Las cocineras protestaron frente al Hotel Libertador

“Le tenemos que decir a los chicos que la comida se acabó”, la situación en los comedores comunitarios

Verónica Cáceres, cocinera de un centro comunitario en La Matanza, levanta un cucharón plateado desde el fondo de una olla vacía, profunda, y pregunta: “¿Sabes cuánto necesitamos para llenarla? Diez mil pesos. O más”, dice Cáceres. A su lado, Karina, también cocinera, blandea un cucharón similar: el sol de la tarde destella en la punta curvada, metálica. Elsa y María, del otro lado, lo mismo: cucharones al sol; ollas vacías, profundas, a sus pies.  Todas –Verónica, Karina, Elsa, María– se dedican a los mismo: llenar de comida humeante los espacios vacíos que más duelen, los del hambre. Llegaron la tarde de este viernes al hotel Libertador, en el centro porteño –donde temporalmente reside el Presidente– para reclamar la falta de entrega de mercadería por parte del Gobierno. Es la tercera manifestación que hacen junto a organizaciones como Barrios de Pie y la Unión de Trabajadores de Economía Popular (UTEP). Las dos concentraciones anteriores fueron frente al Ministerio de Capital Humano (ex Desarrollo Social), dirigido por Sandra Pettovello

Hace tres semanas que las organizaciones, con presencia en 5.600 barrios populares del país, en donde sirven un millón de raciones de comida al día, no obtienen una respuesta por parte de la ministra, tras el faltante de alimentos básicos en sus espacios comunitarios. Y lo que ahora tienen, retoma Verónica, se termina.  “Por primera vez no tenemos nada para regalarle a los chicos para los Reyes Magos ante la inflación escandalosa”, cuenta la cocinera. “Y si la situación sigue así, le tenemos que decir que tampoco tenemos comida”.

Hay una sola cosa que a Karina Tejenaro, cocinera en un comedor de Olivos, le moleste más que el calor agobiante o la falta de empatía y es el tener que negarle un plato de comida a alguien que lo necesita. Esto último, cuenta Tejerano, le sucedió la semana pasada en la víspera de Año Nuevo. Un hombre mayo se acercó hasta su comedor a pedir un pan dulce, “o cualquier cosa”, para acompañar en su mesa. “Nada”, dice Tejerano. “Le tuve que decir que no teníamos nada”. Por primera vez en los siete años que trabaja como cocinera, señala la integrante de Barrios de Pie, no contaron con mercadería navideña de ningún tipo para entregar, además de limitar al máximo las raciones para la cena del 31 de enero. “Desde el Gobierno nos dijeron que estaban en transición y por eso no entregaban mercadería”, cuenta Tejerano. “Se me hizo un nudo en la garganta cuando escuché eso. No les estábamos pidiendo un plan social, sino un pan dulce”, agrega. Desde que comenzó a escasear la mercadería, las cocineras se vieron obligadas a recorrer los diferentes comercios y carnicerías de los barrios. “Pedimos que nos regalen alitas y carcazas de pollo. También arroz, fideos y verdura. Hay buena voluntad, pero no podemos vivir así”, explica Tejerano. Además, bajaron de cinco a tres días la entrega de viandas en merenderos. “Durante el verano las escuelas que dan viandas están cerradas. Entonces recibimos muchos chicos en nuestros merenderos en estos meses. ¿Cómo puede educarse bien un niño con la panza vacía?”, se pregunta la cocinera. 

El hotel Libertador, donde Javier Milei duerme hasta que estén listas las reformas para sus perros en la residencia de Olivos, está vallado por policías de la Ciudad. elDiario.AR se comunicó con el hotel para averiguar cuánto cuesta un plato de comida. Once mil pesos, confirmaron desde el restaurante del lujoso alojamiento, cuesta un bife de chorizo. “Con eso lleno una olla de guiso”, vuelve Verónica Cáceres. Es de La Matanza y trabaja en un comedor de ese distrito. “La inflación hace que cada vez más personas se acerquen a nuestros comedores y merenderos”, señala Cáceres. Según un último informe elaborado por el Isepci (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana), los precios de los alimentos de la canasta básica crecieron 48,48% en el mes de diciembre. “La ministra (Pettovello), no puede tardar tanto en responder cuándo va a liberar la mercadería”, protesta la cocinera. 

Norma Morales, referente de la UTEP, destaca la angustia que viven muchas cocineras ante estas situaciones. “Ellas son las que tienen que decirle a un chico que no hay comida. Eso trae consecuencias en su salud mental”, describe Morales. “Queremos entablar una mesa de trabajo y diálogo con funcionarios para que esto no vuelva a ocurrir”, explica la militante. Desde la pandemia, cientos de cocineras de los barrios populares se volvieron “esenciales” para el Estado dado su rol. Esta condición, destaca la integrante de UTEP, hoy está en peligro: “El gobierno menosprecia lo que hacemos. Pero si no fuera nuestra tarea, la pobreza dispararía el doble. Por eso vamos a seguir marchando y reclamando por el derecho básico a un plato de comida”.

El próximo viernes, si las organizaciones no obtienen una respuesta por parte del Gobierno, marcharán hasta la sede de Olivos. Y en caso de que sigan sin entregar mercadería, explican desde Barrios de Pie, lo harán a la casa de los dirigentes políticos. “Hasta que las ollas estén llenas”, dicen las cocineras, mientras levantan sus cucharones al sol. 

FLD/MG