Biden prometió una nueva relación con los medios, pero apenas da ruedas de prensa
Cuando hace dos semanas Joe Biden terminó de dar una actualización televisada sobre la respuesta del Gobierno a la pandemia, los asistentes comenzaron a dirigir a la prensa hacia la salida mientras los periodistas gritaban preguntas. Biden se negó a responder.
“Amigos, hablaremos de eso más tarde”, dijo. Entonces llegó una pregunta de Kelly O'Donnell, de la NBC, que no pudo ignorar: “¿Tal vez una rueda de prensa pronto, señor presidente? Nos encantaría”. “A mí también”, contestó.
Al día siguiente, la Casa Blanca anunció que Biden daría la décima rueda de prensa de su presidencia: muchas menos que cualquiera de sus predecesores recientes durante el primer año de mandato. La celebró el pasado 19, la víspera del primer aniversario de su toma de posesión.
Insulto a un periodista
Cuando Biden sube al atril se enfrenta a un sinfín de retos y contratiempos y a unos periodistas ansiosos por preguntarle todo. Este lunes estalló una nueva polémica con el presidente cuando un micro abierto le cazó llamando “estúpido hijo de puta” a un periodista de Fox News que le había preguntado por el impacto de la inflación en las elecciones legislativas de este año.
El programa de política doméstica de Biden está estancado en el Senado, donde su impulso a la legislación sobre el derecho al voto también se ha topado con un muro. La inflación es la más alta en casi cuatro décadas. El Tribunal Supremo ha rechazado el mandato de “vacunar o testear”, parte fundamental del plan del Gobierno para combatir la pandemia, que está entrando en su tercer año.
La buena imagen de la que gozaba Biden al inicio de su presidencia se ha agotado casi por completo: su índice de aprobación ha caído al 42% del 53% que tenía en el momento de asumir el cargo, según indica el promedio de encuestas realizado por FiveThirtyEight.
Esto coincide con el aumento de peticiones de periodistas y defensores de la libertad de prensa para que Biden tenga más relación con los reporteros.
Cambio drástico
En un cambio drástico respecto a Donald Trump, Biden dijo que los periodistas son “indispensables para el funcionamiento de la democracia”, que el presidente ha advertido está amenazada tanto en su país como en el extranjero. Sin embargo, el acceso de la prensa al presidente ha sido limitado.
Este mes, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) publicó un informe en el que se evalúa el vínculo del presidente con los medios de comunicación del país, así como el apoyo de su administración a la libertad de prensa en todo el mundo durante el primer año de gestión.
Titulado Night and Day (Noche y día), el informe elogia a la Casa Blanca de Biden por su “cambio casi completo respecto a la hostilidad generalizada, dañina y sin precedentes de la Administración Trump”, que “dañó gravemente la credibilidad de los medios de comunicación y a menudo difundió información errónea por todo el mundo”.
Sin embargo, el informe critica al presidente por su limitada disponibilidad para los periodistas. A lo largo de su primer año en el cargo, Biden ha dado menos ruedas de prensa y ha dado menos entrevistas que casi todos sus predecesores recientes.
Biden solo ha dado 10 ruedas de prensa oficiales durante su primer año de gestión, según los datos recopilados por The American Presidency Project. A esa altura de sus respectivas presidencias Trump había ofrecido 21 y Barack Obama, 27.
Solo Ronald Reagan, cuyas apariciones públicas se redujeron tras un intento de asesinato ocurrido en marzo de 1981, dio menos ruedas de prensa durante su primer año como presidente. Sin embargo, Reagan dio 59 entrevistas ese año, mientras que Biden solo dio 22.
Trump, que calificó a los medios de comunicación de “enemigos del pueblo estadounidense” y que elogió a un congresista que agredió a un periodista, dio 92 entrevistas durante el primer año de su mandato. Muchas de esas entrevistas se concedieron a medios de comunicación favorables a su figura, aunque también dio entrevistas a las principales cadenas y medios que él a menudo criticaba, como The New York Times y ABC News.
Tendencia a cometer errores
Biden responde a preguntas con mayor frecuencia que sus predecesores, pero en menor cantidad, según el recuento elaborado por Martha Joynt Kumar, directora de White House Transition Project. Estos intercambios improvisados con los periodistas suelen producirse después de las declaraciones y apariciones públicas programadas.
“Para el presidente es una cuestión de cómo utilizar su tiempo”, dice Kumar. “Y Biden ha querido utilizar su tiempo negociando sus políticas en privado”.
Kumar espera que la rueda de prensa del pasado 19 de enero marque el inicio de una etapa más pública para la Casa Blanca, que busca conseguir apoyo para el programa de Gobierno de Biden antes de las elecciones de mitad de mandato del próximo noviembre.
Cuando se le pregunta por la relativa falta de entrevistas y de ruedas de prensa oficiales, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, arguye que la interacción del presidente con la prensa ha sido frecuente y que Biden ha contestado a preguntas de los periodistas varias veces por semana.
“Creo que el pueblo estadounidense lo ha visto ahí fuera respondiendo preguntas”, dice. “Seguirá haciéndolo. Es una parte importante de su compromiso con la prensa y el público”.
Debido a la brevedad de sus interacciones y a su tendencia a cometer errores cuando habla intempestivamente, Kumar dice que Biden se apoya mucho en su gabinete y en su equipo para comunicar la agenda de la Casa Blanca. Por ejemplo, durante la última rueda de prensa el presidente generó polémica al sugerir que una “pequeña incursión” de Rusia contra Ucrania podría dividir la respuesta de los miembros de la OTAN –el mensaje de EEUU es que los socios de la OTAN están muy unidos en su respuesta ante un ataque–.
“Biden no siente la necesidad de hablar todo el tiempo”, dice. “Desde su punto de vista, no es se trata solo del presidente, sino de toda la Administración, y está dispuesto a dejar que hablen en su lugar”.
Es un marcado contraste con Trump, que contradecía habitualmente a su equipo y que daba ruedas de prensa irregulares, hostiles y plagadas de falsedades. Una de las portavoces de Trump, Stephanie Grisham, incluso se negó a dar ruedas de prensa.
“Nos acostumbramos a la forma de comunicar de Trump”, añade Kumar, “pero Biden es muy diferente”.
Tras cuatro años de ataques a la prensa por parte del anterior presidente y su equipo, Biden dice que recomponer la relación con los medios de comunicación era una “gran prioridad”, según Psaki. “Nuestro objetivo es —ha sido— restablecer la normalidad y el compromiso con los periodistas, estemos o no de acuerdo con ellos y haya o no una inclinación partidista en un medio de comunicación. Y creo que nos hemos comportado de acuerdo con ese objetivo”.
Los briefings y los intercambios fugaces con la prensa no sustituyen a escuchar de forma directa y en profundidad al presidente, dice Leonard Downie Jr, autor del informe del CPJ y director del Washington Post.
Según Downie, esta forma “sigue siendo la única oportunidad para que un gran número de periodistas que cubren lo que sucede en Washington y están informados sobre lo que el Gobierno hace pueda hacer preguntas y repreguntas en profundidad”.
Downie reconoce las desventajas de las ruedas de prensa: la posibilidad de que se produzca “teatro político”, la grandilocuencia de los periodistas y el obstruccionismo del presidente. Sin embargo, dice que estos eventos presentan una “valiosa” oportunidad para que los estadounidenses escuchen al presidente de forma directa y para que el mundo vea a un líder respondiendo a preguntas difíciles provenientes de una prensa libre e independiente.
Independencia de Radio Free Europe
El informe del CPJ reconoce que el Gobierno de Biden ha tomado medidas para proteger la libertad de prensa, pero advierte que se requiere un mayor trabajo al respecto.
Biden devolvió la independencia editorial de la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales, que produce Voice of America y Radio Free Europe y cuya libertad se había visto profundamente socavada por la Administración Trump. Horas después de su toma de posesión, Biden destituyó al director general de la agencia nombrado por Trump.
En julio, el fiscal general Merrick Garland emitió un memorando en el que prohibía a los fiscales federales utilizar citaciones, órdenes o mandatos judiciales para obtener registros telefónicos y de correo electrónico de los reporteros que investigaran filtraciones, lo que supuso un nuevo y firme límite a las prácticas tanto de la Administración Trump como de la Administración Obama.
Asimismo, un portavoz del Departamento de Justicia dijo a Downie que sus investigaciones sobre los departamentos de policía locales de Minneapolis, Louisville y Phoenix incluirían el tratamiento de las fuerzas del orden a los periodistas que cubrieron las protestas del movimiento Black Lives Matter.
Fuentes anónimas
Pero a pesar de la promesa de Biden de liderar la administración más transparente en la historia del país, los periodistas y expertos entrevistados para el informe del CPJ dicen que había habido “poca mejora” en la capacidad de respuesta de las agencias gubernamentales a las solicitudes de información de los periodistas y que “demasiadas sesiones informativas y conversaciones” con funcionarios gubernamentales se llevan a cabo de forma “demasiado discreta”, sin posibilidad de atribuir una fuente directa.
Los defensores de la libertad de prensa dicen al CPJ que las acciones de la Casa Blanca “no han estado a la altura” de sus ambiciosas declaraciones. En el informe, culpan al Gobierno por no haber protegido a los periodistas afganos durante la caótica retirada del Ejército estadounidense, así como por no haber responsabilizado al príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, por el asesinato del columnista del Washington Post, Jamal Khashoggi.
La decisión tomada por del Departamento de Justicia en 2019 de extraditar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, en virtud de la ley de espionaje, también ha suscitado preocupación entre los defensores de la libertad de prensa, que advierten que esto podría sentar un “peligroso precedente contra los periodistas que intentan hacer su trabajo”.
“Como defensores de la libertad de prensa y periodistas necesitamos que Estados Unidos se ponga de pie y afirme (...) que la primera enmienda valora la libertad de prensa”, dice Robert Mahoney, director ejecutivo adjunto del CPJ. “No podrá hacerlo de forma creíble en el escenario internacional si la libertad de prensa no es respetada plenamente en su propio país, en Estados Unidos”.
Traducción de Julián Cnochaert.
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