Subido a una popularidad que, según varios sondeos, lo coloca en el punto más alto desde su llegada a la Casa Rosada, Javier Milei pretende ir a fondo con uno de los temas que más debates generó en los últimos años: la derogación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), un mecanismo electoral que, desde su implementación en 2010, tendió a sobrevivir más por inercia que por consenso real. ¿Un movimiento audaz que podría contar con cierto apoyo del kirchnerismo, abierto a discutir el tema en el Congreso? La incógnita flota en el aire.
El proyecto de Milei ingresó al Parlamento hace pocas semanas y está previsto que se debata en las sesiones extraordinarias, cuyo llamado todavía está al caer. Pero el plan no se limita únicamente a la eliminación de las PASO. Con la boleta única de papel ya aprobada y lista para debutar en las elecciones de 2025, La Libertad Avanza va más allá y plantea una reforma política integral ambiciosa, con modificaciones que buscan cambiar las reglas del juego electoral desde su propia base.
La avanzada oficial tiene una clara lógica estratégica. La intención del Gobierno es consolidar un escenario polarizado que lo enfrente directamente con Cristina Kirchner, mientras elimina una herramienta que tradicionalmente facilitó la competitividad de la oposición. Sin PASO, el sector político que alguna vez fue Juntos por el Cambio se enfrentaría a una tormenta: estaría obligado a resolver sus liderazgos en un contexto de fragmentación, con el PRO por un lado y un radicalismo dividido que no encuentra un terreno común para negociar.
Poroteo
Mientras el Congreso se alista para el debate, las dudas se multiplican. Más allá del futuro de las PASO, el Gobierno también buscará endurecer los requisitos para la existencia de partidos políticos, con pisos de afiliados más altos y un sistema de financiamiento público replanteado que, según los críticos, concentraría aún más poder en los grandes aparatos partidarios. La paradoja no pasa desapercibida: en 2023, Milei se apoyó en una red de pequeños sellos provinciales que le permitió tener presencia en todo el país. Ahora, una vez en el poder, intenta cerrar esa puerta para evitar que otros sigan el mismo camino.
En Diputados, el poroteo todavía es muy incipiente. Salvo el kirchnerismo, que dejó trascender que está dispuesto a debatir la “suspensión” de las primarias, desde la oposición denuncian estar frente a una maniobra del oficialismo. Los sectores más pequeños del espectro político también ya lanzaron sus alarmas. Es que, con las PASO virtualmente fuera del camino, las internaS ya no se dirimirían en las urnas, sino en negociaciones de cúpula que, lejos de ordenar, suelen profundizar las fracturas.
En las filas amarillas hay un rechazo total a la iniciativa. Mauricio Macri no está dispuesto a subordinarse a una eventual alianza con La Libertad Avanza en la que Karina Milei monopolice el armado de listas. Por eso, la diputada María Eugenia Vidal impulsa un proyecto que plantea volver opcionales las primarias partidarias, pero manteniendo la organización a cargo del Gobierno en los casos donde haya competencia interna en algún frente.
La UCR está dividida. Mientras gobernadores como el mendocino Alfredo Cornejo quieren flexibilizar las primarias para que no sean obligatorias, dirigentes provinciales, como el jefe de bloque Rodrigo De Loredo, se aferran a ellas para no perder influencia en sus distritos. En tanto, los radicales del bloque Democracia para Siempre, con 12 miembros, defienden las PASO a capa y espada. Entre ellos está Melina Giorgi, aliada del gobernador Maximiliano Pullaro, quien no piensa ceder en un sistema que Santa Fe implementa desde el 2011.
La discusión también se extiende al variopinto Encuentro Federal, donde algunos diputados, como Florencio Randazzo y Emilio Monzó, siguen apostando por esa herramienta para dirimir candidaturas que impulsó en su momento Néstor Kirchner, mientras otros, como Margarita Stolbizer y Miguel Ángel Pichetto, quieren enterrarla. Los cordobeses del bloque oficialista provincial tampoco la apoyan.
Reformismo
La idea de erradicar las PASO está lejos de ser exclusiva de esta gestión. Durante el gobierno de Mauricio Macri, el entonces presidente evaluó su eliminación tras las legislativas de 2017, cuando Cambiemos no supo aprovecharlas para unificar liderazgos clave en distritos complejos. Pero la oposición peronista, siempre pragmática, bloqueó cualquier avance.
Alberto Fernández también lo intentó, pero ampoco pudo lograrlo. En 2020, echó mano a un argumento que sonaba razonable en medio de la pandemia: ahorrar dinero. La verdadera intención, sin embargo, era otra: impedir que Juntos por el Cambio se fortaleciera a través de primarias abiertas. Ese proyecto se estrelló por la resistencia de sectores kirchneristas que veían en las PASO una herramienta útil para mantener sus propias alianzas territoriales.
Ahora, al igual que en el pasado, la jugada de Milei tampoco es segura. Su discurso de “romper con la casta” se enfrenta a la ironía de imponer reglas que podrían favorecer a los grandes actores del sistema, a partir de una propuesta reformista que es coherente con su estilo incendiario, pero que también revela el pragmatismo de un gobierno dispuesto a moldear la realidad en función de sus propios intereses.
La idea del oficialismo es ir paso a paso. Según pudo saber elDiarioAR, dejará fuera del debate algunas propuestas de alto impacto que formaban parte de la primera versión de la ley Bases, como la eliminación total del financiamiento público para los partidos o un sistema de “voto por adhesión” que prometía simplificar alianzas, pero generaba temores de vaciar de contenido las disputas locales.
Aquel proyecto presentado por Milei en diciembre de 2023 también incluía cambios sustanciales en la composición y elección de diputados. Proponía reducir las bancas totales de 257 a 254 y achicar drásticamente la representación de las provincias menos pobladas, eliminando el piso mínimo de cinco diputados por provincia. Esto dejaba a distritos como Tierra del Fuego con apenas un representante, mientras que Buenos Aires hubiera subido de 70 a 97 y Córdoba de 18 a 21. Paralelamente, buscaba reemplazar el sistema de representación proporcional por circunscripciones uninominales, donde cada distrito enviaría a un solo diputado al Congreso, seleccionado por mayoría simple.
El Gobierno justificaba los cambios al señalar que el rediseño de las circunscripciones acercaría más a los legisladores a las demandas locales. Pero ese punto no hizo más que generar un fuerte rechazo ya que el dibujo iba a estar a cargo del Poder Ejecutivo, lo que abría la puerta al “gerrymandering”: manipular los límites para favorecer al oficialismo. Además, la reforma chocaba con el artículo 45 de la Constitución, que establece a las provincias como distritos electorales indivisibles. Y erosionaba la representatividad, consolidando el poder de las más pobladas a expensas de las menos habitadas.
Un año después de esa polémica, La Libertad Avanza vuelve a la carga con su hoja de ruta, aunque algo más acotada. La virtual eliminación de las PASO y la implementación de la boleta única de papel son medidas que van mucho más de un cambio técnico. Representan una movida enfocada en redibujar las bases del poder en el país. Para Milei, más allá de garantizarse los votos para avanzar con sus anhelos, se trata de marcar una agenda. ¿Pero hasta dónde puede resistir un sistema que cada nuevo gobierno busca reescribir a su medida? Si algo queda claro, es que la Argentina de Milei no es un terreno para las medias tintas: o se juega todo, o no se juega nada.
PL/JJD