La pelea por la jefatura del BID, primer desafío para el proyecto “Patria Grande” modelo 2022
No había un horario Cenicienta pero hasta el viernes al mediodía, Alberto Fernández mantuvo alguna expectativa de que el mexicano, Andrés Manuel López Obrador, (AMLO), “cumpla su palabra” y baje a Gerardo Esquivel como candidato para presidir el BID. Fue, en cierto modo, abrazar una esperanza mágica, el camino corto para no tener que asumir que el presidente de México, a quien considera un aliado, lo había engañado.
Pero, a 48 horas de la ronda de votación para definir al reemplazo de Mauricio Claver-Carone en la butaca mayor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), México mantenía en pie a su postulante y ya no parecía tener margen para bajarlo aunque AMLO, según fuentes locales, le había prometido semanas atrás a Fernández que si Argentina presentaba una candidatura, México bajaría la suya. El sábado 12, desde París, el canciller Santiago Cafiero presentó a Cecilia Todesca Bocco para ese cargo y pasada una semana, México mantenía a Esquivel en la competencia.
Finalmente, si no ocurre algo sorpresivo, Todesca Bocco y Esquivel serán dos de los cinco postulantes que estarán en la grilla inicial cuando este domingo 20, en una asamblea híbrida -algunos presenciales, otros virtuales- los delegados de los 28 países miembros del BID elijan, en votación secreta, al próximo titular del organismo. Los otros tres son Ilan Goldfajn, postulado por Jair Bolsonaro, Gerard Johnson de Trinidad y Tobado, y Nicolás Eyzaguirre, candidateado por Chile.
Aparece, difusa, la tesis de que México no bajó a su candidato por un factor doméstico pero que no pulseará a cara de perro para que Esquivel gane. En el Gobierno hay un sector que sostiene que es así y deslizan que existió algún compromiso mexicano de apoyar, a partir de la segunda ronda, a Todesca una vez que, teóricamente, Esquivel quede fuera de carrera.
La votación en el BID es secuencial. Son, en general, varias votaciones hasta que un postulante logra el apoyo de la mitad más uno de los países miembros y más del 50% de las acciones. Es un esquema de doble validación: de cantidad de países -todos valen uno- y porcentaje de acciones, que tiene que ver con el aporte de cada estado. EEUU tiene, por caso, 30% de las acciones mientras que Argentina y Brasil 11%, y México casi 8%. Este último renglón define por qué es esencial la postura de la Casa Blanca aunque, dentro del mapa de la política estadounidense, el pulseo es si se impone la postura del Tesoro o del Departamento de Estado, la primera más económica, la segunda más política.
Fallido
El “incumplimiento” de México supone, de arranque, un primer ensayo fallido de la reconstrucción de una alianza de los gobiernos progresistas del continente. Durante semanas, tras la caída de Claver-Carone, hubo contactos de presidentes y cancilleres en busca de un candidato “de consenso” motorizado por Argentina y México, con algún guiño de Lula Da Silva desde Brasil, y que acompañen también Chile y Colombia, entre otros. Algo así como la Patria Grande modelo 2022.
“Lo que debimos hacer es lograr un candidato del consenso, pero fallamos. Algunos más que otros, pero todos los gobiernos que nos definimos progresistas, debimos lograr ese consenso como señal política fuerte y de ese modo podíamos negociar mejor con EEUU”, confió a elDiarioAR un diplomático al tanto de las negociaciones.
La ráfaga crítica alcanza, de refilón, a Lula Da Silva. Presidente electo, el líder del PT aparece en una situación incómoda porque puede tener otra posición pero el que vota en el FMI es Paulo Guedes, ministro de Economía de Bolsonaro. Hubo una gestión, que no prosperó, para que la votación se pase para enero cuando Lula ya esté en funciones. Así y todo, en Buenos Aires había algún reproche sobre Lula respecto a que debería jugar más a fondo. Lo ponen en la cuenta del fallido interno de un acuerdo de los gobiernos “progresistas” de la región.
Asoma otra línea conceptual. Goldfjan es, actualmente, funcionario del FMI y se instaló, inicialmente, como el candidato del Tesoro que al tener el apoyo de Brasil y EEUU se recortaba con claridad como el favorito. Con la derrota de Bolsonaro eso cambió. En paralelo, AMLO bajó a Alicia Bárcena, que apareció como primera oferta, pero luego instaló a Esquivel que es visto, por algunos, como el plan B del Tesoro.
Como el sistema de votación es secuencial, y van quedando candidatos afuera que luego apoyan a otros, es difícil predecir alianzas. Todos buscan estar entre los dos que van a una especie de balotaje. El escenario ideal para Todesca Bocco sería, en teoría, quedar contra Goldfjan para que la mayoría de los países del continente la prefieran por sobre un funcionario del FMI, apoyado por Bolsonaro. Pero no está claro: si Goldfjan tiene el guiño del Tesoro y EEUU despliega su influencia sobre el Caribe, es un candidato competitivo.
Sobre el chileno Eyzaguirre se instalan otras variables. Según deslizan desde dentro del BID, la burocracia del organismo, este economista hizo una buena presentación al igual que Todesca y aparece bien posicionado. La cuestión, de todos modos, es si Eyzaguirre consigue algún actor fuerte que lo respalde, por caso el Tesoro, porque Chile per se no tiene suficiente volumen. Puede, en todo caso, beneficiarse de cierto recelo sobre la candidatura argentina por un factor puntual: la traumática experiencia del país respecto a la deuda. No parece, eso, una objeción sobre Todesca sino sobre el país que representa. Asoman, en otros rincones, objeciones laterales sobre la economista a quien, según un analista, es vista como “cepalina”, un adjetivo que recibe porque su marido, Martín Abeles, es el titular de la oficina de la CEPAL en la Argentina.
Se trata, así y todo, de un componente técnico cuando la resolución final está atada el esquema político de alianzas y acuerdos, que operan en el plano de la diplomacia presidencial y de las empatías regionales. Es en ese punto donde, en todo caso, se someterá a su primera prueba de fuego la reconstrucción de una Patria Grande modelo 2022.
PI
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