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Opinión

Un gobierno para la minoría

Una postal de la última protesta de jubilados contra el veto de Javier Milei a la mejora de haberes que la oposición aprobó por ley en el Congreso.

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“Hay una lucha de clases, está bien, pero es mi clase, la clase rica, la que está haciendo la guerra y nosotros estamos ganando”, dijo el multimillonario estadounidense Warren Buffett. La frase no salió sola. Fue tras una pregunta sobre cómo podía ser que él —gracias a ese eufemismo que los multimillonarios llaman “planificación fiscal”— lograba pagar menos impuestos que su secretaria. La respuesta fue esa: que su clase, la rica, hace una guerra que va ganando.

Eso es cierto. Pero no es el resultado de una ley natural, como es la gravedad, por ejemplo. Es el resultado de políticas de gobiernos que se dedicaron a gobernar para la minoría de los ricos y para eso fue necesario afectar a las mayorías. A veces fue mediante dictaduras, como la de 1976, que modificó la estructura productiva argentina y puso en la mira a los trabajadores, que fueron quienes primero sufrieron el impacto de ese golpe: vieron achicar sus salarios y crecer sistemáticamente la precarización laboral.

Otras veces fue apuntalando gobiernos que llegaron al poder elegidos por la mayoría, pero gobernaron para esa minoría. Es lo que está ocurriendo en este momento. No sólo porque hay empresarios, de los más poderosos del país, que pusieron funcionarios en las primeras líneas del gobierno, sino porque el presidente Javier Milei lo volvió a refrendar ante un auditorio de empresarios en la Unión Industrial Argentina: “Vinimos a achicar el Estado para agrandarles el bolsillo a ustedes”.

Esa confirmación de la política económica, basada en devaluación, liberación de precios y una serie de acciones para favorecer abiertamente al capital, está en línea con lo que había dicho en otras oportunidades: los salarios son miserables en la Argentina. Y él, junto a su gobierno, vino a profundizar ese camino.

Esa política de destrucción salarial la registró el informe del centro de estudios CIFRA-CTA en su informe de agosto pasado: “Dado que este proceso de caída salarial ocurre desde bajos niveles de remuneraciones, cuando se realiza una comparación de mediano plazo se obtienen resultados muy negativos. El último dato del salario medio registrado privado lo ubica 26,4% por debajo de noviembre de 2015 mientras que el salario público está 41,2% por debajo del nivel de ese momento”.

Para que los empresarios argentinos agranden sus bolsillos debe achicarse el de las personas que trabajan para ellos. Porque no se trata de medidas que aumenten la productividad del trabajo, sino de políticas directas de transferencias de ingresos desde abajo hacia arriba. Lo que era salario, pasa a ser parte de las ganancias empresarias.

Este proceso lo comenzaron a registrar claramente en el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), que en abril graficaron esa transferencia del siguiente modo: “La pérdida del 20% del poder adquisitivo del salario, resultado de estos tres meses del gobierno de Milei, implica que de 5 días de la semana que trabajamos, uno lo hacemos gratis”. Podemos precisar ahora que, para el caso de los empleados públicos, los días de trabajo gratuito son más de dos a la semana.

Milei eligió gobernar contra la mayoría de la población: los que trabajan, los jubilados, los desempleados, los estudiantes. Y eso no tiene otro destino que ampliar las desigualdades, aumentar la pobreza y ampliar la riqueza de los más ricos a costa del resto de la población. Tal como lo hizo Buffett, Milei vino a ratificar que la lucha de clases existe.

MC/JJD

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