Jorge Argüello: “Más que alineamiento con EE.UU, lo que Milei procura es un alineamiento automático con Trump”
Jorge Argüello fue dos veces embajador en Washington. Fue embajador en Portugal, embajador ante la ONU, presidente de la Fundación Embajada Abierta y escribió varios libros. El último de ellos es Las dos almas de Estados Unidos: Viaje al corazón de una sociedad fracturada.
En esta entrevista, analiza la situación del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la presión para que el demócrata baje su candidatura a la reelección. También profundiza en la relación del presidente Javier Milei con ese país y afirma que busca sobre todo vincularse con Donald Trump, quien puede volver a la presidencia en noviembre.
—Después del primer debate de Biden con Trump, la presión para que Biden de un paso al costado fue más grande que nunca. Vino de parte de los propios demócratas, de algunos columnistas, de gente cercana al propio Biden, de los donantes. Pero sabemos que Biden ya resistió esta presión durante todo 2023, que en su momento también había voces importantes del Partido Demócrata que le decían que tenía que que dar un paso al costado. ¿Cómo pueden salir los demócratas de esta situación? Algunos piensan que es una especie de trampa en la que están metidos. ¿Tienen forma de evitar que Biden sea candidato o es inevitable que el presidente vaya por la reelección?
—Yo empezaría diciendo que el año pasado yo me di cuenta de cuál es el motivo por el cual Joe Biden es candidato a presidente de los Estados Unidos en el año 2024. Y ese motivo es exclusivamente uno solo: su voluntad política. Biden está convencido que él le puede volver a ganar a Trump. Número dos: Biden está convencido que él debe presentarse para evitar un nuevo mandato de Donald Trump en los Estados Unidos. Entonces, dicho esto, agrego: en la interna del Partido Demócrata no hubo una voluntad política lo suficientemente firme como para oponerse a este intento de reelección de Joe Biden. Por distintos motivos. En primer lugar, porque la tradición política estadounidense dice que, salvo excepciones, los presidentes que no gobiernan mal reeligen. Y hay como una aceptación social de que así debe ser. También es cierto que hay excepciones. Truman, que era candidato demócrata, renunció a la reelección. Otro que renunció fue Lyndon Johnson. Johnson, si ustedes recuerdan, había completado el mandato de John Fitzgerald Kennedy después que este fuera asesinado. Hay una foto histórica de Johnson prestando juramento como presidente de los Estados Unidos a bordo del avión presidencial. Le tomaron juramento en vuelo mientras se trasladaba hacia Dallas o desde Dallas a Washington con Jacqueline Kennedy, que tenía su ropa todavía manchada de la sangre de su marido. Johnson no quiso ser presidente porque se vio venir el descontento social o percibió el descontento social que había por la política que él había seguido durante su segundo mandato. Porque en realidad él completa el mandato de Kennedy, gobierna cuatro años y renuncia a presentarse, pudiendo hacerlo para la reelección. Esa decisión de Johnson tuvo que ver con la guerra de Vietnam. Por más que él adujo cuestiones de salud -moriría cinco años después, en realidad- pero en realidad el problema que había ahí y que generó la derrota del Partido Demócrata de todas maneras fue la política implementada, llevada adelante durante la guerra en Vietnam, que fue cuando Johnson se propuso ganar la guerra a como diera lugar y la perdieron. Entonces, sacando estas excepciones, hay una aceptación de que los presidentes pueden pueden reelegir un segundo mandato. Ahora, yo estaba en Estados Unidos. Regresé la semana pasada. Yo soy algo que se llama no residente Fellow de Georgetown University en Washington. Estuve organizando y participando de un seminario vinculado a los temas de educación. Había varios ministros de Centroamérica participando en la universidad de este asunto. Y la noche del debate la verdad es que yo estaba invitado a una comida con los ministros de Educación de Guatemala, Honduras y El Salvador.
—Pero te quedaste a ver el debate.
—Me fui al hotel temprano. Nueve menos cinco estaba ya sentado, listo para ver el debate. No porque el debate en sí mismo me genere a mí o le genere a cualquiera una especial atracción. Porque todos sabemos que en los debates no suelen haber ganadores y perdedores, sino porque estaba latente la posibilidad de un desmoronamiento de alguno de los dos candidatos. En particular, la posibilidad de que le fuera mal a Joe Biden. Y le fue mal.
—Muy mal. Le fue muy mal.
—Le fue mal. Yo vi un presidente titubeante que contrastaba mucho con el discurso sobre el estado de la Unión, por ejemplo, que pronunció este mismo año, o que contrastaba mucho con otros discursos que yo he visto. Yo estuve el año pasado en el discurso sobre el estado de la Unión a comienzos del 2023, a muy pocos metros de Biden. Esa es una sesión muy linda en Estados Unidos, porque se reúnen el pleno de las dos cámaras en la Sala de Representantes, todo el gabinete del Presidente, los ministros de la Corte Suprema y el cuerpo diplomático. Nada más. Como yo ya llevaba varios años de estancia en Washington, los diplomáticos van subiendo en el orden de prelación, digamos. O sea, a más tiempo de designado embajador, más cerca del presidente te sientan. Yo no tenía dos metros. Y la verdad que en enero del año pasado yo más que un presidente rindiendo cuentas ante el Congreso, lo que vi era un candidato a presidente con una firme voluntad de serlo.
—Ahora, el tema me parece, es que él se presenta como el que puede evitar el regreso de Trump. Pero con este estado, con estas críticas, puede ser el culpable del regreso de Trump, ¿no? Pero él él no está dispuesto a dar un paso al costado. Es muy difícil que dé un paso al costado.
—Él está ratificando casi a diario que no va a dar un paso al costado. Hace diez días hubo una podemos llamarlo cumbre familiar. Jill Biden, Hunter Biden, otros parientes cercanos de Biden y amigos íntimos se juntaron en la Casa Blanca y decidieron respaldar a Biden para que continúe en la carrera presidencial. La primera voz que yo escuché de respaldo a Biden después de la noche del debate fue a la mañana siguiente de boca de Barack Obama. Obama publicó un tuit y después hizo declaraciones diciendo: “¿Quién no ha tenido una mala noche de debate? Yo la tuve. Apoyemos a Joe Biden”.
—Obama es una figura central. Es un sostén público ineludible y muy importante para Biden. Pero asesores suyos que vos los conocés, con los cuales has tenido diálogo -menciono dos, por ejemplo, Jim Messina es uno, David Axelrod es otro- están permanentemente a través de las redes sociales diciendo, pero no desde ahora, desde hace un año, diría yo, que tiene que dar un paso al costado. ¿Por dónde pasa la diferencia o el diálogo, vos que conocés a los demócratas, entre Obama y Biden? ¿Qué le pide Obama a Biden? ¿Por dónde pasan las diferencias? Porque se ha publicado mucho en en la prensa de Estados Unidos sobre esto.
—Yo creo que se conocen y se quieren mucho, son muy amigos. Yo creo que Obama no debe estar convencido de lo que está diciendo, pero Obama fue ya en la campaña presidencial del 2020 una especie de jefe de campaña de Joe Biden Y la decisión es volver a ser una especie de jefe de campaña de Biden. Lo cual es curioso, ¿no? Porque Biden tiene otros amigos. Así como Obama salió rápidamente a respaldarlo a la mañana siguiente del debate, también al día siguiente Tom Friedman, que debe ser probablemente el editorialista más reconocido del mundo que publica semanalmente en el New York Times, salió a plantear lo contrario y salió a pedirle a doctor Biden, como le dicen a Jill Biden, que influya en su marido para que se aparte de la carrera presidencial. Y una semana después, Friedman, siendo insisto amigo de Biden y demócrata y furioso anti-trumpista, publicó otra nota donde hablaba del 7 de octubre en Israel. El editorial comenzó diciendo: si había algo que a Hamas le convenía que Israel hiciera es el ataque y el desembarco que ha realizado en Gaza. Hizo el ataque del 7 de octubre para provocar esa reacción, que le conviene a Hamas. Y si hay algo que a Donald Trump le conviene es que Joe Biden insista en ser candidato a presidente. Y le volvió a pedir que se baje. Pero, bueno, hasta hoy Biden está mostrando clara y firmemente su voluntad de ser candidato.
—Quiero ir a algunos de los temas que tocas en el libro Las dos almas de Estados Unidos. Hay algo que quizá no se menciona tanto, por lo menos en Argentina, me parece a mí: Trump logró captar el apoyo de trabajadores que durante 70 años habían apoyado a los demócratas. Son parte de “el cinturón oxidado”, como se conoce habitualmente. Vos los definís como víctimas de la globalización o de la nueva matriz productiva tecnológica. ¿Qué peso tiene hoy ese sector de cara a las elecciones, esos trabajadores que apoyan a Trump, en una economía que viene creciendo, que creció mucho, que casi no tiene desempleo y que tiene un impulso en la industria manufacturera?
—Pero hay una paradoja ahí. Este año Estados Unidos va a crecer al 3,5%, bastante por encima de lo que se había pensado. Este año o estos últimos dos años, Estados Unidos viene exhibiendo tasas de desempleo muy bajas, de las mejores de las últimas décadas. Este año Estados Unidos ha derrotado la inflación, prácticamente. Ellos venían de tener una inflación del 8,5%. Están en el tres. Es decir, la economía anda bien. Pero la percepción de la gente es diferente. La percepción es que hay inflación, es que hay crisis, es que hay inseguridad. Y esto seguramente tiene que ver con la espiral inflacionaria que vivió el mundo -nosotros también, Estados Unidos también- durante la pandemia. Porque el precio de una lata de Coca-Cola no volvió a ser el que era antes de la pandemia. Pero como son tantas décadas de estabilidad, décadas en las cuales el precio de la lata de Coca-Cola costó siempre lo mismo, de golpe que valga un 50 o un 60% más caro, por más que hayan aumentado los salarios, deja la sensación de que la inflación está descontrolada. Y entonces es la percepción lo que yo creo que conspira contra las posibilidades de los demócratas. Y obviamente esta percepción está siendo alimentada permanentemente por el Partido Republicano, que en realidad ya deberíamos llamarlo el Partido Trumpista, porque el Partido Republicano ha dejado de ser aquel partido republicano histórico para convertirse en una estructura completamente dominada por Donald Trump y que va a sobrevivir a Trump como trumpismo, creo yo.
—Hay un académico que vos también citas en el libro que dice: “Los demócratas también mutaron”. Así como mutó la base electoral de los republicanos con Trump, los demócratas, dice Michael Lynch, se convirtieron en una coalición al servicio de una élite gerencial, empresarial y mediática. Y priorizaron las minorías antes que las clases sociales. Sin embargo, las minorías en 2022 le dieron un triunfo a Biden, podemos decir, en el Senado, cuando, también parecido a lo que pasa hoy, en ese momento se suponía que Trump iba a arrasar en las legislativas de 2022 y ganaron los demócratas en estados claves para el Senado. ¿La base social de los demócratas, esas minorías que los demócratas tratan de cautivar o de representar, pueden suplir la debilidad del candidato Biden frente a Trump?
—No lo sé. Después del 7 de octubre, cuando se produce la ofensiva israelí sobre Gaza, yo he visto a miles de estudiantes marchando en las calles de Washington y de las principales universidades de Estados Unidos protestando contra la política seguida por la administración Biden en Medio Oriente. Yo casi te diría marchas pro palestinas o en defensa de Palestina. Y esto es un dato que hay que considerar, porque si hay una base electoral pro demócrata en los Estados Unidos son los estudiantes movilizados de las principales universidades. Hace dos semanas estuve en Boston. Tuve contacto con distintos actores de Harvard. Y Harvard fue una de las principales universidades que ganó la calle en protesta a las políticas de Biden respecto de Medio Oriente. Y esa es una base electoral interesante del Partido Demócrata. Así que yo no estoy tan seguro de cómo van a reaccionar estos electores ahora de cara a las elecciones del 5 de noviembre. Lo que sí veo y tengo muy presente es que la causa de la derrota de Hillary Clinton frente a Donald Trump tiene que ver precisamente con esa imposibilidad del Partido Demócrata de seguir expresando los intereses que históricamente había expresado. Y ahí hay una fuga hacia Donald Trump, hacia el Partido Republicano, y eso se ha consolidado en alrededor de un 40%. O sea, Trump tiene una base electoral muy firme y es probable, más que posible, probable, que sea presidente de los Estados Unidos a fin de año, salvo que el Partido Demócrata, que tiene frente a sí distintas alternativas... La alternativa número uno, mantener a Joe Biden como candidato; alternativa número dos, reemplazar a Biden por Kamala Harris, que sería lo más natural y menos traumático; alternativa número tres, elegir a otro candidato demócrata, que puede ser desde Newsom, que es el gobernador de California, a Priebke, que es el gobernador de Illinois, o a la gobernadora de Michigan, o algún senador o diputado destacado. Ahora, ninguno de ellos mide mejor que Biden. Hay que tener en cuenta eso. Y Kamala Harris tampoco mide mejor que Biden. Así que me parece que las semanas por venir vamos a tener seguramente novedades. Este mes de julio en Milwaukee se reúne la Convención del Partido Republicano. Obviamente Donald Trump va a salir elegido, ya formalizado como candidato a presidente del partido, y el 19 de agosto -falta un montón- se reúne la Convención Nacional Demócrata en Chicago y esa convención es la que va a definir quién es el candidato. Biden tiene el número de delegados. Lo que no sabemos es si las condiciones atmosféricas del Partido Demócrata le son propicias.
—Hay obviamente un contraste muy fuerte entre Biden y Trump, en lo político, sobre todo. Pero en lo económico vos marcás una continuidad y distintos analistas marcan una continuidad, un cierto nacionalismo, un impulso a la industria, proteccionismo, lo que ahora se llama el nearshoring, que es tratar de recuperar algunas empresas que tenían sede en el exterior, tratar de traerlas de vuelta a Estados Unidos. ¿Cómo te imaginas la relación en lo económico con la Argentina si el que gana es Trump? ¿Con Milei, cómo te lo imaginas?
—A veces, cuando leo en los diarios o escucho las declaraciones del presidente Milei cuando habla de esta suerte de alineamiento -él no lo dice, pero está hablando de ese alineamiento automático con Estados Unidos y con Israel, pero en este caso estamos hablando de Estados Unidos- yo tiendo a pensar que más que alineamiento con Estados Unidos, lo que el presidente Milei procura es un alineamiento automático con Donald Trump. Yo creo que él no es neutral en esa pelea. Bueno, de hecho fue a Estados Unidos y no solamente se reunió con Donald Trump candidato en una cumbre conservadora, sino que además le dijo: Lo quiero ver sentado en el Despacho Oval, en el Salón Oval de la Casa Blanca a fin de año. Eso yo tiendo a pensar que no es prudente y muchos presidentes lo hacen. Jefes de Estado que se involucran en procesos electorales de otros países. Es riesgoso porque eso genera después malestares. Bueno, estamos viendo los malestares que está desnudando el presidente Milei en sus discusiones con el jefe de Estado de Bolivia, de Colombia, de Brasil, de México y él está haciendo lo mismo y peor. Yo creo que eso no, no, no es bueno.
—Pero es la gran esperanza de Milei Trump, ¿no? ¿Vos pensás que lo puede beneficiar en lo económico? ¿Lo puede beneficiar Trump como lo benefició a Macri, por ejemplo, presionando al Tesoro o a través del Tesoro, presionando al Fondo para que el Fondo le diera a Macri el préstamo más grande de la historia? ¿Puede haber una ayuda de ese tipo?
—Bueno, si la pregunta es si es posible, sí es posible, Claro que sí. Es más, a veces yo pienso, cuando el Bolsonarismo se alzó en Brasil y tomó la sede de los tres poderes para impedir la asunción de Lula, yo me pregunto qué hubiera pasado si en lugar de ser Biden, el presidente de los Estados Unidos, hubiera sido Donald Trump. Porque el apoyo del presidente de los Estados Unidos es muy importante, sobre todo para personajes como de los que estamos hablando. A mí me consta que Biden le advirtió a Bolsonaro, le dijo: no lo hagas. Y cuando lo hizo, le bajó el pulgar.
—Bannon en ese momento dijo que eran luchadores por la libertad los que estaban tratando de tomar los tres poderes.
—De eso estamos hablando. Entonces, ahí yo creo, insisto, a mí me parece que más que un alineamiento con Estados Unidos en general, el presidente Milei procura un alineamiento con Donald Trump. La administración demócrata igual lo está tratando bien. El flujo de visitas no ha disminuido, no ha aumentado tampoco, pero no ha disminuido. Hay mucho intercambio.Yo creo que la actual Casa Blanca intuye esto que digo de las preferencias de de Milei, pero no puede dejar de acusar recibo y decir: las cosas que escucha de Milei le cierran y le gustan. Los anuncios que hace le cierran y le gustan. Y, sobre todo, este alineamiento con Estados Unidos no es producto de un acuerdo, es unilateral. De manera tal que solo le abre los brazos.
—Hay un tema en el que vos trabajaste bastante que tiene que ver con la ley de reducción de la Inflación de Estados Unidos, que propicia los subsidios para los que compran autos eléctricos. Pero esos autos eléctricos tienen que estar fabricados o en Estados Unidos, con litio de Estados Unidos, o con litio de países que tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. Argentina está afuera. José Luis Manzano, por ejemplo, es un empresario argentino, ex político, que también menciona mucho este tema. ¿Vos pensás que puede haber una solución a este problema para que Argentina acceda a los beneficios, pueda seguir defendiendo el lugar, porque es el principal proveedor de litio de Estados Unidos?
—Lo primero que hay que decir es que Estados Unidos no le compra una cantidad mayor de litio a ningún país del mundo más que Argentina. Somos el principal exportador de litio a los Estados Unidos. Eso viene de la mano, sobre todo, de una empresa llamada Livent, que acaba de fusionarse con otra empresa y están explotando y tienen una presencia muy fuerte, sobre todo en el Salar del Hombre Muerto en la provincia de Catamarca. Ahora, esta ley, que está pensada para privilegiar la industria nacional estadounidense, establece que el subsidio para la compra de vehículos de alrededor de 8.000 dólares en Estados Unidos se va a verificar siempre y cuando el litio provenga o de América del Norte o de países que tengan tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Argentina está en América del Sur, no tiene tratado de libre comercio con los Estados Unidos y es su principal proveedor de litio. Japón pudo saltar la ley a partir de un decreto, un decreto de la Casa Blanca. Ahora, el Congreso reaccionó y entonces nuestro margen... Yo he estado como embajador de la Argentina en Estados Unidos, he estado trabajando mucho y muy intensamente el año pasado este tema. El camino que siguió Japón yo no lo juzgo posible, pero si es posible, vía reglamentaria, torcer en algo esta decisión, porque no está hecha para perjudicar a la Argentina, sino que está hecha para privilegiar a otros proveedores.
—¿Qué está haciendo Milei con ese tema? Porque el RIGI, por ejemplo, el régimen de grandes inversiones, tiene la cuestión de la minería, por ejemplo, el litio, como una cuestión central. Sin embargo, tenemos un problema para venderle a Estados Unidos.
—Sí, es correcto. El RIGI favorece la entrada de inversiones y le da una una cantidad de beneficios para que efectivamente se radiquen en el país, pero no tiene un punto de conexión, no modifica en nada los términos de la ley de lucha contra la inflación de Estados Unidos, de manera tal que eso va a requerir seguramente de un trabajo intenso por parte del nuevo embajador de la Argentina en Washington que es Gerardo Werthein.
—Pero hasta ahora no hicieron demasiado.
—Hasta ahora no ha habido ningún movimiento, por lo menos que yo conozca, orientado a reacomodar a la Argentina en ese contexto.
—Te pregunto por la relación de Milei con Elon Musk, el dueño de Tesla, hablando de autos eléctricos, justamente. ¿Cómo la ves vos? Obviamente vemos que se sacan selfies, que hay manifestaciones públicas de Musk, pero hasta ahora inversiones, más allá de que el jefe de asesores de Milei, que se llama Demian Reidel, dijo que venían las inversiones, hasta ahora... ¿Cómo razona un personaje como Musk? ¿Qué lo lleva a decidir o no las inversiones?
—Yo creo que acá cabe esa expresión de la Iglesia Católica que dice obras son amores y no buenas razones. Hay una cierta afinidad o una identificación recíproca entre Musk y y Milei. Esto está claro, lo han dicho los dos, por más que no creo que en todo estén de acuerdo. Ahora, en lo que todavía no aparece un acuerdo claro es a la hora de abordar la cuestión de los intereses. No hay anuncios todavía de inversiones que se vayan a desarrollar. Puede ser que los haya. Yo adivino que el presidente Milei está trabajando en esa dirección. No creo que lo haga solamente para sacarse una foto para las revistas del corazón. Calculo que hay una especulación que tiende a lograr inversiones importantes de parte de Musk en la Argentina, pero en concreto no hemos visto nada todavía.
—Te quiero preguntar por un personaje que aparece quizá como secundario en la historia, pero no sabemos, que es Robert Kennedy Jr. en Estados Unidos, un ex demócrata, obviamente de la familia Kennedy, la familia Kennedy apoya a Biden, pero él, que es un sobrino de John Fitzgerald Kennedy, va como candidato independiente y muchos dicen que le puede robar votos tanto a Trump, porque es un ex demócrata bastante extraño, como a Biden. ¿Qué importancia le asignás? ¿Pensás que puede robarle votos a alguno de los dos candidatos? ¿Pensás que no va a tener incidencia en el resultado final?
—Cuando Kennedy comenzó la campaña como outsider, es decir, como tercer candidato, muchos se acordaron de Ross Perot, que era un miembro del Partido Republicano, un hombre con una gran fortuna, que decidió presentarse por afuera de los dos partidos y que la verdad es que lo único que provocó fue la derrota de George Bush padre, porque partió el electorado republicano. En este caso el candidato es de una familia tradicional. Estados Unidos tiene familias. Están los Clinton, están los Bush, están los Obama, están los Kennedy. Bueno, en este caso, este apellido tan importante para los demócratas estadounidenses creo yo que por su discurso le saca más votos a Trump que a Biden. Y no sé si no habrá algún sector de los estrategas de la campaña del Partido Demócrata que estén alentando la candidatura de Kennedy, porque, insisto, creo yo que por su discurso le roba o le araña una parte del electorado a Donald Trump.
—Y los latinos, en todo esto, 62 millones de personas, no todos, obviamente tienen derecho a voto, pero son los que más crecen. El aumento poblacional se debe a los latinos. Una sociedad como la estadounidense, que envejece. ¿Qué pensás que puede pasar? Porque además los republicanos están ganando adhesión., si bien obviamente los latinos respaldan más a los demócratas, pero los republicanos también ganan en ese sector, ¿no?
—Sí, claro. Yo te diría que algo pasa con la migración latina una vez que se incorpora el sistema en Estados Unidos, porque yo he escuchado voces muy fuertes en contra de la migración por parte de o primeras o segundas generaciones de latinos en Estados Unidos. Bueno, por eso gobierna el Partido Republicano, el ala dura del Partido Republicano gobierna estados como el estado de Florida o se impone con tanta contundencia en el estado de Texas. No pasa lo mismo en California, donde hay muchísimos latinos. El discurso de Donald Trump de deportación masiva de inmigrantes ilegales y de cierre de la frontera, yo creo que no le mueve el amperímetro al electorado latino. Hay una parte del electorado de latino de los Estados Unidos importante que vota las políticas de Donald Trump, porque ya se han incorporado al sistema y miran la cuestión migratoria como el problema de aquellos que vienen por mi trabajo. Y ese discurso que vemos, que está calando hondo en Europa, por ejemplo, con relación a la migración africana o a la migración árabe, en Estados Unidos se expresa básicamente con el componente migratorio latino.
—Tiene un rechazo, quizá al pasado del que se alejaron.
—Algo de eso hay. Algo de eso hay, porque son cambios muy fuertes en la manera de ver el mismo problema.
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM
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