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Al final, no era tan así

Lo que es bueno para el mundo, es mortal para la Argentina

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, junto al ex primer ministro italiano Mario Draghi, el 9 de septiembre de 2024 en Bruselas.

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En una de las películas más famosas del director ruso Alekséi Balabánov, BRAT, uno de los personajes, el alemán, le dice al protagonista: “Lo que es bueno para un ruso, es mortal para un alemán”. Más tarde, en otra escena, el mismo alemán le dice que cada uno debe encontrar el propio sentido de la vida, y que el suyo es probar que aquella frase está equivocada. 

La apuesta existencial hecha por el curioso personaje de Balabánov se parece mucho a la forma en que Milei encara su gestión de gobierno. El dirigente paleolibertario bien podría decir: “Lo que es bueno para el mundo, es mortal para la Argentina, y yo, Javier Milei, vivo para demostrarlo”. 

Un buen ejemplo de ello puede verse reflejado en lo que sucedió esta misma semana en Europa. Mientras en Argentina la industria y la ciencia y la tecnología se derrumban y se desfinancian con riesgos de hundirse para siempre, la Unión Europea (UE) concluye que sin una industria poderosa y de vanguardia tecnológica, el bloque quedará reducido a un simple mercado de consumidores empobrecidos.

La conclusión forma parte de un informe de 400 páginas firmado por el expresidente del Banco Central europeo y ex primer ministro italiano, Mario Draghi, en el que plantea la creación de una nueva estrategia industrial del Siglo XXI para no perder la carrera (industrial, claro) frente a Estados Unidos y China. El italiano afirma que el cambio debe ser “radical” y “urgente”, y que para ello se necesitan fondos que dupliquen el valor del histórico Plan Marshall que Europa utilizó para reconstruirse tras la Segunda Guerra Mundial.

Los números del banquero son abrumadores para los fundamentalistas del déficit fiscal: 800.000 millones de euros anuales, 4,4% del Producto Bruto Interno destinados a la inversión, exclusivamente, en el sector de la industria, principalmente la digital y tecnológica. “Europa se encuentra hoy en día estancada en una estructura industrial estática poblada por empresas de tecnología media ya maduras”, señaló Draghi, en contraposición a Estados Unidos, de donde surgieron el 30% de las empresas denominadas unicornios. 

Draghi no es discípulo de Lenin por si cabía alguna duda. El banquero sostiene que el sector privado debe ser el que aporte principalmente ese capital. Sin embargo, es muy claro sobre el rol del Estado, y también, del aporte que debe hacer. “Los recursos financieros de la UE deben reorientarse hacia proyectos y objetivos estratégicos acordados conjuntamente, en los que la UE aporte el mayor valor añadido”, sostuvo.

Las propuestas para lograrlo son ambiciosas, como la emisión de deuda conjunta –una propuesta que suelen rechazar Países Bajos y Alemania–, o la creación de un mercado de capitales único. Medidas que suponen un protagonismo importante del Estado, tal como lo estamos viendo actualmente con la multa contra Apple por evasión impositiva que supera los 13 mil millones de euros, o la aplicación de impuestos a la importación para los autos eléctricos de fabricación china.

El sector del automotor es, precisamente, un claro ejemplo de la encrucijada en que se encuentra el bloque de los 27, y porqué la Comisión Europea encargó este trabajo a Draghi. Por primera vez en su historia, la compañía Volkswagen anunció que podría cerrar fábricas ubicadas en Alemania. El plan, que causó un shock en la primera economía de Europa y puso en pie de guerra al sindicato, es uno de los síntomas más dolorosos del agotamiento industrial europeo.

Volkswagen, como tantas otras automotrices europeas, no puede competir con la producción china. Si antes no podían hacerlo por precio, ahora se les sumó la calidad. Empresas chinas como BYD pueden ofrecer autos diez mil o quince mil euros más baratos que Mercedes Benz o BMW, y con poco que envidiarles. Lo mismo sucede en sectores como los de la energía limpia. Mientras que respecto a Estados Unidos, los europeos no logran siquiera entrar en la carrera de la Inteligencia Artificial.

Los libertarios no la ven con ARSAT

El informe -por otra parte, no se limita únicamente a la inversión, también le dedica un capítulo importante a potenciar la integración-conexión entre países, y a impulsar proyectos conjuntos, por ejemplo en el área de la defensa donde podrían ponerse en marcha programas de doble uso, civil y militar. 

Este último proyecto parece inalcanzable para la Argentina de Milei, que es indiferente a quien debería ser su principal socio y aliado internacional, Brasil, y está a punto de cargarse a una empresa como ARSAT. Días atrás, la periodista Nora Bär escribió en sus redes que los empleados de la empresa proveedora estatal de imágenes satelitales (que, además, puso dos satélites en órbita), adeuda los salarios de los trabajadores desde diciembre, y, todo indica, el Gobierno de Milei estaría buscando asfixiar. 

Quizás suene todo muy abstracto, pero la realidad puede darle un sentido práctico. Esta semana, Vladímir Putin contestó una pregunta sobre la posibilidad de que Estados Unidos y Reino Unido permitan a Ucrania atacar suelo ruso con los misiles de largo alcance que le proveyeron anteriormente. El presidente ruso dijo que eso significaría que Rusia y la OTAN entren en guerra directa, y para explicarlo afirmó que Ucrania no solo usaría los misiles entregados sino que precisaría también de la inteligencia (imágenes y análisis) de los satélites que poseen Estados Unidos y otros países de Europa. ¿Se comprenderá mejor así?

Galperin y el comunismo cubano

Cabe aclarar que el informe de Mario Draghi no es un aporte a la tradición marxista, ni siquiera del más aceptado keynesianismo o modelo rooseveltiano. En su proyecto hace un llamado especial a eliminar varias regulaciones y permitir la fusión de grandes empresas, lo que para algunos limitaría la competencia de cara a los consumidores. Quizás por esas críticas o voces de alerta, el banquero italiano defendió el Estado de bienestar europeo, y precisó que la UE debía mejorar la innovación y la competitividad sin generar los “inconvenientes del modelo social estadounidense”.

Sobre esos “inconvenientes” (precioso eufemismo para hablar de la desigualdad galopante que sufre Estados Unidos) debatieron en extwitter el osado fundador de Mercado Libre, Marcos Galperin, y el experto en tecnologías, Santiago Siri. Cuando Siri destacó la salud y la educación pública de Europa frente a la privatización de esos servicios en Estados Unidos, Galperin lanzó un confuso comentario sobre Cuba, el bloqueo, y un eventual destino de potencia de la isla comunista.

En esta instancia, no dejaría de ser otro gran cruce tuitero uno en el que debatan sobre los “inconvenientes sociales” de Estados Unidos y el destino de Cuba, Mario Draghi y Marcos Galperin. Mientras tanto, el presidente Milei seguirá abocado a probar que lo que funciona para el mundo, es mortal para la Argentina.

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