Benjamín Netanyahu es el primer mandatario extranjero que Donald Trump recibe en la Casa Blanca desde que volvió a la presidencia de Estados Unidos. La invitación en sí ya es una declaración de intenciones, además, el presidente dejó claro de qué parte está en el conflicto entre Israel y Palestina.
Antes de reunirse con el primer ministro israelí, Trump declaró que los palestinos no tienen más alternativa sino dejar la Franja de Gaza, que se convirtió en una “gran pila de escombros” después de 15 meses de guerra, en los que murieron más de 47.500 personas.
En su segundo mandato, Trump no va a volver a financiar la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que se encuentra en una situación muy complicada después de que la semana pasada entrara en vigor una ley israelí que prohíbe su actuación en Israel –lo cual, en la práctica, le impide operar en los territorios palestinos ocupados, incluida la Franja de Gaza, donde es el principal actor humanitario–.
Durante su primer mandato, entre 2017 y 2021, Trump ya suspendió la financiación poniendo en entredicho la labor de la UNRWA, cuyo papel ha sido muy cuestionado por Israel y sus aliados desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, en el que el Gobierno de Netanyahu asegura que participaron trabajadores de la agencia humanitaria.
Precisamente, después de esas acusaciones y antes de cualquier investigación oficial, la anterior Administración estadounidense suspendió en enero de 2024 la financiación a la UNRWA, causando un grave daño a la organización, ya que era el país que más había aportado desde 2021, con entre 300 y 400 millones de dólares anuales. La decisión de Washington fue seguida por otros países occidentales, que poco a poco la revirtieron, a medida que se despejaban las dudas sobre el papel de la agencia en el asalto de Hamás. Sin embargo, el presidente Biden no cambió su postura antes de abandonar la Casa Blanca el 20 de enero. Este martes, Trump firmó una orden ejecutiva con la que se retira de la UNRWA –agencia que apoya a unos 6 millones de refugiados palestinos en Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria–.
Además, Trump también sacó a EEUU del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, una medida que ya adoptó en su primer mandato, cuando la representante de su Administración ante la ONU, Nikki Haley, alegó que en el seno del organismo existía un “prejuicio crónico contra Israel”. Haley aseguró en 2018 que “la hostilidad interminable hacia Israel” era una prueba de que el Consejo actuaba con base en prejuicios políticos y no en los derechos humanos.
Buena sintonía desde el primer mandato
Trump y Netanyahu coinciden en sus críticas y en sus desplantes a la ONU, pero los dos mandatarios han mostrado una muy buena sintonía en otros asuntos, desde el primer mandato del republicano. En aquel entonces, Trump logró que varios países árabes reconocieran el Estado de Israel y firmaran los llamados Acuerdos de Abraham, con los que normalizaron sus relaciones; además, el republicano trasladó la Embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo de esta forma que la Ciudad Santa es la capital de Israel, tal y como el Estado judío reivindica.
Ahora, Netanyahu ve la oportunidad de tener aún más manga ancha de la que tenía con Joe Biden –que apoyó la guerra de castigo israelí contra Gaza desde octubre de 2023 hasta el final de su presidencia–. Cuando Trump ganó las elecciones el pasado noviembre, el primer ministro israelí anunció un plan para el alto el fuego en Líbano (después de semanas de intensos bombardeos y la invasión terrestre del sur del país) como un “regalo” para el vencedor y futuro presidente.
Por su parte, el republicano se colgó la medalla por haber logrado un acuerdo de alto el fuego en Gaza en los últimos días de la Administración Biden –que llevaba desde el pasado mayo intentando que Israel aceptara cesar las hostilidades con Hamás–, después de la intervención de su enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff. Trump estuvo sacando pecho por la liberación de rehenes israelíes que pudieron salir de Gaza y durante los primeros días de tregua en la Franja presumió de haber cumplido con su promesa de “paz” en la región.
Hasta la visita de Netanyahu esta semana, el presidente había dejado claro a su socio en Tel Aviv que quería el fin de la guerra en Gaza, pero también dijo no confiar en el alto al fuego en Gaza en su primer día en el cargo. “No tengo garantías de que la paz vaya a mantenerse”, afirmó Trump este lunes desde el Despacho Oval, un día antes de su reunión con el primer ministro israelí. Se cree que Netanyahu puede intentar convencer a Trump de la necesidad de extender la primera fase del acuerdo de alto el fuego, más allá de las seis semanas acordadas, después de la cual Israel debería retirar sus tropas de Gaza.
Este lunes tendrían que haber dado comienzo las negociaciones para la siguiente fase del acuerdo, pero aún no empezaron las reuniones indirectas entre Israel y Hamás en Doha para definir los detalles de la segunda etapa. Netanyahu canceló en el último minuto el envío de su delegación a Qatar hasta después de su viaje a Washington, que se prolongará más de lo previsto, hasta el sábado 8 de febrero. Witkoff dijo que se reunirá el jueves en Florida con el primer ministro y ministro de Exteriores qatarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Than, quien fue el principal mediador entre las dos partes.
Respecto a la visión del futuro de Gaza, el estadounidense y el israelí coinciden en querer ver la Franja vaciada. Recientemente, Trump sugirió la idea de “limpiarla”. “Deberíamos simplemente limpiar todo esto”, dijo Donald Trump a finales de enero. “Casi todo está demolido, y la gente está muriendo allí, así que preferiría involucrarme con algunas de las naciones árabes y construir viviendas en otro lugar donde creo que tal vez podrían vivir en paz por una vez”, agregó el mandatario estadounidense, quien apuntó a Egipto y Jordania como posibles países de acogida. Ambos vecinos árabes de Israel –y que firmaron los primeros tratados de paz con el Estado hebreo– rechazaron esa posibilidad, que ha sido denunciada como un llamamiento a la limpieza étnica y desplazamiento forzoso de unos dos millones de gazatíes.
En la reunión de este martes en Washington, se espera que ambos mandatarios hablen de Irán y de cómo evitar que se haga con armamento nuclear, siendo el régimen de los Ayatolás una de las mayores obsesiones de los dos. También abordarán el envío de más armas estadounidenses a Israel (es una de las pocas excepciones de la congelación de la ayuda exterior a todo el mundo por parte de Trump). Trump ya dio órdenes de retomar el envío de 1.800 bombas MK-84, que pesan alrededor de una tonelada y cuyo uso suspendió Biden por el daño que podían causar a la población civil gazatí.
Antes de su reunión en la capital de EEUU, hubo manifestaciones y actos organizados por las familias de los rehenes que permanecen en Gaza para exigir a Trump y Netanyahu que sigan adelante con el acuerdo de alto el fuego, para que los milicianos palestinos dejen en libertad a todos los secuestrados el 7 de octubre de 2023 (quedan aún decenas después de que 13 hayan sido liberados en las pasadas dos semanas).
Netanyahu pudo viajar a Washington sin temor a ser arrestado en aplicación de la orden de detención por crímenes de guerra y contra la humanidad emitida el pasado noviembre por la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, cuya jurisdicción Washington no reconoce y cuya decisión condenó enérgicamente.