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Efemérides

Gauchito Gil: ¿quién fue y por qué se celebra a este santo popular cada 8 de enero en Argentina?

Gauchito Gil, el santo popular nacido en Corrientes

elDiarioAR

8 de enero de 2025 00:00 h

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Según la leyenda, el Gauchito Gil se llamaba Antonio Mamerto Gil Núñez y era un gaucho de la ciudad de Pay Ubre, en la provincia de Corrientes, en el norte de Argentina.

Es una figura religiosa, un “santo popular”, que no está comprendido dentro de la liturgia oficial católica ni en la evangélica. Nació alrededor de 1840 y fue asesinado el 8 de enero de 1878.

La hagiografía, que es la ciencia que estudia la historia de las vidas de los santos, jamás podrá ser precisa acerca de la vida de un santo popular, de un santo pagano. Se sabe que Antonio Mamerto Gil Nuñez, hijo de José Gil y Encarnación Nuñez, nació un 12 de agosto de un año que podría ser 1847, en Mercedes, provincia de Corrientes, en una zona que en guaraní llamaban Paiubre.

Se dice que amaba los bailes y las fiestas, en especial la de San Baltazar, el santo cambá, que era devoto de San La Muerte, que tenía un excelente manejo del facón y que su mirada hipnótica era temible para los enemigos y fulminante para las mujeres.

La historia registra que fue un peón rural, que sufrió los horrores de pelear en una guerra entre hermanos, en la Guerra de la Triple Alianza, y que luego fue reclutado para formar parte de las milicias que luchaban contra los federales.

La leyenda cuenta que Ñandeyara, el dios guaraní, se le apareció en los sueños y le dijo: “no quieras derramar sangre de tus semejantes”. El Gauchito no lo dudó más y desertó del Ejército. Esa rebeldía, y conquistar a la mujer que pretendía un comisario, fueron algunos de los motivos de su sentencia de muerte. Le siguieron otras desobediencias intolerables para el poder de turno: se ganó el amor y la complicidad de la peonada correntina que lo empezó a conocer como a un justiciero, como a un héroe que protegía a los humildes, que robaba a los ricos para darle a los pobres, que vengaba a los humillados y que sanaba a los enfermos. El pueblo lo protegió, lo alimentó y lo cuidó hasta que lo capturaron.

Cuesta entender cómo a este bandido rural, a este símbolo de resistencia contra la injusticia que sorteó mil y una emboscadas, lo capturó la policía mientras dormía una siesta luego de una noche de juerga en el marco de las fiestas por San Baltazar. Sus dos amigos fueron abatidos al instante de ser descubiertos pero al Gauchito Gil no lo entraron las balas. Lo salvó un amuleto de San La Muerte que colgaba de su cuello.

Con sus múltiples variaciones, los relatos orales cuentan que aquel 8 de enero de 1874 o 1878 para otros, decidieron trasladarlo a la ciudad de Goya para ser juzgado, pero en el camino, a 8 kilómetros de Mercedes, cambiaron los planes y los miembros de la tropa lo colgaron boca abajo en un árbol de la zona.

Ninguno de los presentes, soldados de origen humilde, conocedores y respetuosos de las andanzas del Gauchito, se animó a ejecutarlo. Finalmente, el coronel Velázquez, contra su voluntad y siguiendo órdenes de un superior, lo degolló. Dicen que su sangre cayó como una catarata que la tierra se bebió de un sorbo. En ese mismo instante nació el mito y su asesino se convirtió en su primer devoto.

¿Qué opina la Iglesia?

Si bien la Iglesia no ha convalidado estas veneraciones ha tenido algunos acercamientos. El Obispo de Goya, en su momento Ricardo Faifer, ha visitado el santuario del Gauchito Gil en Mercedes, acompañado por diez sacerdotes. En las varias provincias, a pedido de los fieles, párrocos celebran misa los 8 de enero en los santuarios, y hasta incluso le han dedicado plegarias y canciones.

El Gauchito en expansión

Los santos populares, cada uno con sus particularidades, atravesaron sufrimientos, abandonos, desamores y pudieron trascenderlos. Ellos son parte de nuestra idiosincracia como pueblo que, también, siente, sufre, agradece y celebra.

En los último 30 años la devoción al Gauchito Gil se expandió a borbotones y se convirtió en el santo pagano más querido de la Argentina. El 8 de enero de 2019 más de medio millar de personas concurrió a su santuario improvisado y alejado de las grandes urbes, que se encuentra en la vera de la ruta N°123 en la pequeña localidad de Mercedes, Corrientes.

Por qué la devoción popular eligió al Gauchito Gil y no Vairoleto, Isidro Velázquez, “Mate Cocido”, el gaucho Vega o a cualquier otro de los ´jinetes rebeldes´ o ´bandidos rurales´ -como los llamó el historiador Hugo Chumbita- es una pregunta que flota en el aire.

Expertos en el tema como Ruben Dri y Pablo Semán ubican que durante los años '90 y 2000 hubo un crecimiento en las manifestaciones populares hacia el Gauchito Gil. Para ellos, uno de los motivos que contribuyó a expandir esta devoción fue la crisis estructural que afectó a la Argentina en esas décadas y que provocó la migración de correntinos al conurbano bonaerense. Como parte de su identidad litoraleña, las banderas rojas comenzaron a poblar las esquinas de cada barriada.

Otro de los motivos se vincula a la acción de los camioneros que recorrían la ruta del Mercosur que une Argentina, Brasil y Paraguay. Para el antropólogo Pablo Semán el ritual de la devoción exige reconocer al santo y rendirle homenaje con frecuencia. En el caso del Gauchito, su presencia se fue extiendo porque los camioneros, que tenían paso obligado por Mercedes, se fueron haciendo devotos y comenzaron a construirle altares en las rutas argentinas, como en su momento lo hicieron para la Difunta Correa.

Lo que representa la figura de los santos populares se vincula con las demandas y necesidades que se generan en determinados contextos sociopoliticos. El teólogo Ruben Dri entiende que el Gauchito Gil fue un sujeto que se rehusó participar en la lucha entre hermanos y por eso fue condenado injustamente. Pero a partir de ahí, las personas crean un universo de interpretaciones y acciones, donde se construye la identidad de un gauchito justiciero, que tiene solidaridad con los pobres, que se lo celebra bailando chamamé, al que se le deja dinero para que algún necesitado lo recoja y de esa forma, se va asociando a su figura con determinados valores humanos.

El poder que irradian historias como las del Gauchito Gil moviliza las memorias de los pueblos aportando elementos para reconstruir un presente donde las trabajadoras, los hambreados, las desposeídas y los perseguidos tengan la posibilidad de una vida digna, justa y con alegría.

Con información de Cultura.gob.ar (Fuentes: Chumbita, Hugo, “Jinetes rebeldes. Historia del bandolerismo en Argentina //Dri Rubén, entrevista en Rebelion.org // Lojo, María Rosa, ”Los santos de la interperie entran en la ciudad“ // Semán, Pablo, entrevista en Agencia Paco Urondo).

IG

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