La agenda “woke” entró en desgracia, y el capitalismo lo sabe
El dinero no pasa de moda. No es una novedad aunque cada nuevo capítulo en su vertiginosa trayectoria promete más. El mandato es simple, multiplicarlo. El límite es el cielo; o era. El fundador de Tesla cree que hacer dinero en la tierra es de novatos. Marte, Jupiter, vaya a saber uno.
Pero volvamos a la tierra. La Fórmula 1 cerró un contrato esta semana con la empresa automotriz norteamericana General Motors. A través de la marca Cadillac, GM se convertirá en el undécimo equipo en competir en la máxima categoría del deporte automotor. Desde que en el 2017 la compañía estadounidense Under Liberty Media adquirió los derechos de la competencia, los equipos —como Williams, donde corre Franco Colapinto— están valorados en alrededor de mil millones de dólares.
El negocio de la F1 ha crecido de forma tan descontrolada que la producción de contenidos destinada a los fans no tiene pausa —literal. Si uno quiere quedar enganchado al fenómeno hasta olvidarse de dormir puede hacerlo sin problema. Basta con revisar las redes sociales de la F1, de los pilotos, de los equipos, de los periodistas, y del resto del mundillo asociado.
Parece mentira, pero no lo es. Esta semana, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos aprobó la primera bolsa que permite operar las 24hs. “Esto busca ayudar a los inversores a obtener el mejor precio, pero podría tomar por sorpresa a quienes están dormidos”, dice un analista del Financial Times. El desafío más grande que tiene el capitalismo estos días es encontrar una forma de anular el sueño.
El fin de la agenda “woke”
Hoy es la Fórmula 1, mañana será otra cosa. El ejemplo es una simple introducción para abordar lo que indica el título de la nota.
Esta semana, la compañía Walmart (la cadena de supermercados más grande del mundo) anunció que dará por terminados los programas para promover la igualdad de género y evitar la discriminación entre sus empleados y en la contratación de proveedores. En los términos del presidente electo del país, Donald Trump, es lo que se denomina como agenda “woke”.
Empresas del país como Walmart están sufriendo una fuerte presión de grupos, influencers y medios de comunicación para practicar una suerte de “neutralidad política” en su forma de hacer negocios. En el último tiempo, Ford, Boeing, Disney, Jack Daniels, Molson Coors, Caterpillar, Lowe’s and John Deere, entre otras compañías desactivaron todos sus programas vinculados con la búsqueda de la diversidad, la igualdad y la inclusión (DEI por sus siglas en inglés).
Una nota del medio político Axios describe el dramático giro que dieron las empresas en los últimos meses. Después de que en mayo de 2020 un policía matara a un hombre negro en uno más de los tantos casos de violencia policial contra negros en el país, la agenda DEI era “la posición (corporativa) más popular de Estados Unidos”, según el vicepresidente senior y jefe de impacto social y equidad de los Cleveland Cavaliers, un popular equipo de la NBA.
Hoy, sin embargo, ocurre todo lo contrario. “El revés es real, y en un modo que nunca se vio. Los CEO están pisando el freno de los programas DEI que antes estaban desarrollándose de forma muy fuerte”, afirmó Johnny Taylor, presidente de la Sociedad para la Gestión de los Recursos Humanos. Taylor no los menciona con nombre y apellido, pero reconoce que algunos CEO están “hartos” de la agenda DEI.
Algunas empresas seguirán trabajando en la inclusión y la igualdad de género, pero lo harán a través de otros programas. Cambiarán la forma de llamarlo. Contratarán una agencia de comunicación que les indique cómo promover la inclusión y evitar la discriminación sin que sean asociados con la agenda “woke”.
El caso de las marcas de productos de consumo es uno más de la economía en su totalidad. En las últimas semanas, Trump prometió erradicar lo “woke” del complejo militar, la educación, la salud, los medios de comunicación, el mundo judicial, entre otros. A nadie debería sorprenderle que en los próximos meses se viralice una narrativa corporativa a tono con la época.
Un bluff con el cambio climático
Esta semana el New York Times publicó una serie de documentos filtrados de un poderoso grupo industrial de Estados Unidos que nuclea a empresas productoras de envases plásticos tipo PET.
La filtración muestra que estas compañías invirtieron gran cantidad de dinero en redes sociales y medios de comunicación para contrarrestar las campañas en contra del plástico de un solo uso, por la contaminación que causan al planeta.
Un caso paradigmático de la campaña a favor de la contaminación se realizó en los Juegos Olímpicos de París de julio pasado. En el marco de la decisión de las autoridades francesas de prohibir los plásticos de un solo uso durante las competencias, el grupo industrial pagó para difundir a través de las redes mensajes bajo el slogan de “Positively PET”, en los que instaban a reciclar y no prohibir los envases de plástico.
En algunos estados del país norteamericano, algunos funcionarios del poder judicial quisieron llevar a los tribunales a las compañías productoras de plásticos. Un caso es el de California, donde el fiscal general demandó a Exxon Mobil por llevar adelante “una ‘campaña de engaño durante décadas’, que exageró las promesas del reciclaje y desencadenó una crisis de contaminación por plásticos”. El New York Times dice que el desenlace de casos judiciales como este es absolutamente incierto.
Lo que sí, por otra parte, ya está bastante claro, es el posicionamiento de Donald Trump sobre el cambio climático; lo ha llamado “un gran engaño”. Analistas internacionales sostienen que el triunfo de Trump supone una grave amenaza al planeta si él intenta contrarrestar los esfuerzos internacionales para limitar el calentamiento global.
Más que amenaza es un hecho consumado. Días atrás las autoridades reguladoras de Estados Unidos dieron luz verde al faraónico proyecto de la empresa Venture Global para iniciar la producción de gas natural licuado (LNG) en Louisiana, donde construyó la octava instalación más grande de estas características en el país. El año pasado, Estados Unidos se convirtió en el mayor proveedor de LNG del mundo, con una capacidad de 324 millones de metros cúbicos diarios. Los proyectos en marcha estiman que esa capacidad se duplicará para el 2028.
El dinero no pasa de moda, salvo cuando hablamos de los salarios
Una semana atrás, Barcelona fue el escenario de una protesta masiva contra el aumento descomunal de los alquileres. El precio que uno debe pagar por un alquiler mensual en la principal ciudad de Cataluña, o en Madrid, la capital del país, ronda los 950 euros.
La marcha fue multitudinaria. Los organizadores señalaron que se había alcanzado un punto de inflexión. Ahora sí…, era el espíritu que se respiraba entre la gente. Pues bien, como dirían los españoles, si llega alguna solución a esta problemática no será a través del salario.
La reunión que mantuvieron los expertos laborales con las autoridades del ministerio de Trabajo esta semana concluyó que el salario mínimo mensual, actualmente en 1.134 euros, debería ser en el 2025 de 1.166 euros. Ni haciendo malabares podrán los españoles que cobran la mínima o el promedio (en torno a 1.500 euros) pensar en alquilar su departamento. ¿Se pondrá de moda algún día el salario (alto)?
AF/CRM
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