Reuniones y puntos de acuerdo

¿Enemigos o socios por conveniencia? Los hilos secretos que conectan a Milei con el kirchnerismo

26 de enero de 2025 00:01 h

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El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Ese antiguo proverbio, que algunos atribuyen a la cultura árabe, podría graficar a la perfección la paradójica relación que une hoy a La Libertad Avanza y al kirchnerismo. A las puertas del año electoral, los rumores acerca de reuniones secretas entre funcionarios de alto rango de la Casa Rosada y figuras importantes del universo de Unión por la Patria se acrecentaron. A ambos sectores no los une el amor, sino el espanto, además de un objetivo: terminar de liquidar al PRO, ya sea a través de las urnas o, en el caso de la fuerza oficialista, absorbiendo a sus principales dirigentes.

Aunque en la superficie pueda parecer que la confluencia entre Javier Milei y Mauricio Macri está al caer, con guiños públicos en entrevistas y publicaciones en redes sociales, por debajo la realidad es otra. Pese a que el PRO se erigió como un bastión clave para la gobernabilidad libertaria, con un apoyo casi incondicional de sus legisladores en ambas cámaras del Congreso, a lo largo de 2024 existió un obstáculo insalvable: la tirante relación entre el expresidente y el asesor presidencial todoterreno, Santiago Caputo. Nunca hubo química entre ambos, y las asperezas, que el propio dirigente amarillo se encargó de blanquear en público, quedaron lejos de ser limadas.

Con este trasfondo, en el entorno de Milei consideran que avanzar casilleros y sumar piezas amarillas, como Diego Valenzuela, el intendente de Tres de Febrero que formalizó su salto a “las fuerzas del cielo”, no es suficiente. El oficialismo tiene un plan más ambicioso, que trasciende lo electoral: desmantelar cualquier rastro del macrismo en el Poder Judicial, una arena donde el exmandatario supo desplegar operadores con eficacia quirúrgica mientras estuvo al frente del poder.

Tanto fuentes libertarias como kirchneristas niegan los encuentros cara a cara entre Caputo y el senador Eduardo “Wado” de Pedro, de aceitado trajinar en el mundillo judicial, pero las señales de buena sintonía se acumulan. Desde el reciente desplazamiento de Ignacio Yacobucci de la Unidad de Información Financiera (UIF), bajo presiones políticas por haber intervenido en causas vinculadas a Cristina Kirchner, hasta las críticas veladas del entorno presidencial al fallo de la Corte Suprema que en diciembre declaró inconstitucional la reelección indefinida de Gildo Insfrán en Formosa.

¿Son estos gestos calculados del Gobierno hacia la presidenta del PJ justo cuando se negocia en el Senado el pliego de Ariel Lijo como juez del máximo tribunal? ¿O se trata de un juego de necesidades mutuas en la antesala de un 2025 marcado por la polarización entre La Libertad Avanza y el kirchnerismo? De vacaciones en Monte Hermoso, Cristina sabe mover sus fichas en todos los frentes. Su emisario de confianza en temas judiciales es Martín Mena, su exfuncionario, que suele conversar con Sebastián Amerio, el alfil de Santiago Caputo en el Ministerio de Justicia. Entre ellos se juega un ajedrez de pliegos, ampliaciones y concesiones que huele más a truco político que a táctica institucional.

Hay un hilo rojo que conecta a Caputo con De Pedro: es el vicepresidente de Relaciones Institucionales de YPF, Guillermo Garat, socio del asesor en la consultora Move, de la que también forma parte Rodrigo Lugones, hijo del ministro de Salud, Mario Lugones. En 2023, Garat participó activamente de la fallida instalación presidencial del camporista, historia que terminó con la candidatura de Sergio Massa. Al parecer, durante ese periodo, hizo buenas migas con su antecesor en YPF, Santiago “Patucho” Álvarez, también de estrecho vínculo con el hoy senador.

Toma y daca

En la agenda de Milei hay prioridades claras y polémicas estratégicas. Encabezan la lista la eliminación de las PASO y la designación tanto de Lijo como Manuel García-Mansilla como nuevos ministros del máximo tribunal. La salida de Juan Carlos Maqueda el 29 de diciembre tras cumplir 75 años dejó a la Corte con solo tres miembros. En el último mes, en el oficialismo parecen haberle bajado el tono a una opción que estuvo sobre tapete durante varias semanas: designar a ambos magistrados en comisión, un recurso legal pero políticamente tóxico que hubiera exacerbado las tensiones justamente con la oposición peronista.

Es que el juego de “policía bueno/policía malo” no es exclusivo de la relación de Milei con el macrismo. No faltan quienes ven en la presentación de Ficha Limpia una jugada pensada para negociar con el kirchnerismo: dejar caer el proyecto en el Congreso –o, eventualmente, agregarle una cláusula al texto para no vetar una virtual candidatura de Cristina Kirchner– a cambio de que Unión por la Patria aporte los votos necesarios para avalar los pliegos de los jueces. Todo, claro, condimentado con la promesa de una ampliación de la Corte a siete miembros, un trofeo que cada sector querría exhibir como propio.

Son especulaciones. Por el momento, la posibilidad de que se aprueben los pliegos durante el verano se vislumbra muy lejana. Según quienes siguen de cerca las discusiones, el peronismo exige una reforma de la Corte que Milei no estaría dispuesto a llevar a cabo. Lo plantean como una movida que, a priori, dejaría a todos contentos: Lijo ocuparía el lugar de Elena Highton de Nolasco, jubilada en 2021; García-Mansilla reemplazaría a Maqueda, y las dos bancas nuevas serían para mujeres, al menos una con el sello de Cristina.

Hasta que alguien ceda en este tira y afloje, el tablero seguirá bloqueado. Algo que no evita que los gestos de buena vecindad se sucedan uno tras otro y lleven nombre y apellido. Oscar Parrilli, ese viejo soldado kirchnerista, ahora lanza señales de tregua hacia Lijo, el mismo juez que lo procesó años atrás por el delito de encubrimiento agravado de Ibar Pérez Corradi. “Que Clarín y La Nación estén criticando a Lijo es como que le otorguen una medalla”, llegó a declarar el año pasado.

Otra voz pública que se muestra llamativamente contemplativa con Lijo es Graciana Peñafort. “Ninguna de las causas que se han seguido contra el Lijo han llegado a buen destino, todas han terminado cerradas, con lo cual yo le otorgo el beneficio de la duda”, declaró la legisladora porteña, del círculo más cercano a la expresidenta, en Modo Fontevecchia. Y añadió, consultada por el debate de los pliegos en el Senado, que “no se destrabó porque el gobierno no quiso negociar”. Un dato: por orden de Cristina, la senadora catamarqueña Lucila Corpacci firmó el dictamen de Lijo en diciembre, un guiño concreto en ese sentido.

Pero el caso más curioso de insinuación pública entre el kirchnerismo y el Gobierno lo protagonizó otro fiel del Instituto Patria, como es Rodolfo Tailhade. El diputado de Unión por la Patria aplaudió en redes un mensaje de una cuenta atribuida a Santiago Caputo en el que el asesor presidencial defendía la decisión de dejar de querellar en causas penales, al tiempo que criticaba a quienes utilizaron la UIF “para beneficiar a amigos y perseguir opositores”. “Federici y Talerico son dos delincuentes que sólo se dedicaban a encubrir narcotraficantes y a perseguir a Cristina”, lanzó Tailhade en X, en referencia a las autoridades de la unidad antilavado en tiempos de Mauricio Macri. Afinidades electivas.

PL/JJD

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