Reunidos por primera vez cara a cara y presencialmente, los presidentes de Brasil y de EEU se encontraron en la ciudad californiana de Los Ángeles en el marco de la IX Cumbre de las Américas convocada por la Casa Blanca. En público, el casi septuagenario Jair Messias Bolsonaro y el casi octogenario Joe Biden intercambiaron cordialidades sobre sobre temas caros para los votantes demócratas y para los foros internacionales, como la agenda medioambiental y la calidad de la democracia en Brasil.
Biden habló cerca de un minuto y medio. Defendió la idiosincrasia de las instituciones de EEUU y recordó ante las cámaras de televisión que él visitó en tres ocasiones la patria de su interlocutor: “Brasil es un lugar maravilloso. A través de su democracia vibrante e inclusiva y sus instituciones sólidas, nuestras naciones están unidas por profundos valores compartidos”. No omitió referirse a la intransigente urgencia de salvaguardar la Amazonía. Sostuvo que Brasilia ha hecho un buen trabajo para proteger la selva y comprometió su apoyo a que el “resto del mundo ayude a financiar la protección de la zona”. “Todos nos beneficiamos de ello”, argumentó.
Bolsonaro habló cerca de seis minutos y precisó su posición exacta acerca de tres cuestiones por las cuales su gobierno es criticado: el escepticismo sobre los métodos mecánicos de escrutinio de los sufragio ante las próximas elecciones presidenciales brasileñas de octubre, el presunto desinterés por la ruinosa ecología de la Amazonía y el sostén de una relación neutral con Rusia. El presidente ni se retractó de la retórica que despliega en Brasil ni disimuló sus opiniones. .
EEUU es el segundo socio comercial de Brasil y el principal origen de las inversiones directas en el país, que en 2019 alcanzó con los 145.000 millones de dólares.
Respecto a las elecciones, Bolsonaro sostuvo que Brasil tendrá elecciones libres y justas. También aclaró que está trabajando para que los recuentos sean verificados por auditorías. “Este año tenemos elecciones en Brasil. Y queremos elecciones limpias, confiables y auditables, para que no haya dudas después de las elecciones”, dijo Bolsonaro a Biden. “Estoy seguro de que se llevará a cabo con este espíritu democrático. Llegué al gobierno por vía de la democracia y estoy seguro que cuando yo deje el gobierno, también será de forma democrática”, agregó.
Al referirse al tema del Amazonas, Bolsonaro aludió a datos oficiales de las reparticiones públicas de la administración brasileña dedicadas a la preservación del medio ambiente: “Dos tercios de Brasil están preservados. Más del 85% de la Amazonía, también. Nuestra legislación ambiental es muy estricta y hacemos todo lo posible para que sea observada, por el bien de nuestro país”. Evitó responder a las críticas internas y externas que sin desfallecimiento le recuerdan cotidianamente el desorden y progreso de la deforestación. En cambio, hizo hincapié en una cuestión de resonancias patrióticas aseguradas en su propia base elctoral (pero también en la de Lula, el candidato petista que será su rival en las presidenciales de octubre). Dijo que él siente sonar una alarma, como la abrumadora mayoría de la ciudadanía brasileña según los sondeos, cada vez que le ofrecen agresivamente cooperación internacional para vigilar la selva amazónica: por detrás del auxilo, escucha el avance del intervancionismo y la amenaza a la soberanía nacional.
Bolsonaro justificó su visita a Vladimir Putin en Moscú, sin mencionar el nombre del inquilino del Kremlin. “Siempre hemos adoptado una posición de equilibrio. Lamentamos los conflictos, pero tengo un país que manejar y, por su dependencia exterior, siempre debemos ser cautelosos. Las consecuencias de la pandemia, sumadas a las de una equivocada política de cuarentenas, se añadieron a posteriori los efectos de una guerra librada a diez mil kilómetros del Brasil: el resultado es perjudicial para la economía de todos nosotros. Y allá en Brasil, los que más sufren son los más humildes, que enfrentan la inflación en el aumento de los precios de la energía y de los alimentos”, dijo.
El presidente brasileño suele decir que visitó la Federación Rusa, siguiendo los pasos de su par argentino Alberto Fernández, para mantener la relación comercial entre los dos países. De esto se sigue, según expresó Bolsonaro en Los Ángeles, que, “entonces, presidente Joe Biden, estamos disponibles para colaborar en la construcción de una salida a este episodio que no queremos entre Ucrania y Rusia”.
La previa al encuentro en la Cumbre
La argumentación de Bolsonaro para atacar el sistema electoral se sostiene en la afirmación de que los resultados de las máquinas de votación electrónica no pueden ser verificados. Ya antes de la reunión con Biden, al salir del hotel donde se hospeda, Bolsonaro había declarado que el sistema de elección electrónico es inauditable. Esta aserción es debatible.
También había adelantado que esta vez se abstendría de comentarios sobre las presidenciales estadounidenses de noviembre de 2020. Último líder del G-20 en felicitar a Biden por su victoria sobre Donald Trump, el brasileño reprodujo, en diferentes pero no escasas circunstancias, las versiones del ex presidente republicano que ponían en duda la legitimidad del proceso electoral que llevó a la consagración del actual presidente demócrata.
“Sabes que tuve una excelente relación con el presidente Trump. Esto está en el pasado”, le dijo Bolsonaro a Biden antes de la reunión. En efecto, Biden lo sabía. Bolsonaro había hallado en el derechista antisistema elegido presidente en 2016 el impulso sin freno para buscar el triunfo con su candidatura personalísima. Como después Trump interpretó el buen éxito del este candidato independiente en la presidencial brasileña de 2018 como un signo de que él puede ganar su reelección en 2024. Los encuentros cara a cara fueron siempre entusiastas y sus elogios mutuos invariablemente efusivos.
Y el after después de la Cumbre
Tras el encuentro bilateral, Bolsonaro y Biden mantuvieron una conversación privada, que duró unos 20 minutos, en la que solo estuvieron presentes los intérpretes y los ministros de Relaciones Exteriores. “Fuimos a la reunión confidencial. El resto es secreto de Estado. Lo que dije, y él estuvo de acuerdo, es que si logramos expandir este eje Norte-Sur, será bueno para todos”, advirtió Bolsonaro después de despedirse de Biden.
Sin embargo, después de su discurso público el viernes en el plenario, Bolsonaro se mostró menos renuente a revelar aspectos, sin duda los menos secretos, que habían sido tenidos en cuenta con el presidente norteamericano en la conversación privada. Estaba “maravillado” con Biden. “La experiencia fue simplemente fantástica. Realmente estoy asombrado y creyendo en sus palabras y en todo lo que tratamos en privado”. Quiso graficar que los dos estaban muy cerca uno del otro: habían departido sentados a menos de un metro de distancia y “sin barbijo”. Refirió también que le había transmitido al presidente norteamericano la preocupación de su industria siderúrgica nacional por las barreras que Trump había colocado a la importación de acero brasileño. Biden le habría respondido con la promesa de reflexionar sobre la reanudación posible de este intercambio comercial.
“Sentí mucha sinceridad y mucha disposición (por parte de Biden) para solucionar problemas que evidentemente escapan a la responsabilidad total de cada uno de nosotros, pero juntos podemos buscar alternativas para poner fin a este conflicto. Creo que todos los que trabajen de esta manera lograrán nuestros objetivos, especialmente el gobierno de EEUU”, agregó Bolsonaro, quien no asistió a la cena que ofreció el estadounidense a los líderes extranjeros.
Desde Los Ángeles, el presidente Bolsonaro viajó la ciudad de Orlando, en la otra costa de EEUU, donde continuó con su agenda política en el extranjero. Inauguró un viceconsulado de Orlando, vieja demanda de sus compatriotas que viven en Florida. Baluarte de la comunidad brasileña en EEUU, como de la cubana, el estado de Florida, a sólo 90 millas de la isla comunista, concentra líderes evangélicos y simpatizantes derechistas de Bolsonaro.
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