OPINION

Basta de “antisemitismo”

13 de abril de 2025 00:29 h

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La carnicería de Israel en Gaza continúa como si nada. No importa que ya hayan muerto al menos 51.000 palestinos, buena parte de ellos niños. La carnicería sigue. No importa que la ONU y todos los organismos internacionales de derechos humanos hayan denunciado un genocidio en marcha. La carnicería sigue. No importa que el año pasado la Corte Penal Internacional haya ordenado la captura internacional de Netanyahu por crímenes contra la humanidad. En desobediencia de esa orden, varios presidentes lo reciben en sus países. Se junta con Donald Trump para decidir quién se quedará con la Franja de Gaza una vez que terminen de matar o expulsar a los palestinos. Y mientras tanto Israel sigue instalando colonias ilegales en Cisjordania. Poder es impunidad. La ley “es tela de araña”, decía Martín Fierro: solo atrapa a los débiles.

Ya no queda gente honesta que no denuncie que estamos ante uno de los intentos de limpieza étnica más brutales que se haya conocido. Decenas de miles de judíos en todo el mundo, además de referentes políticos y culturales, lo han manifestado con todas las letras. Los intentos de censura son cada vez más groseros, desesperados e inefectivos. En Estados Unidos, luego de las amenazas de Trump de quitarles los fondos, la Universidad de Columbia cedió y escribió una página más de la historia universal de la infamia: para no perder la plata aceptó suspender y expulsar a los estudiantes que manifestaron críticas a Israel. En Alemania la policía detiene sistemáticamente a cualquiera que ose abrir la boca. Adiós libertad de expresión. Quien critica a Israel es antisemita. No puede hablar. Punto.

Nuestro país acaba de sumarse a la persecución con el procesamiento de la diputada Vanina Biasi, del Frente de Izquierda. Lo decide el juez Rafecas, en una acusación absurda. Considera que, por criticar a Israel, la diputada incurre en una “acción discriminatoria que alienta al odio contra la comunidad judía”. Nada menos que odio racial, un acto de “antisemitismo” que viola la Ley antidiscriminatoria 23.592 y que, por ello, no está amparado por el derecho a la libertad de expresión. Procesada y con un embargo además. Quien critica a Israel pierde la libertad de expresión, parece.

Uno puede estar en desacuerdo con las palabras que eligió Biasi. La comparación de los crímenes de Israel con la solución final y el nazismo, por ejemplo, me parecen desacertadas e innecesarias. Pero es un hecho que la diputada ni siquiera refirió a “los judíos”: sus intervenciones apuntaron exclusivamente a las políticas actuales del Estado de Israel y a la ideología sionista en la que, en su opinión, se justifican. 

Parece mentira tener que seguir explicando lo mismo. Es perfectamente legítimo criticar las políticas de un gobierno o un Estado. Cada cual tiene la libertad de considerar que una ideología puede ser nociva o criminal. Se puede estar en contra de las políticas de un Estado sin que ello signifique estar en contra de sus ciudadanos y mucho menos del grupo étnico o religioso al que pertenecen. A nadie que haya denunciado el espantoso genocidio guatemalteco se lo acusó de ser “antiguatemalteco” ni mucho menos “antilatinoamericano” o “anticatólico”. Si se puede ser antiperonista o anticomunista, también se puede ser antisionista. Nos puede gustar o no, pero no hay delito en nada de eso. 

Ya miles de voces judías lo han dicho hasta el hartazgo: No en nuestro nombre. Israel no es sinónimo de judaísmo, ni representa a los judíos. Mucho menos su gobierno actual. En el mejor de los casos, representa a parte de los ciudadanos israelíes. Basta de usar la acusación de “antisemitismo” como arma para legitimar las atrocidades del Estado de Israel y para censurar a quienes lo critican. No en nuestro nombre.

Desde hace años que los defensores del apartheid israelí vienen intentando instalar la idea de que la izquierda es “antisemita”. Nada más lejano a la realidad: si hay una tradición política que se abrió al mundo judío antes y con mayor intensidad que las demás fue la izquierda. Y fueron los judíos de izquierda los que, en Argentina y en el resto del mundo, advirtieron antes que nadie sobre las consecuencias criminales que podía tener el proyecto del sionismo y las que en efecto tuvo y tiene el apartheid israelí. 

Basta de gritar “antisemitismo” en vano. Porque el antisemitismo existe y no debe ser banalizado invocándolo para cualquier cosa. Y ya que estamos, basta de dobles varas. Ya que Rafecas tiene tanta necesidad de retorcer la Ley antidiscriminatoria 23.592 para que le quepa una conducta que claramente no cabe, quizás quiera darse una vuelta por tuiter, donde el racismo abierto abunda. Por dar un solo ejemplo, todos recordamos que hace poco un influencer libertario que se la pasa por Casa Rosada justificó que se asesine a los “marrones” por ser “incivilizados”. Allí refiere explícitamente a un color de tez: el racismo no podría ser más evidente. El odio también es obvio: convoca a asesinar, nada menos. La violación a la ley 23.592 está configurada sin necesidad de las contorsiones que se hizo para aplicarla a Biasi. Y sin embargo, no hay procesamientos ni denuncias. 

Poder es impunidad.   

EA/DTC