Con la calculadora en una mano y el manual del ajedrez político en la otra, Karina Milei afina el tablero del poder dentro de la Casa Rosada. Tras empoderar a Manuel Adorni en el organigrama gubernamental, la secretaria General de la Presidencia acaba de diseñar una serie de mudanzas que cambiará la disposición de varias oficinas ubicadas en la Casa Rosada. Bajo la premisa de “ordenar la gestión” y reducir costos de alquiler para el Estado, la hermana del Presidente ejecuta una jugada que, a la vez, parece esconder un mensaje interno para ciertos funcionarios.
La estrategia es clara: concentrar el equipo de la Secretaría General en Balcarce 50 y eliminar la dispersión de áreas en edificios externos. La sede del Gobierno será el destino de funcionarios del área de Comunicación que dirige Adorni –quien absorbió la estructura de Prensa tras la salida de Eduardo Serenellini– y del sector de Innovación, que depende de la Jefatura de Gabinete que comanda Guillermo Francos. La idea, según comentaron a elDiarioAR, es unificar esfuerzos y tener un mayor control sobre los equipos de trabajo, especialmente en un año electoral donde cada movimiento cuenta.
Para ello, sin embargo, Karina ejecutó una movida polémica: ordenó trasladar la Vicejefatura de Gabinete, que funcionó hasta ahora en el primer piso de la Casa Rosada, a un edificio anexo ubicado en la Avenida Diagonal Norte 511, a pocas cuadras de Plaza de Mayo. José “Cochi” Rolandi, su titular, deberá dejar su despacho ubicado en el Salón Martín Fierro, a escasos metros de la oficina del sesor presidencial Santiago Caputo, y de la que ocupa la secretaria de Planeamiento Estratégico, María Ibarzábal, la pluma jurídica del asesor estrella de Javier Milei.
Es que, pese a que oficialmente el movimiento responde a cuestiones logísticas, dentro del Gobierno hay quienes ven en este desplazamiento una señal de desconfianza. “Karina necesita centralizar el mando y evitar filtraciones indeseadas”, deslizaron fuentes oficiales. No pocos recuerdan que una de las razones detrás de la salida del exministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, la primera baja de peso del gabinete de Milei, fue precisamente la supuesta distribución de información acerca de las reuniones del Presidente con su equipo.
Un dato le da sustento a esa hipótesis conspirativa: la eliminación tanto de Rolandi como del vicejefe de Interior, Lisandro Catalán, del chat de WhatsApp en el que están todos los ministros y secretarios. Esos dos funcionarios, principales alfiles de Guillermo Francos en la Jefatura de Gabinete, no estuvieron presentes el jueves pasado durante la primera reunión de gabinete del año encabezada por Milei tras su viaje a Estados Unidos y Suiza. En ese sentido, tampoco había pasado desapercibida la ausencia de ambos en el brindis de fin de año, un evento que reunió a la cúpula de Gobierno.
Más allá de todo, desde el Gobierno aclaran que Rolandi continuará involucrado en las negociaciones políticas. Sin ir más lejos, se lo pudo ver el martes de la semana pasada en el Congreso junto al presidente de la Cámara baja, Martín Menem, en el encuentro que mantuvieron con diputados de los bloques “dialoguistas” en el marco de las negociaciones por las sesiones extraordinarias. Tampoco sería idea de Karina prescindir de Catalán: este lunes, ambos estuvieron sentados a la misma mesa, acompañados por Martín y por Eduardo “Lule” Menem, mano derecha de la hermana presidencial. “Inicio de semana a toda marcha para lograr los objetivos parlamentarios”, escribió el titular de Diputados en su cuenta de X.
Desconfianza originaria
La trayectoria de Rolandi dentro del oficialismo tiene una marca de origen: su llegada de la mano del exjefe de Gabinete Nicolás Posse, caído en desgracia tras perder completamente la confianza de Milei. Con nula trayectoria política, “Cochi” había conocido a Posse años atrás durante su paso por Corporación Ameríca y formó parte del equipo que diseñó el exfuncionario para su desembarco en la administración libertaria.
Hombre clave del extitular de ministros, y encargado de llevar adelante de los detalles técnicos de los proyectos legislativos, Rolandi se ganó su permanencia gracias a la labor que llevó adelante junto a María Irazabal en plena negociación por la ley Bases en el Congreso. En cambio, Posse fue expulsado abrúptamente a finales de mayo. Después de 18 años de amistad con Milei, el desenlace fue seco, sin agradecimientos ni despedidas.
Los Milei le cerraron todas las puertas. Posse quiso mantenerse en el juego desde otro rol, pero la respuesta fue tajante: no había lugar para él. Su salida arrastró a Silvestre Sívori, jefe en ese entonces de la exAFI y uno de sus más fieles aliados. Sin embargo, el reacomodamiento del equipo dejó en pie a Rolandi, otro de sus hombres de confianza, que incluso salió fortalecido. Los cambios convirtieron a Guillermo Francos en jefe de Gabinete, y el antiguo Ministerio del Interior se transformó en la “vicejefatura de Interior”, con Catalán al mando. Rolandi, en tanto, asumió la “Vicejefatura de Gabinete Ejecutiva”, con peso propio dentro del organigrama nacional.
Ahora, la jugada de Karina no solo pretende reorganizar oficinas, sino también delimitar lealtades y enviar señales acerca de quiénes sí pueden tener lugar en la mesa chica del mileísmo. En la Casa Rosada, donde cada despacho es una pieza de poder, quedarse adentro o ser trasladado a otro edificio nunca es solo una cuestión de espacio. Es, en última instancia, una prueba de confianza dentro del núcleo duro del Gobierno.
PL