Mauricio Macri se cansó de esperar. Partió, a principios de semana, rumbo a Arabia Saudita con plan de regreso para el martes próximo y con una espina clavada porque Javier Milei no hizo, a pesar de la charla mano a mano el lunes en el Hotel Libertador, lo que él quería que haga: convocarlo a una conversación franca sobre cuál pretende que sea su involucramiento en el gobierno de La Libertad Avanza (LLA) y, a partir de ahí, a una negociación bilateral.
“Mauricio espera que Javier lo convoque para discutir qué papel quiere que tenga el PRO en el gobierno”, explicó a elDiarioAR un operador macrista que asegura que el expresidente quiere ser el único interlocutor del PRO con Milei para evitar que haya negociaciones paralelas, en particular que haya acuerdos individuales, bilaterales, en los que dirigentes macristas se integren al gabinete libertario por su propia vía.
El presumible ingreso de Patricia Bullrich a Seguridad y de Luis “Toto” Caputo a Economía ponen en escena ese enorme interrogante: desde las usinas libertarias plantean que se trata de negociaciones y ofrecimientos hechos por Milei a esos dirigentes, pero el origen y la identidad de Bullrich y Caputo lleva a pensar que se trata de un asalto del gobierno por parte de Macri a través de referentes vinculados estrechamente a su figura. “Son los dos lugares más importantes y ninguno lo puso Mauricio”, aseguró el jueves al atardecer un macrista paladar negro. En la misma línea, en LLA aseguran que se trató de negociaciones uno a uno entre Milei y los funcionarios que vienen del macrismo.
Esa interna a cielo abierto, a quince días de la jura de Milei, parece un golpe certero sobre la autoridad del presidente electo. En las últimas horas, Fernando de Andreis, exsecretario general de la Presidencia de Macri y en el último tiempo casi su edecán político, mantuvo varios encuentros e innumerables conversaciones con delegados de Milei, en particular el futuro jefe de Gabinete Nicolás Posse y Karina Milei, que ocuparía el lugar que ocupó De Andreis con Macri y que ahora tiene Julio Vitobello con Alberto Fernández.
La tesis de un Milei autónomo, que sale a buscar aliados del PRO pero sin acordar con Macri, supone una jugada osada porque implicaría, en la práctica, que haya una especie de fractura en el partido donde no todos están de acuerdo -como ocurre con Horacio Rodríguez Larreta- con formar parte del gobierno de Milei. Así como en su momento, Bullrich y Luis Petri -que iría a Defensa- anunciaron en carácter personal el respaldo a Milei para el balotaje, ahora pueden sumarse a su gobierno en las mismas condiciones.
De manera accesoria, hay una víctima en ese proceso: Victoria Villarruel, que parecía que se quedaría con el control de Seguridad y Defensa, hasta acá queda relegada a su condición de vicepresidente aunque, claro, cada uno de esos ministerios tienen múltiples lugares donde podrían integrarse dirigentes ligados a la vice electa.
“Patricia no sabe estar fuera del ring: va a aceptar cualquier cargo”, anticipó, el miércoles, un dirigente de su entorno aunque especulaba que su lugar no sería el ministerio de Seguridad, un cargo que ocupó y que ahora, luego de ser candidata a presidente, parecía un retroceso, además bajo la jefatura de Milei. A su lado se especuló que iría a un cargo de coordinación, una especie de jefatura de Gabinete adicional, pero no: finalmente volverá a Seguridad.
Para Milei es un cargo esencial porque anticipa que habrá conflictividad social ante las medidas de shock que prepara su equipo económico y que, más que Caputo, pasarían por otras áreas: Guillermo Ferraro, el superministro de Infraestructura, que tendrá bajo su cargo todas las áreas que serán sometidas a la motosierra, como Obras Públicas, Transporte y Energía. Pero el otro nombre de peso es Federico Sturzenegger, que aparece como el arquitecto de la reforma del Estado, un rol parecido al que tuvo Roberto Dromi durante el gobierno de Carlos Menem.
Sturzenegger terminó mal con Macri y se especuló que el expresidente era uno de los que vetaba el protagonismo de su exfuncionario en el gabinete de Milei. Es en ese juego de vetos y apoyos sobre el que se construye la autoridad de Milei como presidente y se arriesga, en medio de esos idas y vueltas, a llegar a su jura el 10 de diciembre con una sombra pesada de que tuvo que ceder ante Macri a quien, no casualmente, en su discurso pos victoria en el balotaje le agradeció su “apoyo desinteresado”.
PI /DTC