Aún no habían trascendido el lunes pasado las palabras de Cristina Kirchner contra los planes sociales, cuando los principales accionistas del Frente de Izquierda-Unidad –el Partido Obrero (PO) y el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS)– cerraban sus respectivos congresos partidarios. En medio de la crisis oficialista a cielo abierto, la Izquierda también comenzó a discutir su propia interna.
Sin riesgo de quebrar la unidad que tiene ya más de diez años, el PO y el PTS arribaron a distintas conclusiones estratégicas de cara al próximo año, cuando el espacio trotskista volverá a revalidar el constante crecimiento electoral que tiene desde 2011: aquella campaña en la que fue furor la consigna “Un milagro para Altamira” y que logró superar el piso del 1,5% de las PASO para competir en las generales. Hoy el frente ostenta cuatro bancas en Diputados y también espacios propios en la Legislatura porteña y varios Concejos Deliberantes en distritos clave, como el de La Matanza, bastión histórico del peronismo en el conurbano.
El debate que ahora parteaguas en la izquierda es cómo encarar los próximos meses. ¿Profundizar los piquetes y las movilizaciones callejeras, o lanzarse ya a la carrera electoral?
“Dentro del FIT conviven estrategias diferentes, pero no son opuestas”, asegura desde el PO el legislador porteño Gabriel Solano, quien pide “construir un nuevo movimiento popular con banderas distintas a las del pasado” y defiende la intensificación de las marchas para reclamar contra el Gobierno por el aumento de la inflación y el acuerdo con el FMI. Pese a su llamado a la unidad, se muestra crítico de la decisión del PTS de lanzar a sus diputados nacionales Myriam Bregman y Alejandro Vilca como precandidatos a nivel nacional. “Las transformaciones que el país reclama solo se pueden conquistar mediante un movimiento popular masivo, no de uno o dos diputados. No es que no nos queremos presentar a elecciones, pero es un elemento subordinado”, agrega el dirigente del PO en diálogo con elDiarioAR.
Sin querer entrar aún a la contienda electoral, el PO decidió que tanto Solano como la diputada nacional Romina Del Plá comiencen “una campaña de lucha política” con asambleas y actos por todo el país. El legislador porteño entiende que “es una obviedad” que ellos dos serán el binomio presidencial del partido, y que posiblemente terminen armando una fórmula cruzada con el PTS para representar al FIT, pero para eso aún falta tiempo.
En la vereda de enfrente, Bregman justifica ante elDiarioAR la posición del PTS: “Acompañamos todas las luchas y a nadie se le ocurriría pensar que mi partido está fuera de las luchas. Pero ellos [por el PO] votaron voceros para hacer giras por el país y nosotros preferimos dar una discusión directa a la gente y explicar cuales son las precandidaturas”. “Las peleas de la Izquierda tienen que tener voceros, lo peor que podemos hacer es ceder en el terreno político”, completa. Y destaca la amplitud de dirigentes que a lo largo de la década el frente supo posicionar en el debate público: además de Vilca, en el PTS son caras conocidas Nicolás del Caño, Christian Castillo y Claudio Dellecarbonara, trabajador en el subte porteño. En el PO, además de Solano y Del Plá, son históricos Néstor Pitrola y Eduardo “Chiquito” Belliboni –referente del Polo Obrero, su brazo piquetero– y lo fue en su momento Jorge Altamira, ahora disidente.
Además, aclara la “Rusa”, su posicionamiento y el de Vilca –revelación en las últimas elecciones en Jujuy, casi disputando el segundo lugar con el peronismo local– son exclusivamente propuestas de candidaturas, no tienen que ver con la imposición de una fórmula.
Piquete y Parlamento
Hasta tanto se definan las candidaturas, el recorrido del FIT tendrá sus desafíos. El más urgente es repudiar lo que consideran un ataque kirchnerista contra las organizaciones sociales, principalmente apuntando contra el programa Potenciar Trabajo. El Polo Obrero tiene 60 mil beneficiarios de ese plan: cobran poco más de $20.000 por cuatro horas de trabajo diario en cooperativas y comedores. Días atrás causó polémica una denuncia contra Belliboni porque reconoció que la agrupación retiene el 2% a cada miembro para solventar gastos organizativos, emulando a los sindicatos.
El Polo es protagonista de la Unidad Piquetera, que junto a Barrios de Pie y el MST, entre otros, mantuvieron entre marzo y abril extensos cortes frente al edificio del ministerio de Desarrollo Social en plena avenida 9 de Julio, y amenazan con volver a manifestarse si no hay mejoras concretas pronto en el Potenciar Trabajo. El miércoles tuvieron su última reunión con Juan Zabaleta en la que acordaron un impasse a la espera de definiciones de la Rosada.
“Nosotros estamos muy involucrados con las luchas en la calle y hasta lo atacan a ‘Chiquito’ por eso”, remarca Solano. “El PTS, en cambio, larga una fórmula presidencial cuando falta un año para las elecciones y está fuera de la lucha: no participan de ella”, cuestiona a sus socios. Y saca pecho de una reciente convocatoria: “En el acto del 1º de mayo llevamos 25 mil personas a la Plaza de Mayo. Los demás partidos llevaron dos mil, porque no están metidos en nada”.
El PTS tiene elementos para contraatacar: su congreso votó la convocatoria a un paro nacional para el 9 de julio “contra el FMI y el ajuste del Gobierno”. “Planteamos un plan de lucha en la perspectiva de la huelga general, por eso lo que dice Solano es una construcción que no se condice con la realidad. Repudiamos el ataque que están sufriendo las organizaciones sociales en el marco del ajuste que está llevando adelante este gobierno, donde las partidas para el programa Potenciar Trabajo solo se actualizaron en un 34%, muy por detrás de la inflación”, se ataja Bregman.
Y destaca la presencia de la fuerza en las luchas sindicales como las de los ex trabajadores de Latam, la del gremio del neumático o la situación de la fábrica de Bagley en Córdoba. Es histórico su acompañamiento a la fábrica recuperada Zanón y el congreso partidario fue presidido por el obrero ceramista Raúl Godoy.
También es una realidad que el PTS tiene más volumen político en el bloque de Diputados. De las cuatro bancas, tiene tres: Bregman, Vilca y Del Caño. La restante es la de Del Plá. La mayoría sin embargo es circunstancial, porque hay un acuerdo interno de que las representaciones sean rotativas entre las fuerzas internas, algo que ocurrirá recién en 2023.
“En el 99,9 por ciento de los casos votamos igual. Tenemos una gran coordinación”, afirma la “Rusa”. Una excepción fue la sesión de emplazamiento para que comisiones de Diputados discutan la Boleta Única Partidaria: Del Plá acompañó la movida cambiemita “para dar el debate”, en contraposición a sus compañeros de bancada. Un mes después, en la sesión para darle media sanción a la ley y girarla al Senado, todo el bloque se abstuvo. “Todo lo que dice el FIT tiene consenso”, asegura Solano, aunque reclama que es insuficiente: “El FIT no dice nada en lo que estemos en contra, pero no hace un montón de cosas que debería hacer”.
En el marco parlamentario, Bregman está trabajando en un anteproyecto de ley de una jornada laboral de 6 horas por 5 días de trabajo, con reparto de las horas de trabajo y sin rebaja salarial. Economistas del PTS estiman que esa medida podría generar 1 millón de puestos de trabajo genuinos, apenas poco menos que los 1,2 millones de beneficiarios del Potenciar Trabajo.
Pescar en el río revuelto de los K
En el FIT saben que en el río revuelto del oficialismo podrían pescar votos en 2023, atrayendo sobre todo a los electores de carácter más progresista del Frente de Todos, decepcionados con la gestión de Alberto Fernández y que no son núcleo duro del kirchnerismo. El histórico avance en La Matanza –donde Del Plá conducía el sindicato docente– es una prueba de ello. En 2021 sumaron 1.200.000 votos en todo el país, convirtiéndose en la tercera fuerza a nivel nacional.
Pero también tienen el desafío de saber plantarse ante el fenómeno de Javier Milei, que corre al macrismo por derecha pero también atraviesa las huestes izquierdistas: en el último piquete en el microcentro un móvil de TV registró a un manifestante declarando que iba a votar por el referente libertario.
“La Izquierda hoy es un factor político actuante en un contexto de impugnación del sistema político”, apunta Bregman. “Por un lado JxC se radicaliza con un sector por derecha y pierden votos con Milei. Y, por el otro lado, empieza a haber sectores que ven que el peronismo no resuelve ninguna de las cosas que iba a resolver: no llenó la heladera, no recuperó los salarios y los jubilados siguen cobrando miseria”, añade.
“Nosotros decimos que el peronismo está hecho pelota y que se acabó, porque ataca al movimiento de la calle, Sergio Berni reprime y firman el pacto con el FMI”, completa Solano, aunque advierte también sobre sus socios en el FIT: “Hay una divergencia en relación al kirchnerismo. Como la estrategia del PTS es meramente electoral, están buscando medrar una especie de simpatía con el kirchnerismo”. No son nuevos los señalamientos sobre la buena sintonía que Bregman tiene con Máximo Kirchner, que ella ya ha rechazado en otra oportunidad ante elDiarioAR.
“Sectores del peronismo del Frente de Todos votaron contra el FMI, como nosotros, para contener a sus bases”, explica la “Rusa”. “Nosotros tenemos que mantener siempre nuestra postura y ser coherentes, no caer en la falsa dicotomía de que si votamos una cosa o no es hacerle el juego al kirchnerismo o a la derecha”, agrega.
Más allá del universo kirchnerista, el FIT es prácticamente hegemónico en la izquierda vernácula. Al frente también lo integran el MST de Alejandro Bodart y la Izquierda Socialista. Por fuera están el Nuevo Más de Manuela Castañeira, el grupo disidente que armó Jorge Altamira tras su salida del PO, y el inoxidable Luis Zamora, que solo se circunscribe a nivel Capital Federal. “No tenemos que debatir si sumamos un grupito más. Nuestro problema es qué hacemos los que ya estamos, cómo organizamos a los millones de trabajadores que hay en la Argentina”, alerta Solano.
“Las principales coaliciones políticas han salido a presentar pelea para el 2023, y la Izquierda no puede estar atrás –concluye Bregman ante el desafío del espacio–. Tenemos que tener una voz potente para pelear por los trabajadores, la juventud, las mujeres y los pueblos originarios”.
MC