician hoy la galvanización de estos nichos artísticos que se reorganizan a través de agendas y de reclamos sobre la igualdad, la justicia, la defensa de los derechos humanos y la libre expresión política. Un escenario donde afloran, de manera ferviente y creciente, manifestaciones de resistencia y contestación en propuestas que buscan intervenir en el espacio de la ciudadanía y en el debate sobre lo público y lo político en la isla.
Esta nota fue publicada originalmente el 28 de diciembre de 2020 en Periodismo Situado de Cronos Lab. Es parte de un informe sobre el movimiento San Isidro de Cuba que se puede consultar en este link.