Después de más de 48 horas de luto y agonía por la mayor masacre de la historia de Maine, en el nordeste de los Estados Unidos, la policía encontró el cadáver del presunto autor del doble tiroteo, Robert Card. Según anunció el jefe de seguridad pública de Maine, Michael Sauschuck, las fuerzas del orden estatales localizaron el cuerpo del asesino en Lisbon, a escasos kilómetros del lugar de los hechos, muerto “aparentemente por un disparo de pistola auto-infligido”. Concretamente, Card se habría suicidado cerca de su antiguo puesto de trabajo, una planta de reciclaje de la que hacía semanas lo habían despedido.
“Esta noche respiro aliviada después de saber que Robert Card ya no es una amenaza para nadie. Sé que muchas personas comparten este sentimiento, pero también sé que su muerte no traerá consuelo”, dijo la gobernadora de Maine, la demócrata Janet Mills, que agradeció el esfuerzo de las cientos de personas implicadas en la “incansable” y “valiente” búsqueda del autor del ataque. “Ahora es el momento de sanar”, añadió, en una rueda de prensa celebrada de urgencia a las 22 horas, cuando hacía dos del hallazgo: “Una vez finalizada esta búsqueda, las fuerzas del orden continuarán investigando los hechos para que podamos aportar todo lo posible a las víctimas y sus familias”.
El tiroteo más mortífero del año
Card, de 40 años, entró el miércoles hacia las siete de la tarde en una bolera de la ciudad de Lewiston (Maine) armado con un fusil semiautomático y empezó a disparar indiscriminadamente, llevándose la vida de siete personas. Después, condujo unos seis kilómetros y al cabo de diez minutos apareció en un restaurante popular del mismo municipio, donde mató a otras ocho y se dio a la fuga. En total, el trágico episodio dejó 18 muertos y 13 heridos, el tiroteo más mortífero del año, en un país que ya acumula 565 desde enero, según Gun Violence Archive.
Desde entonces, Lewiston, una ciudad de unos 40.000 habitantes y poco acostumbrada a los focos mediáticos, se convirtió en un pueblo fantasma, después de que la policía pidiera a los vecinos que se confinaran hasta que se hallara al atacante huido. El fuerte despliegue policial, que incluyó unos ochenta efectivos del FBI, múltiples helicópteros, drones e incluso buceadores, repartidos por un amplio perímetro en el estado rural de Maine, finalmente fue capaz de poner un punto y final en la búsqueda del asesino. Perdurará, sin embargo, el dolor de los familiares, amigos y vecinos de las víctimas.
El autor del ataque era reservista del ejército de EEUU, había trabajado como instructor de tiro y tenía antecedentes por problemas de salud mental. De hecho, en julio se había sometido a una evaluación psicológica después de que se le detectaran una serie de comportamientos erráticos, y estuvo internado dos semanas en un centro de tratamiento psiquiátrico, según confirmó la policía. Las autoridades sospechan que Card compró legalmente el arma, de estilo militar, meses antes de este episodio.
Durante la jornada de ayer fueron transcendiendo nuevos detalles de Card, que recientemente había terminado una relación con una mujer, junto a la que se lo había visto en los dos escenarios del crimen: la bolera Just-In-Time Recreation y el restaurante Schemengees. Además, hace medio año se abrió una cuenta en X (ex Twitter) donde simpatizaba con políticos y figuras mediáticas de ultraderecha, como el periodista Tucker Carlson o el psicólogo y divulgador canadiense Jordan Peterson.
La Comisaría de Seguridad Pública de Maine dio a conocer ayer los nombres y las fotos de los 16 hombres y dos mujeres, de entre 14 y 76 años, víctimas de este homicidio masivo. Se suman a la macabra lista de asesinatos indiscriminados que conmocionaron el país en las últimas décadas. Momentos antes del anuncio del hallazgo del atacante muerto, la ciudad de Lewiston se encontraba celebrando una vigilia online dirigida por miembros de la iglesia local.
Dos días de conmoción
El miércoles, poco después del ataque, la policía encontró el coche que había utilizado Card en Lisbon, el municipio donde apareció muerto, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Lewiston. En el interior, encontraron una pistola, que aparentemente no utilizó durante los tiroteos.
La investigación se centró desde un inicio en los alrededores de este punto, donde el FBI interrogó los familiares del huido y a sus vecinos, y llegaron a rodear una casa propiedad de la familia gritando por los altavoces: “Robert Card, estás detenido. Sabemos que estás dentro, sal con las manos en alto”. Pero no había nadie: estas palabras forman parte del procedimiento estándar en este tipo de operativos, confirmó minutos después la policía en un comunicado.
A medida que avanzaban las horas, crecía el temor que Card hubiera escapado incluso del estado de Maine, el décimo menos poblado de la cincuentena que conforman el país norteamericano. Pero lo terminaron encontrando en el interior de su estado de residencia, uno de los más laxos a la hora de comprar un arma: no se requiere ningún examen para poder adquirir una y es completamente legal llevarlas en público, incluso si se trata de un fusil de asalto de estilo militar como el que utilizó Card el miércoles.
Los republicanos se oponen a prohibir los fusiles de asalto
A nivel federal, el presidente del país, Joe Biden, hace tiempo que insiste en la necesidad de una prohibición de este tipo de armas, una propuesta que reiteró esta semana. Aun así, la oposición de los republicanos en la Cámara de Representantes lo imposibilita. De hecho, el recién elegido presidente del órgano legislativo, el ultraconservador Mike Johnson, resumía este jueves en una entrevista en prime time el sentir mayoritario de su partido: “El problema no son las armas, es el ser humano. Tenemos que proteger el derecho a defenderse. No es momento de hablar de leyes. Recemos por la policía”.
Los demócratas esperan que la elevada cifra de tiroteos que se vivió este año en el país haga reflexionar a los que se oponen a la regulación de las armas, en un país donde se entienden como parte inseparable del espíritu nacional. Quien sí que cambió de opinión estos días fue el congresista demócrata Jared Golden, que representa a los ciudadanos que murieron en la masacre, y que hasta ahora se había mostrado contrario a la prohibición de armas de asalto.
“Me opuse a los esfuerzos para prohibir las armas de guerra mortíferas como el fusil de asalto utilizado para llevar a cabo este crimen. Llegó el momento de que asuma la responsabilidad de este fracaso. Por eso, pido ahora al Congreso de los Estados Unidos que prohíba los fusiles de asalto”, dijo Golden este jueves, en una rueda de prensa en Lewiston.