La regla, arbitraria pero casi irrefutable, de que las elecciones provinciales no funcionan como oráculo de lo que ocurrirá en las nacionales, permite una duda en Santa Fe, la provincia que este domingo tendrá primarias. Enclave de la zona núcleo, el distrito que contiene el tercer padrón de más volumen del país, detrás de la provincia de Buenos Aires y Córdoba, presenta una serie de componentes que permiten mirar su comportamiento sino como espejo, al menos como indicio de lo que puede venir en las PASO del 13-A y proyectar, luego, hacia octubre.
Así como los resultados de Tucumán, Neuquén o Córdoba -por citar casos al azar y de resultados variables- pueden aportar pistas sobre expedientes puntuales, como el factor Javier Milei o la tendencia bastante generalizada a que ganen los oficialismos, pero no sirven para construir certezas sobre lo que ocurrirá en la presidencial, Santa Fe presenta un rompecabezas particular que aporta una aproximación al clima nacional. ¿Lineal?: no. Pero anuda ciertos factores instrumentales y políticos que obligan a decodificar con más detalle el resultado.
Perotti se espeja en Fernández: gobierno nuevo que atravesó la pandemia y estuvo cruzado por las internas del FDT, además protagonizó un expediente clave para el FDT, el caso Vicentin
Uno es puramente temporal. La elección de Santa Fe quedará, como pocas, cruzada con la elección nacional. Este domingo son las primarias locales y antes de la general pautada para el 10 de septiembre se desarrollará la PASO nacional. De las provincias que no encimaron sus cronogramas con la presidencial, la votación santafesina es la que por calendario queda más contaminada por la disputa grande. Chaco y Mendoza repiten el formato pero las dos tomaron más distancia de las fechas: votaron en junio y tendrán sus generales en la segunda mitad de septiembre.
Calendario
En 2019 eso no ocurrió: la PASO fue en abril y la general santafesina en junio, una semana antes del cierre de listas de las presidenciales. Aquella experiencia aparece como explicación: el gobernador Omar Perotti fue electo cuando le quedaba, al gobierno en curso de Miguel Lifchitz, medio año de gestión y la transición fue complicada. Para no repetir aquel episodio, el gobernador adaptó el calendario de este año para acortar las distancias entre las limitaciones que obligan a votar en fecha distinta y a no quedar tan cerca de la disputa nacional, algo que igual ocurrió. El perottismo cita, para recordar aquel tránsito enredado, que tuvieron que convivir el primer año de gestión con un presupuesto confeccionado por el saliente socialismo.
Otor factor se vincula con el ciclo político. Omar Perotti ganó en 2019 y repite la experiencia nacional de Alberto Fernández: un gobierno nuevo que atravesó la tempestad de la pandemia, estuvo muy cruzado por las internas del FDT -en 2021, por caso, se enfrentó con su vice que fue aliada de Agustín Rossi, jefe de gabinete y compañero de fórmula ahora de Sergio Massa- y protagonizó el que aparece como un expediente clave del gobierno del FDT, el caso Vicentin, con sus idas y vueltas.
La secuencia, a partir del karma expectativa-realidad de un gobierno nuevo (el PJ volvió a gobernador tras 12 años de gestiones socialistas) puede ofrecer el caso santafesino como un ensayo o anticipo de la disputa nacional. Hay, en esa variable, similitudes como la irrupción de Marcelo Lewandowski, actual senador, como el candidato a gobernador que pidió el sistema PJ pero que no era el preferido de Perotti que apostó, hasta el final, a que remonte Roberto Mirabella, su hombre de confianza. En la rosca final, Perotti aceptó el pedido de los territorios que veían a Lewandowski como la figura más competitiva.
Lewandowski, de buen diálogo con Cristina Kirchner a pesar de la relación en el Senado, tiene como principal terminal en el gobierno nacional a Sergio Massa
El periodista, actual senador, se recorta como el ganador indiscutido de la PASO peronista que por esas ironías de la mudanza de nombres y sellos, se llama Juntos Avancemos mientras que la alianza que a nivel nacional se llama Juntos por el Cambio (JXC) en la provincia lleva el nombre de Unidos por el Cambio. Lewandowski aparece, en las encuestas, bastante de los otros tres candidatos de su frente -Leandro Busatto, Marcos Cleri y Eduardo Toniolli-. La PASO diversa, en la que el peronismo santafesino está ejercitado porque la usó sistemáticamente, no parece un problema como si lo es la del frente opositor.
Lewandowski, de buen diálogo con Cristina Kirchner a pesar de la relación en el Senado, tiene como principal terminal en el Gobierno nacional a Sergio Massa. Son fenómenos parecidos: el factor “competitividad”, real o hipotética, los sentó en sus candidaturas. En el caso del santafesino se registra un factor más curioso: es el candidato del oficialismo pero no se muestra con Perotti, ni siquiera estuvo en el cierre de campaña que organizó el gobernador -que va como candidato a diputado nacional- y opera como un oficialista no oficial.
Oficialismo no oficialista
Es, explican cerca suyo, en defensa propia: la gestión de Perotti, al igual que la nacional, naufragó y hoy funciona más como un peso que como un impulso. “Omar solo sirve, electoralmente, en el norte de la provincia”, dicen cerca de Lewandowski. El dilema es si el senador puede hacer campaña como candidato oficial sin que le pasen factura por los tropiezos de la gestión provincial. La expectativa mayor del peronismo es que Lewandowski cierre la elección como el candidato individualmente más votado, por encima de las dos ofertas principales de la oposicón, Carolina Losada y Maximiliano Pullaro, y que esa interna rabiosa deje heridas y provoque una migración de votos.
“Hace tres meses, la elección parecía perdida por paliza. Ahora está un poco abierta”, dice, con fe, en el entorno de Lewandowski. Es un pronóstico todavía abierto porque esa afirmación estará sometida a la foto que deje la PASO en al menos dos renglones: la diferencia que la sumatoria de los candidatos opositores le saquen al frente oficialista, y el volumen que obtenga Monica Fein, la candidata del socialismo. Una tesis, con algo de fantasía y deseo, sugiere que post PASO, habrá votos socialistas que migrarán a Lewandowski. Eso, especulan en el PJ, podría ser más posible si la que queda como oferta es Losada.
La idea de competitividad del peronismo está atada a variaciones en la oferta opositora más que en sus propias destrezas
Algo similar a lo que especulan, aunque las teorías cambian según el búnker, en UP nacional cuando proyectan que la mejor rival de Massa-Rossi es Patricia Bullrich. Por lo pronto, la idea de competitividad del peronismo está atada a variaciones en la oferta opositora más que en sus propias destrezas. Por lo pronto, hasta acá, la campaña de Lewandowski fue puramente local sin la intervención de figuras nacionales. Este viernes, en un dato atípico, Perotti compartió un acto en Economía con Massa. Eso será más difícil post PASO, porque inevitablemente, el candidato-ministro irá a Santa Fe en la campaña nacional y Lewandowski deberá resolver si sigue silvestre o se muestra, siquiera de pasada, con Massa.
Por conformar la franja media reacia al peronismo y al kirchnerismo, Santa Fe se vuelve especialmente relevante para medir el clima electoral. En 2019, Perotti ganó con la unidad del peronismo y eso derivó, luego, en una victoria del Frente de Todos (FdT) en la PASO, que luego se revirtió con la campaña del sí se puede de Mauricio Macri. ¿Puede, el peronismo pensar en un buen resultado nacional si no logra una buena performance en la disputa provincial de Santa Fe? En 2019, Perotti derrotó por 5 puntos al socialista Antonio Bonfatti mientras José Corral, por JxC, quedó tercero con casi 20 puntos. Si bien la política no es matemática rígida, este año todo el dispositivo opositor -salvo derivadas de Elisa Carrió y la izquierda- están en el frente de frentes. Replica, en cierto modo, el caso San Luis: la oposición se unifica y se vuelve competitiva.
La peculiaridad de Santa Fe es que la unificación formal del dispositivo opositor no parece, hasta acá, una unidad de otro orden. La interna entre Losada y Pullaro adquirió un tono virulento, especialmente por el perfil que le imprimió la senadora. Las acusaciones de “narco” a su rival interno y la afirmación de que si pierde no se acoplará con Pullaro, abren un interrogante sobre cómo se comportará, el día después, el voto opositor que se alineó con el frente de frentes. La misma pregunta, como se dijo, vale para el voto socialista que tiene territorial y capilaridad.
Una de las derivaciones de la primaria opositora, con el resultado definido, permitirá ver como impactó entre los votantes de JxC el estilo de la campaña rabiosa que llevó adelante Losada: saber si premiarán o no ese tono y ese perfil. Larreta, que asume que está abajo de Bullrich en la nacional, mira con especial interés ese proceso porque traza paralelismos entre Losada y su rival nacional, en particular respecto a los modos. Una expectativa, que se verificará o no, es que Pullaro se imponga a Losada y eso instale la presunción de que el votante gira hacia la moderación y perfiles menos estridentes cuando debe elegir gestores.
Por el contrario, una victoria de Losada puede convertirse en un revés intenso para Larreta. Como en ningún otro distrito, en Santa Fe se cristalizaron candidatos locales que tienen alineamiento directo con Bullrich y Larreta. La victoria de uno u otro tendrá, además, ese efecto.
PI