Una premisa y una pregunta flotan en el aire de la Argentina en marzo de 2024. “Tiene que doler” y “¿Cuánto se aguanta el dolor?”
En los últimos 4 meses, escuchamos con sus distintas variantes la premisa de que el ajuste era inevitable, que vivíamos en una mentira, que hay que pagar la fiesta, y todo tipo de referencias en las que no queda claro qué fiesta, ni quién debe asumir el costo del ajuste; y cuando una de las personas más ricas del país manifiesta que tiene que doler, se ahorra la explicación acerca de qué dolor está padeciendo él mismo.
Así, pareciera que nos acostumbramos a recibir, uno tras otro, datos del desplome de la actividad y los ingresos. En enero y febrero, todos los indicadores disponibles muestran números rojos. El patentamiento de motos (-19% y -14%) y de autos (-33% y -19%), la producción automotriz (-17% y -19%), los despachos de cemento (-20% y -24%), las ventas minoristas en pymes (-29% y -26%), los préstamos al sector privado (-41% y -38%) y podríamos seguir… El consumo está paralizado producto de bolsillos que ya no resisten: los salarios medidos por INDEC perdieron 16% de poder de compra entre la inflación de diciembre y enero con importantes divergencias a su interior: mientras que los privados registrados cayeron 12% en términos reales, los estatales se desplomaron 22%. Todas caídas sin precedentes en la historia argentina y que se pueden apreciar en el gráfico a continuación.
Los bolsillos de los jubilados y pensionados tampoco resisten. Se confirmó el cambio de fórmula a través de un DNU con una recomposición insuficiente de un 12,5%, que si bien representa una mejora en el mes de abril con respecto a marzo, ello no quita que no se encuentren 11 puntos por debajo del mes de noviembre y que a futuro ya no se van a poder recuperar. Para colmo, ayer se anunció que el cobro se realizará en dos tramos por “dificultades administrativas”, por lo cual los jubilados de la mínima van a cobrar inicialmente un 66% de lo que cobraron en marzo en términos nominales, y deberán esperar (no sabemos cuánto tiempo) para recibir el resto. Como si no tuvieran que afrontar medicamentos que subieron 84% su precio entre diciembre, enero y febrero.
Mientras tanto, en la semana se conocieron otros datos que no permiten ser optimistas en el corto y mediano plazo. Al segundo semestre de 2023, el 41,7% de las personas en Argentina se encontraban bajo la línea de la pobreza y el 11,9% no alcanzaba a cubrir la canasta alimentaria. ¿A qué fiesta se refieren entonces quienes dicen que hay que pagar? ¿Esas millones de personas son las que deben sentir (más) dolor?
El otro dato que recibimos es el del EMAE: si la economía argentina se mantuviera todo el año con el ritmo de enero, la caída del PBI sería de 4,6%, sostenida entre pinzas por el agro que va a crecer tras dejar la sequía en el pasado y la explotación de hidrocarburos que sigue pujante. Pero entre las dos actividades emplearon en 2023 sólo el 6% del total de trabajadores registrados privados de nuestro país, mientras que la industria y la construcción, que cayeron en enero entre 11 y 17% interanual, explicaron el 26% de los puestos de trabajo.
Entonces, si las actividades que menos emplean son las que crecen, y las que más emplean se derrumban, ¿qué sigue? Vacaciones al personal, suspensiones, retiros anticipados y despidos, una película ya vista. Conocidas empresas como Acindar, Longvie, Topper y Toyota ya iniciaron sus procesos, y la lista sigue. Por su parte, el Estado Nacional despidió de un plumazo a 10.000 trabajadores, sin criterio alguno, con una falta de humanismo difícil de comprender, y sin respetar siquiera las leyes vigentes de cupos para personas con discapacidad y para travestis y trans.
¿Cuánto se aguanta entonces? Pese a que el Presidente haga alarde de su imagen positiva, pareciera que ya no hay mucho resto social, y por eso desde el Ministerio de Economía se ordena retrasar temporalmente los aumentos prometidos de las tarifas de luz, de gas, así como también de transporte en el ámbito del AMBA. Tan delgado es el hilo que sostiene el humor social que hasta los propios voceros del Fondo Monetario Internacional advierten sobre la profundidad del ajuste sobre los sectores más vulnerables ante cada micrófono que les acercan.
Entre la pérdida del poder adquisitivo y el crecimiento del número de desocupados, que el gobierno anterior dejó en un históricamente bajo 5,7%, no hay motivos para imaginar un rebote en la actividad que atempere el descontento. Mientras tanto, se corre el eje económico con nombres de edificios públicos, postulaciones de jueces a la Corte Suprema de Justicia, acusaciones de adoctrinamiento a las universidades y todo tipo de torpezas diplomáticas. La única esperanza para el gobierno pareciera descansar en la posibilidad de que se desempolven los dólares de abajo del colchón. En el mientras tanto, apelan a que continúe operando la pedagogía de la crueldad: el regocijo de encontrar en el dolor de otros (los ñoquis, los kukas, los planeros), el consuelo ante el dolor propio.
CB/MG