No decía “el presidente”, decía casi siempre “Javier”. Tal era el grado de confianza de Diana Mondino a las seis de la tarde del martes 29 de octubre: lo último que sospechaba era que Cuba se cruzaría en su camino y que el “círculo de hierro” del Gobierno usaría la isla comunista para eyectarla de la Cancillería.
“Ya arreglamos Brasil, ya arreglamos Colombia y estamos arreglando España. A ver, todo se resuelve hablando”, dijo la aún canciller durante una extensa conversación con elDiarioAR en su último día completo en el cargo.
Fiel a su estilo, Mondino intercalo bromas —“yo estoy apostando un peso con un montón de gente, pero a uno le apuesto que gana Trump y al otro que gana Kamala, así que yo estoy hecha—, y también comentarios espontáneos que pedía que no se reprodujeran
A lo largo de 40 minutos, la hasta entonces jefa del Palacio San Martín mostró un ánimo con tintes de euforia por la decisión de España de volver a enviar un embajador a Argentina, pero también por el rumbo del gobierno: “Antes de las elecciones dijimos muchas cosas que iban a ocurrir y había cierto escepticismo, pero si te fijás, estamos estabilizando la moneda, estamos desregulando, estamos abriendo la economía, estamos eliminando los problemas con la Aduana, estamos ayudando a que muchas empresas den sus primeros pasos para internacionalizarse. Y si lo pensás, todavía no hemos cumplido 11 meses”.
Incursionar en la economía y en el funcionamiento general del gobierno era algo que Mondino hacía una y otra vez, como si la Cancillería le quedara chica. Dijo este martes, por ejemplo, que Milei tiene enfrente “una oposición deplorable”, ignorando a los acuerdistas del PRO, la UCR y otros partidos menores.
En su breve tiempo como canciller, Mondino se había acostumbrado a afrontar un incendio tras otro a partir de la inflamada verba presidencial y a ver recortado su poder por el cerco creciente desde la Casa Rosada con la dupla Karina Milei-Santiago Caputo.
Mondino anticipó que Milei no irá a la Cumbre Iberoamericana de Cuenca (Ecuador) dentro de dos semanas, y no supo decir si se está trabajando en una reunión bilateral con Luiz Inácio Lula da Silva en Río de Janeiro durante la Cumbre del G20: “No hay prevista ninguna reunión bilateral ahora. Esas las manejan desde Presidencia. Pero hasta hoy yo no me enteré de ninguna”.
Elogió la “visibilidad y liderazgo internacional” de Milei, aunque admitió haber viajado poco junto al presidente y lo justificó de modo por lo menos curioso: “No he tenido la oportunidad de viajar mucho con él, nos dividimos, porque recuerden que había 22 ministerios y ahora somos solamente nueve, entonces realmente no hay muchas oportunidades de que ambos estemos fuera del país simultáneamente”.
Como tantas veces desde el 10 de diciembre, Mondino hizo malabarismos, no siempre logrados, para justificar decisiones de política exterior argentina. Un claro ejemplo es el del rechazo a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, pero también el de la relación con China, aquel ogro comunista con el que habría un mínimo contacto y al que en enero visitará el presidente.
—Dijo Milei que lo único que piden los chinos es que no los molesten. ¿Podría explicar o ampliar esta frase?
—A ver, piden un respeto muy notable, no solamente las actitudes personales, sino piden respeto con respecto a algunos temas que están muy vinculados a sus políticas internas o externas, que uno no opine sobre sus relaciones políticas internas, etcétera, cosa que de todas maneras no hacemos. Nosotros no hacemos ese tipo de comentarios con ningún país del mundo. A ellos sí les preocupa, porque convengamos que hay muchos otros países, no nosotros, que opinan sobre China, sobre la política de China.
—Pero cuando se hablaba de un gobierno socialista o comunista con el que Argentina no se relacionaría, ¿eso no es opinar sobre lo que sucede dentro de, en este caso, China?
—No, decimos que es un gobierno socialista y absolutamente nadie lo duda. Lo que no opinamos es sobre si tiene que ser el candidato a o b, no opinamos sobre ningún otro. China tiene una política con Taiwán muy particular, nosotros no opinamos públicamente y esperamos que tenga el mismo respeto hacia nosotros.
Mondino tenía previsto un viaje a El Vaticano dentro de pocos días. Lo haría junto al canciller de Chile para encontrarse con el papa Francisco y celebrar el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad firmado durante la presidencia de Raúl Alfonsín. En formato alambicado, la aún canciller evitó responder la pregunta acerca de si, con el viaje a El Vaticano, el gobierno de Milei le estaba reconociendo algo positivo al líder radical y primer presidente de la democracia: “Superando el tema de las personalidades o las ideologías se van haciendo cosas”.
Desde la visita del Presidente y la ahora excanciller en febrero a Roma pasó mucha agua bajo el puente, y Francisco —aquel “representante del maligno en la Tierra”, según Milei— endureció su discurso de cara al gobierno. ¿Tenía Mondino previsto conversar con el jefe de la Iglesia católica acerca de sus críticas y reparos?
“No creo, porque vamos a estar juntos con el canciller chileno. Es una visita, no quiero llamarla protocolar, pero es por un evento muy particular. Con el Papa ha estado la vicepresidente, ha estado la ministra de Capital Humano, ha estado el secretario de Culto, todos los sindicalistas argentinos. O sea, no sé cuándo trabaja este pobre hombre por la cantidad de argentinos que tiene para ver todo el tiempo, es terrible”.
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