En junio de 2021, el presidente salvadoreño Nayib Bukele anunció que su país adoptaría el bitcoin como segunda moneda nacional a la par del dólar. Prometió a la ciudadanía que esta medida digitalizaría la economía, impulsaría la inversión, disminuiría la dependencia de EEUU, reduciría las tasas de las remesas que envía la migración desde el exterior y que representan un 20% del PBI de El Salvador.
La Ley Bitcoin fue sancionada el 7 de septiembre de 2021. La nueva norma, que sigue en vigencia, obliga a todo comerciante técnicamente habilitado en El Salvador, un país que con más de 6 millones de habitantes es también el más densamente poblado de América Latina, a aceptar esta criptomoneda como forma de pago.
El gobierno diseñó un monedero digital, el Chivo Wallet. A cada persona que lo descarga, las autoridades depositaban el equivalente a 30 dólares en su cuenta. Se instalaron 200 cajeros automáticos en todo el país; se anunció la creación de Bitcoin City, una ciudad que se erigirá cerca del volcán Conchagua, sobre la costa del Golfo de Fonseca. Y hasta julio, según cálculos de la agencia calificadora Moody's, se emplearon 375 millones de dólares en promover el uso del bitcoin.
Desde que un año atrás El Salvador convirtió al bitcoin en moneda de curso legal, el precio de la criptomoneda ha oscilado entre los 64.400 dólares de noviembre de 2021 y los actuales 19.000 dólares.
Un año después
De septiembre a septiembre, el éxito ha sido esquivo. Ocho de cada diez usuarios dejaron de utilizar el Chivo Wallet después de gastar el bono. La población salvadoreña ha desconfiado de la criptomoneda. La economía nacional no ha cambiado como auspiciaban sus promotores, principalmente el presidente Bukele .
El impacto sobre la economía de El Salvador atribuible a la adopción del bitcoin ha sido ínfimo, según las proyecciones de crecimiento del Banco Central de Reserva. El expresidente de esta entidad, Carlos Acevedo, anadió que “menos del 2% de las remesas están llegando a través de billeteras digitales, lo cual significa que por ese lado tampoco hubo beneficios”.
La atracción de inversiones relacionadas con la economía digital no es tampoco la esperada. Aunque ha aumentado el turismo de fanáticos de las criptomonedas y la perspectiva de un posible turismo fiscal empieza a despuntar.
Todo bitcoin puede disolverse en el aire
La principal preocupación respecto al bitcoin, incluso entre los más entusiastas partidarios, son las oscilaciones de su cotización. Desde que El Salvador lo convirtió en moneda de curso legal, el precio del Bitcoin ha oscilado entre los 64.400 dólares de noviembre de 2021 y los actuales apenas 19.000 dólares. En ese período, el péndulo en que se ha movido el precio del Euro, va de 1,19 a 0,99 dólares.
Con un PBI de 25.428 millones de dólares en 2021 y un presupuesto estatal de casi 8.000 millones, el gobierno de El Salvador ha anunciado compras de Bitcoin por valor de casi 104 millones de dólares. No representa una exposición muy grande al riesgo de cambio de esta divisa digital.
El ministro salvadoreño de Hacienda, Alejandro Zelaya, ha insistido en que el país “no ha tenido pérdidas” por la implantación del bitcoin y afirmó que el riesgo fiscal es “extremadamente mínimo”.
Si el gobierno de El Salvador vendiera hoy todos sus bitcoins, la operación tendría unas pérdidas de más de la mitad de esos 104 millones de dólares invertidos. Sin embargo, sus partidarios confían en que el precio vuelva a subir.
El presidente Bukele pidió “paciencia” en el último tuit en que hizo referencia al bitcoin hace dos meses.
El sostén de la cotización de una moneda es la confianza de los agentes económicos. Por el momento, la confianza en la divisa digital no es tan grande como hace un año. Sin embargo, aún es demasiado pronto para sostener que la implantación del bitcoin en El Salvador signifique un fracaso. El tiempo de espera para dirimir esta disyuntiva se desconoce pero un año es insuficiente según todas las opiniones.
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