Son islas en blanco en los mapas que representan la extensión de la OTAN en Europa. Se trata de los países neutrales, aquellos que se mantienen fuera de la alianza militar que se creó en el contexto de la Guerra Fría. La invasión rusa de Ucrania, en la que uno de los mayores caballos de batalla de Vladímir Putin ha sido que Kiev no entre en la OTAN, ha terminado de empujar a dos países neutrales como Finlandia y Suecia a enterrar su tradición histórica y llamar a las puertas de la organización trasatlántica, que en la actualidad cuenta con 30 miembros y se reunirá el miércoles y el jueves en Madrid.
Otros cuatro Estados miembros de la Unión Europea no pertenecen a la OTAN, cada uno por sus propios motivos estratégicos, geográficos e históricos: Austria, Irlanda, Malta y Chipre. Suiza, rodeada por la UE pero no miembro, también mantiene su tradicional neutralidad y no busca unirse a alianza. Existen otros casos, como el de Moldavia.
“Es una decisión política y social que se corresponde con la cultura estratégica de cada país, su historia, sus valores, sus intereses, su situación geográfica y de la existencia o no de amenazas compartidas”, dice a elDiario.es Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano. “El país neutral opta por su autodefensa en lugar de recurrir a una organización de defensa colectiva como la OTAN. La neutralidad dificulta el apoyo de una organización como la OTAN ante un ataque armado pero, a cambio, mantiene a los países neutrales al margen de un enfrentamiento colectivo”. Por ejemplo, indica, la neutralidad de algunas naciones las mantuvo al margen de la Guerra Fría.
Sin embargo, el investigador recuerda que el hecho de ser neutrales y no ser miembros de pleno derecho “no impide la cooperación” con la organización en asuntos militares, “aunque a un nivel inferior al que tendría esa cooperación si los países quisieran ingresar en la OTAN”.
Arteaga explica que la proximidad a unas “fronteras inseguras”, como la de los países escandinavos o bálticos, es un factor que facilita el cambio de mentalidad y “de cultura estratégica de la población, que sopesa ventajas e inconvenientes de un cambio de estatus”. “Invasiones como la rusa de Ucrania y las amenazas a la soberanía nacional pueden acelerar estos cambios, tal y como se ha visto en Suecia y Finlandia en pocos meses, aunque el debate político y social se venía dando desde mucho antes”. Cuando entren en la OTAN, ambos países tendrán que haber renunciado a su estatus de neutralidad.
Austria
Además de Suecia y Finlandia, Austria es uno de los ejemplos más destacados, ya que ha defendido esta postura desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El país se declaró militarmente neutral como condición para que las fuerzas aliadas (Reino Unido, Estados Unidos, la URSS y Francia) abandonasen su territorio y pudiese recuperar su independencia en 1955 con la firma del Tratado de Estado de Austria, que también garantizaba que no se uniría a Alemania. En una ley de octubre de aquel año, declaró su “neutralidad perpetua” y estableció que no se uniría a ninguna alianza militar y no permitiría el establecimiento de ninguna base militar extranjera en su territorio.
“La neutralidad era la única forma que tenía Austria de conseguir que las fuerzas de ocupación se marcharan”, dijo en marzo el politólogo vienés Heinz Gärtner a la cadena alemana Deutsche Welle. “Por aquel entonces existía incluso la amenaza de que Austria fuera dividida como Alemania. Esa amenaza se evitó cuando los Aliados –especialmente EEUU y la Unión Soviética– consintieron que Austria se convirtiera en neutral”.
La neutralidad austriaca está consagrada en la Constitución, es uno de los componentes más importantes de la democracia moderna del país y dio forma a su política exterior. Viena alberga la sede de varios organismos internacionales.
Pese a no ser miembro ni haber solicitado su entrada, Austria ha ido reevaluando su definición de neutralidad y sí coopera con la OTAN desde 1995, cuando se unió al llamado programa Asociación para la Paz (APP) –lanzado para estrechar vínculos entre la OTAN, socios del antiguo bloque soviético y algunos de los países tradicionalmente neutrales de Europa, y a veces visto como un primer paso hacia la membresía completa–. Dos años después, comenzó a formar parte del Consejo de Asociación Euroatlántica, un foro multilateral que reúne a todos los Aliados y países socios en el área euroatlántica.
Austria es parte del bloque comunitario, que tiene una estructura creciente de política exterior y de defensa, y participa, por ejemplo, en misiones en zonas de conflicto bajo el auspicio de la ONU y la UE, aunque es reticente a hacerlo en regiones donde hay más posibilidades de que sus soldados tengan que utilizar las armas. El país ha participado en misiones de pacificación en lugares como Bosnia y Herzegovina.
El ejemplo austriaco fue citado en marzo durante las conversaciones de paz entre Kiev y Moscú como un posible modelo para Ucrania.
Irlanda
Irlanda cuenta con una política de neutralidad tradicional que aplicó durante la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de Austria, no está codificada en la Constitución irlandesa y es una zona algo gris. El país ha mantenido “un ambiguo estatus de neutralidad desde su independencia”, dice en un ensayo Eoin Daly, profesor de Derecho en la Universidad Nacional de Irlanda en Galway. “No es un requisito constitucional y, en la medida en que existe, tiene más bien el carácter de una política o tradición”. Irlanda puede desplegar sus fuerzas armadas en el extranjero cuando existe un mandato de la ONU, una decisión del Gobierno y una aprobación parlamentaria –sistema conocido como “triple llave”–.
Se esgrime que la razón de que el país no se una a la Alianza radica principalmente en su relación con Reino Unido. Irlanda se opuso a entrar en la OTAN hasta que se resolviera la cuestión de Irlanda del Norte, como explicó en un artículo de 2013 Stanley R. Sloan, experto en las relaciones entre EEUU y Europa. “La posterior neutralidad irlandesa se basó principalmente en los problemas de las cuestiones irlandesas con Reino Unido, y no en la confrontación de la Guerra Fría”. Sin embargo, Irlanda “se benefició de forma efectiva de la defensa, ya que la OTAN se habría visto obligada por su propio interés a defender el territorio irlandés en cualquier caso”.
Irlanda se incorporó en 1999 al programa de la Asociación para la Paz de la OTAN y al Consejo de Asociación Euroatlántica. Las fuerzas irlandesas también han participado en muchas operaciones militares de la UE.
Suiza
En Suiza, país neutral por antonomasia, esta política tiene raíces particularmente profundas. La membresía de la OTAN ha estado fuera de discusión por razones de estricta neutralidad, que la hace incompatible sobre todo el artículo 5 del Tratado, que estipula que un ataque a un miembro representa un ataque a todas las naciones de la organización.
Según sus partidarios, la cuidada tradición de no tomar partido–cuestionada en ocasiones– ha ayudado al país a prosperar pacíficamente y a mantener un papel especial como intermediario, incluso durante la Guerra Fría. Algunas voces críticas afirman que el país se beneficia del paraguas protector de la OTAN sin soportar la carga de un Estado miembro. La pertenencia a la alianza es impopular entre los suizos, según las encuestas.
Como en otros casos, este estatus no ha detenido la colaboración con la OTAN. Desde 1996, Suiza forma parte de la Asociación para la Paz de la Alianza, algo que ha sido cuestionado en algunos círculos tanto de izquierda como de derecha, que creen que es incompatible con la neutralidad y lo consideran una pertenencia indirecta, según el medio swissinfo. En 1997, se convirtió en miembro del Consejo de Asociación Euroatlántica.
Invocando la Convención de La Haya, Suiza “está obligada a respetar los principios de 'no participación en las guerras, cooperación internacional –pero no pertenencia a alianzas militares–, no entrega de tropas o armas a las partes beligerantes”, según dijo en mayo el presidente suizo, Ignazio Cassis. La Constitución impone que las autoridades deben tomar medidas para salvaguardar la neutralidad. No obstante, el Ministerio de Exteriores matiza que la política de neutralidad no se rige por la ley, sino que es una combinación de todas las medidas que se adoptan para garantizarla, y según la entienden, se determina en función del contexto internacional del momento.
Según Reuters, el Ministerio de Defensa suizo está elaborando un informe que se completará en septiembre sobre las opciones de seguridad que incluyen ejercicios militares conjuntos con los países de la OTAN y el “relleno” de municiones –suministrarlas a otros países para reemplazar las enviadas a Ucrania–.
De Malta a Moldavia
La pequeña isla mediterránea de Malta es también oficialmente neutral. Según su Constitución, es un Estado que se adhiere “a una política de no alineación” y se niega “a participar en ninguna alianza militar”. El camino hacia la neutralidad se remonta a la década de los 70, cuando, años después de la independencia, los británicos hicieron efectiva su salida y la isla se encontró sin bases militares extranjeras, según explica el diario Times of Malta en un artículo reciente.
La enmienda constitucional es de 1987, en el contexto de la Guerra Fría –de hecho, el texto hace referencia a las “dos superpotencias”–. La primera reunión de la historia entre un secretario general de la OTAN y un primer ministro de Malta tuvo lugar en 2017, explica un portavoz de la Alianza. La neutralidad tiene un importante respaldo entre la población, según las encuestas.
Chipre quiere mantener un barniz de neutralidad y la adhesión a la OTAN no está de momento sobre la mesa, según las autoridades. Se considera que una potencial entrada en la OTAN se encontraría con la fuerte oposición de su rival, Turquía. Muchos chipriotas continúan culpando a la OTAN por la división de la isla después de que las fuerzas de Turquía –miembro de la Alianza en ese momento– la invadieran a mediados de los 70.
“Chipre no es un país neutral pero Turquía impide su entrada en la OTAN”, dice Arteaga. Preguntado por este país, un portavoz de la OTAN se limita a mencionar el “pleno apoyo” de la organización a los “esfuerzos liderados por la ONU para encontrar una solución política a las desavenencias”. “Creemos que es la única manera de encontrar una solución duradera. Pero incluso con el conflicto sin resolver, hemos podido llevar la cooperación OTAN-UE a un nivel superior”.
Chipre es el único país de la UE que no forma parte de la iniciativa Asociación para la Paz de la Alianza. No obstante, Reino Unido, que es parte de la OTAN, mantiene dos bases militares en la isla, que fue colonia británica hasta los 60 y es importante desde el punto de vista geoestratégico, por su ubicación entre Europa, África y Asia.
Otros casos son Moldavia, país constitucionalmente neutral, que como Malta “mantiene con la OTAN relaciones de cooperación, pero no de ingreso”, según Arteaga, o Serbia, país con el que Rusia mantiene una relación estrecha y que declaró oficialmente su neutralidad militar en 2007. A diferencia de otros vecinos de los Balcanes Occidentales, Serbia no aspira a entrar en la OTAN.