Aliados con reparos

Milei, Macri y el juego constante de preservar la propia autonomía política

Octubre de 2023. Cerca de la madrugada, Mauricio Macri le abre las puertas de su casona en Acassuso a Javier Milei y a su hermana Karina. Hace apenas dos días que el por entonces candidato de La Libertad Avanza obtuvo un sorpresivo segundo lugar en las elecciones generales y, todavía acusando el golpe, acude a los pies del fundador del PRO en busca de su apoyo de cara al balotaje. Con Juntos por el Cambio fuera de carrera, Macri se relamía con la posibilidad de gobernar a través del economista libertario.

Julio de 2024. Macri viaja especialmente desde Londres a Tucumán para participar del demorado Pacto de Mayo convocado por el presidente Milei. El exmandatario fue invitado en persona por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con la promesa de que ocuparía un lugar relativamente central durante la ceremonia. Pero al llegar a la capital tucumana, nada es como lo pensaba: no solo no le reservaron un lugar privilegiado entre los invitados, sino que tampoco lo incluyeron en la firma del acta principal, la que rubricaron los gobernadores y Karina Milei.

Entre la primera y la segunda escena transcurrieron poco más de ocho meses. Lapso más que suficiente para demostrar, una vez más, que lo que prima en la política argentina es la dinámica de lo impensado. Lo que en un principio parecía ser el inicio de una lisa y llana capitulación por parte de Milei hacia Macri, el devenir de los acontecimientos lo convirtió en otra cosa. El primer gesto de autonomía del libertario tuvo lugar incluso antes de su asunción al frente del Gobierno, cuando Patricia Bullrich aceptó unilateralmente asumir como ministra de Seguridad. Un movimiento que el expresidente interpreto como una movida en contra suyo. 

En La Libertad Avanza nunca dejaron de considerar a Macri una amenaza para su independencia política. Pero son los miembros de la mesa chica de Milei quienes más reparos ponen a un desembarco formal de los amarillos en la gestión. Ni su hermana Karina, que hoy oficia de secretaria general de la Presidencia, ni su asesor estrella Santiago Caputo, ven con buenos ojos abrir el juego y pensar en algún tipo de cogobierno, mucho menos después de la aprobación de la ley Bases en el Congreso, pese a que la alianza con el PRO en el recinto de ambas cámaras demostró ser fundamental.

En los últimos días, fue el propio Caputo el que se encargó de blindar al Gobierno de los coletazos de la reciente interna amarilla. Llamó personalmente a Bullrich para persuadirla de que desista de escalar en la confrontación con Macri. La ministra enfureció luego de ver cómo el expresidente tomaba el control del PRO, le daba una impronta de mayor distanciamiento del Gobierno y colocaba al diputado nacional Martín Yeza como flamante presidente de la asamblea partidaria. La prematura intervención de Caputo surtió efecto: Bullrich no solo no salió a agitar el tema en público, sino que se la pudo ver saludando a su exjefe político durante el acto en Tucumán.

“¿Viste que no hicimos nada? Nos portamos bien en redes”, ironizaban en Casa Rosada respecto a las pocas repercusiones que tuvo la interna amarilla puertas adentro del oficialismo. Cerca de Milei sostienen que la fusión con el PRO “se va a dar naturalmente” y que “nada puede interferir” en la relación política que supieron estrechar ambos espacios en los últimos meses. Sin embargo, cuando se les consulta por posibles alianzas electorales de cara al 2025, evaden todo tipo de posicionamiento. “Ahora no es momento de discutir eso”, deslizan, cautelosos, al tiempo que asumen que es lógico que sus aliados decidan continuar en la oposición.

Sin embargo, las conversaciones de hasta hace pocos días parecían decir otra cosa. La intención de la Casa Rosada era avanzar en una formalización de la alianza legislativa entre ambos espacios a partir de la conformación de un interbloque en Diputados, lo que hubiera significado un primer paso en esa “fusión natural” a la que suele hacer referencia el propio presidente Milei. Pero el divorcio definitivo entre Macri y Bullrich y el ninguneo sentido por el expresidente en la noche tucumana del 9 de Julio fueron dos hechos que volvieron a enfriar esas tratativas. Durante la semana incluso debió posponerse un encuentro entre diputados de La Libertad Avanza y el bloque del PRO que comanda Cristian Ritondo, que había sido pensado para trazar una agenda legislativa común para la segunda parte del año.

Pese a todo, la relación política entre Milei y Macri no parece estar en peligro. En Casa Rosada se aferran a la idea de que el apoyo del PRO, en la práctica, siempre será “incondicional”. Es el término que, al día siguiente del cónclave en la casona bonaerense de Macri, utilizó una derrotada Bullrich antes de leer un texto en el que se enumeraban 11 puntos “que la Argentina necesita para salir adelante”. A su lado, durante esa conferencia de prensa, estaba quien había sido su compañero de fórmula, el hoy ministro de Defensa, Luis Petri. Las bases y condiciones de aquel “´Pacto de Acasusso”, con el correr de los meses, se fueron diluyendo. No es necesariamente una mala noticia para Macri. Al igual que Milei, él tampoco quiere perder independencia política ni quedar pegado a un virtual fracaso del experimento libertario.

PL/DTC